Las olas claman justicia

Capítulo 4

-Déjalo cariño, alucinaciones... secuelas. - explicó Lía en voz baja.

Ashley se dio la vuelta y lo quedó mirando un largo rato, sorprendida y, muerta de miedo en realidad. Sin omitir una palabra.

-¿Me acompañas a la cocina Ash?- preguntó su padre luego de aclararse la garganta, para romper el hielo.

-Claro.- y se movió aún tensa.

-Ashley, Félix está bastante mal, es normal que por un plazo de tiempo tenga alucinaciones, entrevere los nombres, no recuerde nada de su pasado ni reconozca a las personas. No conocemos a ningún Chad, ni estamos en Navidad. Es evidente que o está alucinando o ha confundido algún nombre. A lo que voy es a que ésto será normal por un tiempo. No debes asustarte... - le explicó detenidamente.

Era entendible toda la situación. Había tenido un accidente grave, se había golpeado la cabeza también entonces había perdido la memoria y dos por tres sufría alucinaciones.

Ashley sabía que las alucinaciones son impresiones falsas, la percepción de algo sin su estímulo externo. En el caso de las visuales por ejemplo, ver imágenes de una realidad inexistente. Pero había algo allí que no encajaba. Chad existía, y como si fuera poco casual, existía en la vida de Ashley. Pero tal vez su padre tenía razón y solo estaba confundiendo nombres, debe haber un montón de hombres llamados Chad en el mundo, tal vez solo se le cruzó por la cabeza y lo dijo, como podría haber dicho otros. Pero dijo Chad... y ya no sabía que pensar. ¿y si no era casualidad?

El sol ya se había ocultado y Ashley estaba sentada en una plaza con un libro leyendo, o haciendo que leía. Esperaba que algo se moviera en la bruma de la noche que acababa de caer. De pronto un Chevrolet gris satinado de vidrios polarizados pasó por la calle de enfrente a toda velocidad y frenó en seco al llegar al semáforo en rojo, por suerte, sino no podría haber controlado la matrícula. Ni bien cambió siguió calle abajo y para sorpresa de Ashley, estacionó al final de la calle. No podía perder la oportunidad así que tomó la bicicleta que tenía consigo y pedaleó calle abajo lo más rápido que pudo. Frenó una cuadra antes y se escondió tras un árbol imperial que había en la cera.

Del auto bajó un hombre encapuchado, esbelto, vestido de negro deportivo. Se movía cautelosamente, sin llamar la atención. Abrió la valija del coche y sacó un bolso negro y grande como el que uno se lleva para irse una semana de vacaciones a un balneario. De repente sintió un ruido proveniente de la casa en la que frenó, cerró la valija apresuradamente y corrió hacia adentro. En un punto determinado la luz del foco de la calle le iluminó la cara revelando y confirmando su identidad, Chad McCarthey. Ashley anotó en su memoria la dirección de ésta posible casa del detective, esperó unos minutos, y al ver que no había movimiento alguno se acercó agazapada al auto. Tanteó la valija y, no para su sorpresa, estaba abierta.

<<Que detective despistado, irónico.>> pensó.

La abrió unos quince centímetros sigilosamente y miró hacia adentro. Alcanzó a ver una carpeta negra, un cuaderno viejo y descuidado el cual llamó su atención, y un par de esposas. Nada extraño si se trataba de un policía. Pensó detenidamente si tomar el cuaderno o no, si le sería útil o sería una perdida de tiempo. ¿Estaría haciendo lo correcto? Pero no tenía mucho tiempo para decidir. De repente escuchó la cerradura de la puerta y alarmada tomó el cuaderno de un manotazo y salió corriendo calle arriba. Corrió lo mas rápido que se lo permitieron las piernas, y por un momento deseó no haberse acercado tanto. Si Chad la descubría, todo se terminaba, hasta la esperanza de convencerlo y unirse a la investigación.

Llegó a la plaza exhausta, sin aliento y sin piernas. Paró un taxi que pasaba y volvió a su casa.

Al llegar, todos estaban reunidos en la sala mirando la televisión y comiendo pizzas, para variar el menú.

-¿Estás entrenando para una maratón con jeans y botas?- preguntó su padre intrigado y divertido, al ver su aspecto fatigado. Ashley sonrió con los labios cerrados y se dirigió a su habitación sin darles importancia. Se sentó en el suelo y soltó un suspiro agotador. Retomó aire, y ya más tranquila abrió el cuaderno. En la primera hoja había un dibujo perfecto hecho a lápiz del Coliseo romano, al parecer el detective tenía mano para el dibujo.

En la siguiente hoja había un texto escrito en letra cursiva que se enmarcaba "27 de enero de 2017 - Bella mujer " y decía :

"He allí en tus ojos la razón de éste dolor, allí desde donde antes me mirabas y me iluminabas mejor que el sol. 

Bella mujer si vuelves a mi un día no vuelvas con la misma intención, si vuelves no me dejes a oscuras de nuevo, no juegues a luz y sombra con mi ciego corazón. "

- ¡Pero miren al poeta!- exclamó Ashley, pensando en voz alta, sorprendida.

Pasó a la siguiente página titulada "Con tu partida" que decía:



#3872 en Detective
#1172 en Novela policíaca
#12619 en Thriller
#5157 en Suspenso

En el texto hay: homicidios, amor, justicia por cuenta propia

Editado: 21.02.2019

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