Las nubes no son de algodón

Capítulo 27: Katherine

Me quedo parada mirando el rostro desconcertado de Taylor y hago mi mayor esfuerzo para no estallar en carcajadas, mi Amelia imaginaria por su parte finge un desmayo muy teatral al escuchar mi respuesta.

«Desde que nos despedimos en el aeropuerto me he sentido como si faltara una parte de mí. Cierto que hablamos por teléfono todo el tiempo pero no era lo mismo, y más las últimas semanas cuando nuestros ocupados horarios hacían la comunicación totalmente imposible.»

«Ahora está aquí, en mi puerta, diciéndome que quiere casarse conmigo;  nunca he sido una persona romántica pero esto es como un hermoso sueño hecho realidad, ¡demonios! Ya no puedo resistirme.»

—No aceptaré casarme contigo a menos que lo pidas de la manera correcta. Quiero verte de rodillas con un ramo de flores en una mano y un anillo en la otra —le digo con los brazos cruzados y fingiendo enojo—. Puede que sea una chica ruda, pero sigo siendo una chica.

—Tú, te mataré —dice soltando el aliento que tenía contenido.

—Para eso tendrás que atraparme primero —le digo entre risas tratando de alejarme para que me persiga, pero él toma por el brazo y me atrae hacia él.

—¿A dónde crees que vas? ¿Cómo pudiste hacer algo así? Casi me desmayo —dice poniendo sus brazos alrededor de mi cintura.

—¿Y tú cómo pudiste ser tan tonto como para créelo? Nada me haría más feliz que ser tu esposa.

—¿Lo juras?

—Lo juro —le digo con una sonrisa.

Nos empezamos a besar tiernamente al principio pero sus manos empiezan a subir y bajar por mi cuerpo haciendo que mi sangre se caliente. Me separo por un segundo de él para cerrar la puerta del apartamento y enseguida volvemos a besarnos. Empiezo a caminar por el apartamento guiándolo a mi habitación y cerrando la puerta tras nosotros.

—Hola, ¿Kat? —Escucho la voz de Laura desde la sala—. Creo que tú y tu novio necesitan un poco de privacidad así que voy a dar una vuelta. No tienes que responder si estás ocupada. Adiós. ¡Ah! Y felicidades por la boda.

La escucho abrir y cerrar la puerta pero ni siquiera nos inmutamos. Continuamos besándonos acaloradamente, él desvistiendo a mí y yo a él. Con su traviesa lengua comienza a lamerme el lóbulo de la oreja haciendo que se me escapen gemidos de placer, luego poco a poco comienza a bajar por mi cuello, mis pechos, mi ombligo y antes de que me dé cuenta estoy tirada en la cama con su cara en...

—¡Oh por Dios Taylor! —exclamo de placer.

Cuando ya estoy a punto de ebullición él se introduce dentro de mí y nos gira a ambos quedando yo arriba para así tomar el control. Pongo mis manos en su pecho para apoyarme y empiezo a moverme despacio para poder acoplarme a la nueva posición, según van aumentando mi confianza y mi excitación también lo hace la velocidad de mis movimientos; cuando ya no puede más Taylor me sujeta de la cintura y comienza a moverse rápidamente dentro de mí hasta que ambos explotamos de placer.

(*******)

Me despierto con los rayos del sol en mi cara y escuchando el sonido de una ruidosa alarma en mis oídos.

—Buenos días dormilona, es hora de despertar —Taylor entra en la habitación con una bandeja repleta de deliciosa comida recién hecha, pero tengo tanto sueño que ni siquiera el olor de las galletas de la abuela podrían levantarme de la cama.

—No, quiero seguir dormida —le digo cubriéndome de pies a cabeza con las sábanas.

—Vamos despierta, son las ocho en punto —dice insistiendo.

— ¡¿Qué?! ¡¿Las ocho?! Pero ni siquiera tengo que trabajar hoy, ¿por qué me despiertas a esta hora? —exclamo entre las sábanas.

—Porque hoy es el día de nuestra boda, ¿lo olvidaste? —«¡Oh Dios la boda!»Me deshago de las sábanas como puedo. Todo atisbo de sueño se ha esfumado en este momento—. Así que come tu desayuno rápido antes de que ellos lleguen —dice colocando la bandeja en una mesita de noche y pasándome un plato con tostadas francesas y un vaso de jugo de toronja.

—¿Ellos? ¿Quiénes son ellos? —pregunto mientras como mis tostadas. Justo en ese instante escucho unos insistentes golpeteos en la puerta.

Taylor se lleva un dedo a los labios en señal de que haga silencio.

—No hagas ruido, ya están aquí —dice susurrando.

—Kat, Taylor, sabemos que están ahí, abran la puerta. —La voz de mi madre exigiéndonos salir me recordó quienes son "ellos".

Mamá, Stephanie y Magy me advirtieron anoche, después de que Taylor y yo decidiéramos que celebraríamos nuestra despedida de solteros juntos, que si no estaba en casa a las siete de la mañana en punto ellas mismas vendrían a buscarme; y cómo lo prometido es deuda aquí están. 

—Ya estamos listos —digo abriéndoles la puerta después de atragantarme con las tostadas y el jugo, pero para mi sorpresa no solo mi madre y mis amigas están aquí si no también mis hermanos.




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