Las olas claman justicia

Capítulo 9

El hecho de que fuera un apartamento de casi unos nueve pisos la dejó un poco más tranquila, ya que no conocía ni el barrio, ni el lugar, ni exactamente a Chad.

De todas maneras, era bastante sofisticado, en colores negro satinado y plateado.

Observó la lista con todos los apellidos de las personas a quienes pertenecía cada timbre, un poco más detenidamente de lo normal. Si pasaba algo tal vez sabría a quien llamar.

-¡Mírenla! Parece que eres más buena de lo que imaginaba...-la sorprendió la voz de Chad por la espalda, quien venía llegando con bolsas de compras en las manos. -digamos que eso haría una detective promedio.- razonó, y a Ashley le costó descifrar si era un cumplido o una crítica... <<para eso si que debería entrenarme>> pensó.

-¿Sostienes un momento?- le pasó una de las bolsas para poder buscar la llave del edificio en su bolsillo izquierdo.

-Claro.

Al entrar al apartamento, los ojos de Ashley se iluminaron curiosos y encantados.

No había demasiada luz hasta que Chad corrió las pesadas y largas cortinas oscuras de los ventanales abriendo paso al resplandor de la noche.

El ambiente tenía un aspecto antiguo romántico. Parecía escena de una película de los noventa.

A la derecha había un sofá victoriano de dos cuerpos color café con finos detalles en dorado, una alfombra en los mismos tonos haciendo juego y una mesa ratona de madera oscura. Parecía gustarle el detalle de un vaso con jazmines blancos en agua decorando algún que otro rincón. El aroma que desprendían invadía la sala.

A la izquierda tenía un escritorio tipo holandés de roble, en el que posaba una preciosa y antigua maquina de escribir, junto con algunos papeles y lapices.

Un tocadiscos y una caja con discos de vinilo, una lámpara de pie a un lado, y una imperial biblioteca de madera oscura estilo inglés, repleta de libros de diferentes tamaños y colores.

Pero no fue por tan inesperada ambientación viniendo de parte del detective Chad que Ashley tenía esa expresión, sino por las obras de arte que posaban con tanto porte en las paredes, haciendo de aquel pequeño y acogedor apartamento lo que parecía el atelier de Vincent Van Gogh.

"Terraza de café por la noche"," La casa amarilla" y "La noche estrellada". Cada pintura abarcaba casi media pared... si Chad tenía esos cuadros allí, ya se había ganado el respeto de Ashley.

-¡¿Te gustan las pinturas de Van Gogh?! - exclamó asombrada, sin dejar de contemplarlas.

-Sería irónico tenerlas si así no fuera...- comentó con las llaves en la boca mientras cerraba la puerta con el pie, cargado de bolsas.

-La noche estrellada es mi favorita...-comentó Ashley. - Y, sinceramente eres impredecible.- agregó, echándole un vistazo general a toda la sala.

-¿Por qué lo dices?- rió, ahora con un poco de timidez. (Realmente era impredecible)

-No imaginaba que fueras tan romántico...

-Robaste mi cuaderno, deberías haberlo adivinado ya. ¿Ve que tiene mucho para aprender detective?- dijo en tono divertido.

-Tampoco me lo recuerdes así, fue por una buena causa, mi intención tampoco era deleitarme con tus poemas.

-Pero lo hiciste.-afirmó con una mirada traviesa y tierna a la vez.

-Digamos que eres bueno... con eso basta.-trató de evadir la situación.

Chad sonrió y llevó las cosas que traía a la cocina.

Había comprado algo para comer, pensando en lo que le gustaría a Ashley. A pesar de todo, él estaba contento de que ella estuviera allí... su apartamento no solía recibir demasiadas visitas.

-No aparentaba gustarte la onda retro.- comentó mientras lo observaba guardar las cosas.

-Aquí nadie es lo que parece... y eso es algo básico, lo primero que tienes que aprender. Nunca te quedes con lo que una persona aparenta, es muy probable que pueda tener mil caras más, y que la que muestra no sea necesariamente la que buscas.

-¿Y cuando empezamos con el super entrenamiento?

Chad sonrió. -El entrenamiento ya ha empezado cariño. Ayúdame a aprontar la mesa.- dijo, poco elocuente, mientras le pasaba los platos para que los acomode.

-¿Vinimos a comer o a prepararme para ser Brenda Everlin?- preguntó insatisfecha.

-Eso me lo dirás tú detective. No cenaremos pizza, hay que sacarte esa costumbre... Pollo con papas al horno.

-¿Como sabes que casi siempre ceno pizza?- de repente no entendía nada, estaba confundida.¿Acaso era clarividente como Félix o que?

-Fácil, cuando fui a tu casa vi las cajas de pizza de la pizzería "Pizza-ya". Eché un vistazo y pude notar almanaques de la pizzería, que el microondas estaba en modo pizza automático... o sea que la mayor parte de su uso es para calentar pizza. Pero eso no era suficiente. Así que llamé a la pizzería y pregunté si la familia Rogers solía comprarles seguido. Me dijeron que encargaban casi todos los días... y eso que tienes bonitas curvas.

Ashley lo miraba de brazos cruzados y levantó una ceja cundo terminó de exponer su análisis, desafiante.

-Supongo que el surf es el responsable.-agregó Chad.



#3872 en Detective
#1172 en Novela policíaca
#12620 en Thriller
#5157 en Suspenso

En el texto hay: homicidios, amor, justicia por cuenta propia

Editado: 21.02.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.