Era claro que Zoé no podía quedarse en casa solo así, por lo que tuvieron que explicarle lo ocurrido a la madre de Fernando, la señora era muy amable con Zoé, pero no sabían como reaccionaría cuando observara las marcas que había dejado Ricardo en su espalda; la mujer casi lloraba al ver lo que aquel hombre había grabado en el cuerpo de la pequeña; sin esperar mucho tiempo se marcharon a la comisaría para levantar una denuncia por maltrato intrafamiliar, gracias a la pronta acción de las autoridades Ricardo finalmente se encontraba en su lugar, detrás de las rejas, la madre de Zoé también fue detenida por complicidad, aunque su pena fue mucho menor al no saber realmente lo que su pareja hacía cerca de la niña.
El juez después de mostrar las evidencias del maltrato y después de que confirmara el psicólogo infantil que Zoé sufría un maltrato psicológico desde hace tiempo y hace poco había comenzado a sufrir daño físico por ambas partes, madre y padre tenían la culpa del comportamiento precavido de la niña.
- Lamento lo de tu madre. - dijo la madre de Fernando dando unas leves palmadas en su espalda.
- Descuide... - las orejas de Zoé estaban un tanto agachadas, pues en su interior tenía una guerra interna, por una parte se sentía aliviada de que Ricardo se encontrará en la cárcel, lo que no le agradaba era saber que su madre corrió con la misma suerte, se sentía culpable por haberle causado problemas.
- Finalmente todo terminó. - le dijo Fernando intentando animarla un poco, sabía que le dolía lo de su madre, pero debía entender que tarde o temprano aquel hombre le haría algo más que solamente hacerle una cicatriz, que esperaba se curara de manera apropiada para que no fuera visible, en su espalda, pudo haber destrozado su inocencia, pudo destrozarle la vida y quizás si la suerte no estaba del lado de Zoé la pudo volver madre antes de tiempo.
La mano de Fernando se posó sobre su cabeza, acariciando suavemente sus cabellos, Zoé seguía mirando hacía la comisaría por donde habían desaparecido detrás de las puertas, a manos de los policías, los que eran sus padres hasta ese momento; la cola de ella se meneo levemente sintiéndose un poco mejor, más confortada solo con ese pequeño contacto. El juez había decidido emancipar a Zoé, pues no había parientes cercanos que se hicieran cargo de ella, por lo que también le proporcionó una carta para que pudiera encontrar trabajo y un lugar donde pudiera vivir hasta que pudiera mantenerse por sus propios medios; aquel pequeño departamento se encontraba muy cerca de Fernando y su familia a quien la justicia había puesto como sus protectores, sin embargo, el departamento tuvo que ser firmado con la madre de Fernando como aval, el casero no accedió a que Zoé se hiciera cargo del lugar ella sola.
- ¿Estás segura, cariño? Tenemos un cuarto vacío que puedes usar... - la madre de Fernando seguía tronándose los dedos nerviosa, una niña no podía vivir sola, de eso estaba segura y no podía decirle a su hijo que se quedará con ella, pero no encontraba otra manera de mantenerla protegida.
- Gracias señora, pero no quiero causarles problemas. - sonrió levemente, sabía que ahora que no estaba Ricardo las cosas serían mejor, nunca pensó que además de Ricardo había hombres con malas intensiones, hombres que no se detendrían al escuchar sus gritos, hombres que no les importaba arruinar su vida, la madre de Fernando no estaba tranquila.
- No, no puedes quedarte sola... Fernando quédate a cuidarla... pobre de ti si le haces algo a la niña... - por lo menos la angustia que sentía sería menor si sabía que allí se encontraba su hijo.
- ¿Qué? ¿Segura? - la cola de Fernando no pudo esconder su felicidad, siempre había deseado saber cómo se sentía estar viviendo en el mismo techo que una chica y ahora su madre le daba la oportunidad de hacerlo y no con cualquier chica, sino con su chica.
- No, pero por lo menos así no me sentiré tan nerviosa de saber que esta sola... - confeso y no mentía su cola meneaba la punta de manera aleatoria y esporádica.
Fernando hizo maletas y se fue junto a Zoé a ese departamento, sabía que tenía que encontrar un trabajo de medio tiempo para poder solventar los gastos, su madre vendría a hacerles la comida, enseñarle a Zoé a hacer algunos platillos y sobre todo a vigilarlos, pues se trataban de adolescentes.
Esa noche las cosas pintaban muy bien, Fernando se encontraba con Zoé a solas en un cuarto, observaban la televisión, habían cenado unos huevos fritos que su madre les había preparado, en un cuaderno Zoé escribió la receta, para no olvidarla y hacerla en un futuro; cierto era que en ocasiones cocinaba en casa, pero eran comidas frías como sándwiches o tortas de jamón, cosas simples que cualquiera podía hacer, su madre no la dejaba usar los cuchillos por miedo a que se lastimara o a alguien más, tampoco podía utilizar la estufa para evitar que quemará la casa; por lo que ahora que debía cocinar para ella y Fernando la presión se sentía y no era muy agradable.
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el deseo a una estrella fugaz, un amor a punto de romper, una chica que no sabe expresarse
Editado: 07.06.2020