-Señor Patrick Kidman, es la tercera vez que intentamos ésto. Por favor diga lo que sabe, no podrá vengarse. - El Comisario Brown seguía intentado que Patrick hablara y contara lo que sabía.
-Claro que me vengaré.
-Por favor entienda. Si usted no habla lo inculparemos. Irá preso por más de veinte años, encontramos el arma homicida en su casa y usted no declara. Con veinte años de cárcel no podrá vengarse de nadie. Deje que nosotros hagamos justicia, llevaremos a la Sirena negra a pudrirse en la cárcel si usted nos ayuda. -trató de convencerlo por quincuagésima vez. -Matarla no sería castigo, sería salvación para esa asesina. ¿No cree que sería mejor dejarla en la cárcel de por vida?
Reflexionó unos minutos, un poco inseguro pero imaginándola tras las rejas hasta el día de su muerte.
-Está bien.-dijo al fin de mala gana.
-Cuéntenos todo lo que sabe.
-Kayla Collinge no murió. Está viva. Charly es su esposo, sé donde viven. Entre las cosas de Kayla en su casa encontré el arma, por eso sé que Kayla es la Sirena negra. Ashley su hija, quien decía ser Brenda Everlin, también lo sabe y conoce donde se esconden ahora.- explicó. -¿Que mejor que esconderse en la piel de una de sus víctimas?
-No puede ser... yo presencié personalmente el cuerpo muerto de Kayla.- recordó el Comisario, perplejo y conmocionado.
-Se hizo pasar por muerta, pero en realidad vivió más de diez años en Australia con Charly. Aquí está la dirección.-le dio el papel que le había dado Ashley.
-Ese tal Charly, debe ser el mismo que denunció a Chad y a Ashley Rogers.
También tomaron declaración a Ashley, quien reforzó todo lo que Patrick había dicho.
Estaba todo mundo conmocionado, paralizado y aterrado. ¿Cómo podía estar viva? Era imposible.
Fueron a la dirección con todas las patrullas policiales, cumplieron con el allanamiento ordenado, pero la casa estaba vacía, habían escapado recientemente.
Enseguida se comunicaron con el Comisario y la policía australiana para que cierre los aeropuertos, que nadie pudiera salir del país. Probablemente estaba escapando y no podían arriesgarse a volver a perderla.
Y allí, en la red de pescadores, allí la encontraron. Con la cola atrapada, la Sirena se quitaba la máscara. Era impresionante, pero era Kayla Collinge.
La arrestaron en pleno aeropuerto junto a Charly. Volaban a México, y ahora a prisión.
Todos se sentían orgullosos del trabajo hecho, entusiasmados y con un alivio inimaginable. Por fin y de una vez por todas parecía que habían atrapado a la Sirena negra, la asesina más buscada a lo largo de veinte oscuros años llenos de asesinatos bajo el agua.
Según las pruebas era ella, pero aún faltaba confirmarlo en la declaración.
-Comencemos de una vez. ¿Quién es usted ? ¿Cuál es su nombre completo?-el Comisario Brown la interrogaba con sutileza e inteligencia.
-¿Quién cree que soy?- acentuó la pregunta con un tono duro y rebelde. Vestía el uniforme gris, llevaba su cabello avellana suelto,despeinado, y miraba calculadora a los ojos del Comisario con sus profundas esmeraldas.
El Comisario rió malévolo.
-¿Por qué insistes en cambiar los roles? Nadie va a quitarte de esa silla en la que eres la indagada, la acusada, y la culpable. A menos que digas la verdad de los hechos y de ti misma, eso si podría salvarte. -dijo el Comisario. -Primero que nada,¿ como es posible que estés viva? Has fingido tu muerte...¿ por qué? ¿Quién eres? Se te acusa de ser la Sirena negra y de todos los asesinatos que su nombre conlleva. Según Patrick Kidman, el arma homicida de Hanna Col estaba en tu casa oculta entre tus pertenencias.
Kayla mostró una media sonrisa irónica, se balanceó hacia delante apoyando los codos en la mesa y lo miró seriamente a los ojos, de cerca.
-Yo soy Sarah. ¿Nadie me recuerda cierto? - dijo despacio, mirando meticulosamente al Comisario, con una expresión neutral que ocultaba todo el rencor y la ira que ardía en ella.
-Nadie me conoce...Soy Sarah Collinge Grey, hija de Josuá Collinge y Fhara Grey.- continuó, alejándose un poco y quitándole emoción a la revelación. -Tenía una hermana gemela, Kayla Collinge, murió en el 2001.- se notaba la impotencia que sentía y lo mucho que la debía odiar, o envidiar. De repente su mirada se dispersó junto con sus pensamientos, quienes volvían al día en que ella murió.
El Comisario Brown estaba tan sorprendido que ni si quiera podía seguir preguntándole con estrategias. Había quedado atónito, de repente había dos de la misma, Kayla sí había muerto, claro que sí, él había visto su cuerpo. La que estaba aquí, la asesina, era Sarah. Su hermana gemela. Ahora todo cobraba sentido.
-¿Tú la mataste cierto?-preguntó Brown.
Tardó unos minutos en responder, observando todo a su al rededor. Observó las esposas en sus manos, su uniforme, las paredes, los guardias de la puerta, el Comisario.
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Editado: 21.02.2019