Eran las ocho de la mañana, Regina Materazzi madre de la difunta surfista Isabella Rossi estaba sentada en la sala de interrogatorio policial, frente al Comisario Brown, mientras Sullivan, Roy, Chad y Ashley observaban detrás del espejo de visión unilateral.
-Los detectives han encontrado ésto al entrar a su casa con su permiso... ¿podría explicarnos por qué guarda una lista de las víctimas de la Sirena negra y su sello particular?-comenzó a indagarla el Comisario.
Regina lo miró desafiante, mientras pensaba algo que decir.
-Después de la muerte de mi hija yo me obsesioné con la Sirena negra, y comencé a investigarla, a tomar los datos que tenía la policía sobre ella, es una simple lista con nombres que conoce el mundo entero.- se excusó.
-¿Y el sello? ¿Por qué usted guardaría una representación del asesino de su hija?
-Ya le dije, era mi obsesión por querer estudiarla que claramente no ha llegado a nada... solo era la angustia y la ira del momento. Creía que podía hacer algo.
-¿Qué me dice de la muerte de Evan Gibson? Usted le dijo a la policía que había caído al mar en un accidente de tránsito.-la miraba intimidante.
Comenzó a mirar sutilmente hacia todas partes, nerviosa.
-Lo dije porque creí que así había sido.
Brown rió con malicia.
-Señora Materazzi, será mejor que colabore si no quiere pasar la noche aquí... las camas no son tan cómodas como la suya.
-No sé nada sobre la Sirena negra, solo sé que mató a mi hija y eso es suficiente para no querer escuchar nada más sobre ella. No tengo más nada que decir.- contestó alterada y furiosa, cuando Chad entró a la sala haciéndole ceñas al Comisario. Ashley entró detrás de él.
-Señora Regina, ¿sabe que sus hijos están en la sala de al lado esperando por ser interrogados?-preguntó Ashley al recordar las fotos de sus mellizos en la caja de su armario, parecían ser su debilidad, sus preferidos.
-¿Qué?- se le transformó la cara de inmediato. ¡¿Que quieren con ellos?! No los metan en ésto, no los traigan aquí por favor.
"Gana posición" -recordó.
-Pues, si usted no habla no tendremos opción que dejarlos aquí encerrados.-la desafió.
-No tengo más nada que decir niña.-le dijo enfurecida, levantando la voz y ocultando su temor.
-Bien, lo siento por tus chicos... pasarán un buen tiempo aquí. -contestó indiferente. -Vamos Chad.- se puso de pie con actitud y se dirigió hacia la puerta.
Regina se sentía acorralada. Por un lado tenía la presión de mentir y ocultar lo que sabía... de lo contrario su vida corría peligro, y por otro lado estaba la vida de sus hijos que eran el tesoro más valioso que ella tenía.
Pero si debía elegir entre ella y ellos, los elegía a ellos.
-¡Espera!.
-¿Dime?- se giró expectante, mirándola de brazos cruzados.
-Si hablo mi vida correría peligro.-confesó.
-Nosotros la protegeremos, si no se queda aquí podemos ponerle guardias, pero nadie le hará daño, se lo juro. -dijo Chad, tratando de darle confianza. -La necesitamos, está claro que no dejaremos que nada le pase.- añadió.
Sonaba lógico pero... después de decir todo lo que sabía se olvidarían de ella.
-Sus niños la esperan.-comentó Ashley por lo bajo, mirándola fijamente.
-Soy cómplice de la Sirena. -confesó, y las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos.
-¿Que tipo de cómplice?
-Trabajo para ella desde aquí. Yo sabía que ella era el traficante de drogas que manejaba a Evan, pero cuando él se enteró de que ella había sido la asesina de su novia, intentó delatarla y la Sirena lo mató.
-¿Usted cobraba algo por lo que hacía por ella?
-Sí... yo recibo dinero cuando me pide algún favor o algún informe.
-¿Que sabe de la Sirena? ¿Dónde se esconde? Necesitamos dar con su paradero.
-No lo sé, ella no me da información de su ubicación, ni un teléfono ni nada. Cuando me llama lo hace desde un celular descartable o público.
-¿Nunca tuviste idea de donde está? Haz un esfuerzo por favor.
Volteó los ojos con enfado.
-Si mal no recuerdo, creo que una vez había mencionado Australia como su país de residencia, siempre iba de uno a otro, pero terminaba volviendo a Australia.-se decidió a contar, luego de las quejas y lamentos.
-¿No le importó trabajar junto a la asesina de su hija?- preguntó Ashley horrorizada.
Regina la miró con una sonrisa malévola. -Necesitaba más el dinero que a Isabella, a fin de cuentas la encontré en un basurero ¿que más da?
Ashley hervía de impotencia y bronca, no podía creer como existían personas tan desquiciadas y monstruosas como esa.
-Disfruta tu vida en la cárcel.- la miró asqueada y se marchó de la sala.
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Editado: 21.02.2019