Me despierto en la mañana con los rayos del sol en mi cara y Taylor aún dormido junto a mí, me giro un poco para quedar frente a él y poder observarlo a mi antojo; lo recorro con la mirada tratando de grabar en mi memoria cada detalle; se ve tan tranquilo y tierno ahí tumbado, si después de volver a casa no nos volvemos a ver nunca más, al menos tendré este momento para atesorar por el resto de mi vida.
Mi Amelia imaginaria aparece en mi mente colgando una foto que captura este preciso instante en un enorme mural lleno de fotografías de Taylor y de todos nuestros momentos juntos.
Me levanto de la cama con mucho cuidado esforzándome por hacer el menor ruido posible para no despertarlo, recojo mi ropa del suelo y abro la puerta que conecta ambos cuartos para entrar en el mío; después de cerrarla me recuesto de ella y exhalo un profundo suspiro. No puedo creer que lo hicimos, me siento abrumada, un poco adolorida y feliz, muy feliz.
Después de una larga ducha, me visto con uno de los vestidos que me prestó Rhonda, es un vestido blanco veraniego sin mangas. Seco mi cabello, que ahora está un copo más largo de lo que estoy acostumbrada, y me pongo delineador en los ojos; Amelia como siempre, me da su aprobación mostrando su dedo pulgar hacia arriba.
«Tal vez no sea una de las súper modelos con las que Taylor está acostumbrado a salir, pero creo que este resultado le gustará. Salgo del cuarto y me dispongo a bajar las escaleras con la intención de preparar un rico desayuno para ambos, pero me quedo petrificada en el penúltimo escalón al ver quien espera por mí.»
—Papá.
—Katherine es hora de volver a casa.
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Después de cuatro horas ininterrumpidas de vuelo escuchando los sermones de mi padre por fin aterrizamos en nuestra pista. Todos están afuera esperándonos: Loretta, James, Lucas, Stephanie, incluso mi madre.
Todos corren a abrazarme en cuanto salgo del avión y, aunque estoy contenta de verlos, solo puedo pensar en Taylor; ni siquiera pude despedirme de él. Entramos en la casa, Loretta se va a la cocina a preparar café mientras que los demás se dedican a interrogarme.
—Katherine, ¿en que estabas pensando? —pregunta mi madre consternada.
—Sí Kat, ¿acaso estás loca? dejaste noqueado a James y tomaste su lugar, eso no se hace —me reprocha Lucas, aunque lo dice con más admiración que enojo.
Todos tienen algo que decir, solo escucho palabras y más palabras y no puedo concentrarme en lo que dicen, mi mente da vueltas y vueltas, quisiera poder gritar de la frustración. Mis ojos se empiezan a llenar de lágrimas
—Yo, lo siento —digo entre sollozos y salgo huyendo de la sala hacia mi habitación.
Una vez dentro de mi cuarto cierro la puerta detrás de mí y me desplomo sobre la cama. Unos minutos después escucho que alguien toca a la puerta.
—Kat, ¿puedo pasar? Soy yo, Stephanie.
—Adelante —le contesto entre sollozos.
Ella abre la puerta y entra en la habitación con Peggie en brazos. Sonrío al ver a mi cerdito, me siento en la cama, limpio un poco mis lágrimas y extiendo mis manos hacia ella para sostenerla.
—Oh Peggie, te extrañé tanto —digo dándole un cálido abrazo.
—Kat, ¿por qué lloras? Tú nunca lloras.
—Stephanie, estoy enamorada —confieso entre lágrimas.
— ¡¿Qué?! —Se queda literalmente boquiabierta al escucharme y no la culpo, yo misma estoy que no me lo creo—. Pero, ¿cómo? ¿De quién? Oh Dios, es del chico con el que quedaste atrapada en esa isla, Taylor Evans.
—Sí, es de él.
—!Pero eso es genial¡ —Su rostro se ilumina como una bombilla. No hay nada que haga más feliz a tu romántica amiga que ver personas enamoradas.
—No, no lo es porque ahora no puedo sacarlo de mi cabeza y sé que nunca lo volveré a ver.—Dejo de acariciar a Peggie y la deposito en el suelo—. Lo siento tanto Stephanie.
—¿Sentirlo? ¿Por qué?
—Por burlarme de ti por estar enamorada de James, ahora te entiendo. —Noto como se sonroja al mencionar a mi hermano.
—Hablando de James, nuestra relación ha avanzado mucho en estas últimas semanas.
—¿Qué significa eso? ¿Acaso ya son?
—¡Novios!
—¡Oh santo cielo! ¡Eso es genial! —le digo, aún con lágrimas en los ojos, pero realmente feliz por ella.
—¡Así es! Pero hablaremos de eso después, ahora te secarás esas lágrimas y me contarás con lujo de detalles todo sobre el tal Taylor Evans y su romántica travesía.
Duramos horas hablando. Yo le conté todo lo que sucedió entre Taylor y yo, omitiendo algunos detalles embarazosos, y ella me contó todo lo que sucedió mientras yo no estaba.
Y al parecer su relación con James no es la única novedad por aquí, parece que entre papá y Loretta las cosas también empezaron a mejorar.
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Al día siguiente mi madre regresa a Boston, no sin antes darme su famoso discurso de cómo debe comportarse una dama. Después de despedirme de ella me voy a la oficina de papá para reunirme con él.