Capítulo 1
Querido Conejo Blanco:
Buenos días, tardes, noches u hora del té. ¿Cómo estás malhumorado amigo? Hace mucho que no me visitas, hace tanto que no me escribes...
¿Qué pasa?
¿A caso llega tarde tu correspondencia?
Realmente espero que sea eso, espero que no me hayas olvidado, yo nunca lo haría, nunca lo haré, jamás olvidaré el día en que te conocí, gracias a tu visita pude conocer aquel mundo tan loco y maravilloso a la vez.
Aún recuerdo ese poema que me inventé... Seguro que tú ya lo has olvidado, aunque no lo quieras reconocer, la vejez se te acerca más cada vez, pero como buena amiga que soy, yo te lo recordaré.
"Caigo, caigo, caigo
por la madriguera del Conejo Blanco.
Uno, dos y tres,
toda la tierra atravesé.
Luz, belleza, maravillas... Eso fue lo que allí encontré.
En su madriguera, en su escondite de tierra.
Donde las teteras flotaban y los cuadros me saludaban.
Relojes enloquecidos,
el padre tiempo dormido.
Un suelo de baldosas blancas, no amarillas,
no soy Dorothy, soy Alicia.
Caigo, caigo, caigo
por la madriguera del Conejo Blanco.
Uno, dos y tres,
toda la tierra atravesé".
Ya sé, ya sé, no es lo mejor que he escrito, pero dame tregua conejito, ¡solo tenía 7 años! Siete años... No puedo creer que tanto tiempo ha pasado, tantos años, tantas vidas, tantos días azules, como aquella mañana de verano...
Mi hermana Elizabeth me leía un cuento sobre un mundo mágico, no recuerdo el título... ¡Eh! No me juzgues, para mí también han pasado los años.
¡Oh, mi querido amigo!... Hace tanto que no te veo, tanto que no sé de ti... Cuanto me gustaría poder volver a correr por los amplios bosques, volar junto a las nubes de azúcar, nadar en el manantial de chocolate, ese en el que conociste a esa linda conejita, tu primer amor, la chica que te rompió el corazón. Sí, recuerdo cuanto sufriste, cuantas lágrimas derramaste, recuerdo que al ser tan joven no supe como ayudarte. Lamento eso amigo peludo. Las cosas no han cambiado mucho, mi experiencia en el amor no es la mejor. Nunca me he enamorado, no podría aconsejarte, pero sí podría abrazarte.
¿Quieres un abrazo? Yo necesito uno ahora, necesito de tus palabras y tu sabiduría, nadie es más sabio que el Conejo Blanco. Quizás no puedas comprenderme, quizás no puedas entender por el momento que estoy pasando, ni yo misma lo hago, no sé como sobrellevarlo...
Me siento perdida, como en el laberinto del castillo de la Reina Roja, ¿lo recuerdas? Yo sí, sobretodo ahora... Al menos ese tenía salida. Estoy cansada de estar aquí, llevo una eternidad en este lugar, es aburrido y... Demasiado blanco y mullido. En este lugar me vigilan todo el tiempo, añoro la libertad que tenía en mi querido Wonderland...
¡Oh, mi amado Wonderland!, mi país de las maravillas, mi tierra de sueños, mi mundo de magia y colores... Este lugar es todo blanco, blanco, blanco, blanco... ¡BLANCO!
¡Definitivamente odio el blanco! Excepto el de tu pelo, mi querido orejotas tiene el pelaje más bonito de todo Wonderland. ¡Oh, conejito querido!
¿Qué ha sido de ti?
¿Estás bien?
¿Te has vuelto a enamorar?
¿Has encontrado tu reloj?
Quizás ya tienes uno nuevo, dime, ¿qué hora es?
¿Llegas tarde otra vez?
Sí, llegas tarde, llevas años de retraso a nuestra cita del té. Estoy viendo el reloj. Son más de las seis, es muy tarde, pero aquí seguiré, siempre te esperaré, bueno, de todos modos no puedo salir de aquí...
Ya te lo dije, me vigilan, me controlan, ni siquiera me dejan comer lo que deseo, solo puedo alimentarme de lo que ellos me dan...
¿Recuerdas a los soldados naipes? Estos tipos son peores. Sus trajes... ¡Blancos! Me asquean, me hartan... Quisiera arrancarles sus falsas sonrisas con mis uñas...
Sé lo que estás pensando, "¿por qué no lo haces Alice?" Simple, no puedo moverme. Como extraño el poder ir donde quiero, hacer lo que deseo... ¡Y ser la única que nunca llegaba tarde en ese lugar! Sí, extraño nuestras competiciones por ver quién no llegaba tarde, recuerdo tus cientos de relojes perdidos, tantas horas que jamás recuperarás, la Liebre de Marzo ya debe haber completado su colección.
Oye "copito", cuando vengas a verme, te pido por favor que me traigas algo rico, como dije, no puedo comer más que la basura que me dan. Tráeme una de esas galletas que cambian la altura, no. Tráeme de ese extraño brebaje que... No. Tráeme... Bueno, ven tú, con eso me conformo... Copito. Ese mote... Sé cuanto lo odias, y tú sabes cuanto lo amo. Me recuerda a esas risas en el jardín de la Reina Blanca, me hace pensar en nuestros juegos de las escondidas, como te molestaba que Cheshire hiciera trampas.... ¡Oh, cuanto daría por poder correr ahora!