Eran al rededor de las diez de la noche del jueves y el calor de verano seguía siendo agobiante. Sonaba rock and roll a todo volumen en la sala, sobre el volumen de la televisión encendida. Sentada en el posa brazos del sofá color ocre con un atril de madera de pino en frente Ashley deslizaba dos pinceles que bailaban sobre el lienzo inundándolo de colores. Clavó uno de ellos en el moño alto y despeinado que llevaba en el pelo como acostumbraba siempre y se alejó para ver el resultado de la pintura a una distancia prudencial. La observó atentamente inclinando la cabeza hacia un lado y luego hacia el otro... sumergida en su análisis visual.
-¡Ashley la música!- su padre soltó un grito de preocupación desde su habitación que la sobresaltó sacándola de su concentración. Sabía que se trataba de la televisión. Apagó la música enseguida y llevó su atención a la misma. Estaban pasando las noticias, y su cara se iba transformando a medida que escuchaba hablar al informante. De repente la invadió el pánico, se le erizó la piel, tenía los ojos bien abiertos y llenos de agua... o de miedo. No tardó en apretar los puños por inercia y en sus ojos ahora ardía la ira, la rabia. Por dentro, sólo revivía el dolor. Aquel dolor que parecía haber dejado de doler, pero que en realidad estaba siempre ahí, a flor de piel.
-Papá... -lo llamó con la voz quebrada.
-Sí.- asintió él, cabizbajo, abrazándola cariñosamente en forma de consuelo y afirmando lo que Ashley estaba pensando sin necesidad de que lo dijera en voz alta. -Otra víctima de la Sirena negra.- agregó Andrew con un tono empapado en indignación.
Estaban informando en los medios de comunicación sobre el asesinato de Hanna Col, surfista australiana de apenas veintidós años de edad. Según las noticias habría sido por la mano de la famosa e imparable asesina serial de los últimos tiempos, la llamada "Sirena negra", así que por tanto, murió asfixiada bajo el agua como todas sus víctimas. Ese era su estilo.
Ashley corrió a su habitación y cerró la puerta de un golpe detrás de ella. Se dirigió con prisa hacia abajo de la cama y deslizó por el suelo oscuro de madera hacia ella un pequeño baúl bajo llave. Lo abrió mientras se secaba las lágrimas mudas con la palma de la mano y a continuación sacó una foto de gran valor sentimental. Su madre Kayla con ella en brazos cuando era una bebé. Se miraban con tanto amor... apretó los ojos, y la foto contra el lado izquierdo del pecho, queriendo sentirla en el corazón, como siempre lo ha querido, imaginando sus caricias o tratando de recordar sus brazos como estaban allí, pero nunca lo lograba... era demasiado pequeña en ese entonces como para hacerlo. Hubiera deseado poder abrazarla siempre, poder sentirla ahí, cuidándola y mimándola como hace una madre con su hija, pero un día una ola se la llevó, y le tocó soñarla por el resto de su vida.
La Sirena negra asesinó a Kayla Collinge en Estados Unidos durante una competencia de surf, y ésta pareció ser en especial su víctima inexplicablemente más disfrutable.
Es una asesina en serie muy buscada por la policía, que tiene más de veinte delitos cometidos incluidos los homicidios, pero imposible de encontrar. " Los peores monstruos vaya a saber uno en que hueco oscuro se esconden para lucir su cobardía ", como suele decir Andrew, padre de Ashley.
Hace más de veinte años que" la buscan bajo y sobre el agua, pero ninguna cola de sirena a la vista". Y la gente critica que ese es el problema, es evidente que a simple vista no van a encontrar ni rastros de alguien tan inteligente y peligroso. Si fuera así de fácil ya la hubieran atrapado hace mucho tiempo. Se quejan de que la policía nacional no está a la altura de hacer un trabajo eficiente... los criminales se les burlan por la espalda mientras ellos buscan siempre hacia delante, sin correr la mirada, como caballos con los ojos tapados que no ven más que sus narices. La policía nunca ha podido dar con su paradero, evidentemente se trata de un criminal demasiado astuto, estratégico y calculador, y de un equipo policial cómodo, durmiendo la siesta.
-Ash... hija, a tu mamá no le gustaría verte de ese modo. Adoraba con locura tu sonrisa. -la interrumpió su padre, con su tranquilizadora calidez de siempre.
-Hay que hacer justicia, ésto no puede quedar así. ¿Cuántas personas más como mamá tienen que morir para que la policía haga algo realmente?
-Pues parece que al fin van a mover un dedo. Hace un momento anunciaron que la policía nacional hará una gran investigación a nivel internacional junto con el FBI, con el objetivo de encontrar al asesino.
- ¿Investigación internacional? -de repente estaba sorprendida.
-Sí.- confirmó Andrew. - Una nueva investigación para rever los casos de sus homicidios en otros países, y así tal vez poder recaudar las pistas necesarias que los lleven hacia el hueco donde se esconde la Sirena negra.
-Eso suena bien, demasiado bien.- Y una sonrisa divagadora se esfumaba en su rostro, una sonrisa que fuere lo que fuere que estaba planeando Ashley en su cabeza, sería una loca idea que le traería problemas, muchos problemas... y a mí, una buena trama.
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Editado: 21.02.2019