Por un tiempo Zoé evitó a Fernando, pues se sentía extraña después de la revelación de que era un activista de los juguetes sexuales, cosa que a ella nunca le había llamado la atención, sin embargo, ella no era quien para juzgarlo y mucho menos decirle como hacer las cosas o confesar que aquellas prácticas le apetecían incómodas, pues no deseaba que Fernando pensará que ella era una persona cerrada; el separarse no era una opción, quién más la aceptaría con sus faltas y las cicatrices que su padrastro había colocado en su cuerpo, nadie. Zoé llegó a una resolución bastante errada.
- Solo está conmigo por lastima... - miró su reflejo en el espejo del baño, se había metido a lavarse las manos y de paso la cara, su reflejo no mostraba lo que los demás veían en ella, una persona confiable y llena de sorpresas que valía la pena conservar entre sus amistades; no, ella podía ver a una chica que había sido violada por su padrastro, consensuado por su madre, podía ver a la hija de una convicta, de una mujer fácil, de una prostituta a quien primero le importan los hombres antes que su propia hija; veía las marcas en sus muñecas, en su cuello, sus pechos y espalda, a pesar de que aún traía la ropa puesta; las marcas que su padrastro había hecho por simple gusto para hacerle entender que ella no podía estar con nadie que no fuera él, solo Fernando conocía su pasado oscuro y aun así la apoyo e incluso se habían vuelto pareja; quizás Fernando no la amaba, solo le brindaba el cariño que ella nunca tuvo en casa, por esa razón se había molestado tanto meses atrás, por eso había pedido separarse.
Cubrió con la mano su boca, para evitar soltar un chillido por la revelación, quién era ella para pedir algo, observaba sus orejas, no eran lindas como las de las demás chicas, quienes poseían esa parte anatómica pequeña y estética ella tenía las orejas muy grandes, observó su cola, esponjosa y mullida, observa sus lentes, todo lo que puede ver es lo opuesto a alguien linda, definitivamente Fernando solo estabas a su lado por lástima.
- Zoé, ¿Quieres ir al cine conmigo? Hace mucho que no... ¿Qué pasa? ¿Por qué esa cara? - preguntó Fernando asomando su cabeza por la puerta abierta del baño.
- No me pasa nada... ¿Cine dijiste? Claro, vamos, ¿Qué película quieres ver? - secó rápidamente las lágrimas que deseaban escapar de sus ojos, mismas que se confundían con las gotas del agua fría que aún reposaban sobre su rostro.
Después de secar su cara y tomar su abrigo se dirigieron al cine cercano, una marca prestigiosa de una cadena cinematográfica les esperaba enfrente con sus filas interminables para comprar suministros para entretenerse comiendo mientras miraban la película, otra para los boletos y una más para el baño.
- Perdón, no salían del baño. - se disculpó, Fernando llevaba varios minutos esperándola para entrar a la sala, pero era inevitable para Zoé, ya que el lugar era bastante frío gracias a la ventilación y ella tendía a orinar con más frecuencia debido a eso.
- Ya vamos tarde. - el cejo fruncido de Fernando era disimulado, cosa que Zoé podía distinguir, bajo la cabeza y dejó caer su cola, nuevamente lo había hecho enojar; Fernando pudo ver como las puntas de las orejas de Zoé bajaban levemente y su cola quedaba inerte entre sus piernas.
Fernando no estaba molesto con Zoé, le molestaba no encontrar un buen sitio en donde ver la película, la última vez que habían ido al cine, tuvieron la desgracia de estar cerca de unos niños bastante molestos que no le dejaron ver la película comodamente a Fernando, eso fue algo que ambos lamentaban y era muy probable que ahora, gracias a sus incontrolables ganas de ir al baño solo por el frío del lugar se volvería a repetir.
- Sabes que no lo digo por ti, espero que no nos toque en un lugar concurrido, vamos. - le tomó de la mano para sacarla de sus pensamientos, Fernando se sentía como una basura, había prometido ser un poco más tolerante, era cierto que no había tardado en el baño a posta, entonces porque parecía que le molestaba que cumpliera con sus necesidades fisiológicas.
- Lo sé... lo siento. - nuevamente los ánimos de Zoé bajaron al suelo y Fernando no pudo hacer nada más que desear que a nadie le gustará la película.
Por suerte para ambos así fue, la película no había tenido el éxito que deseaban y la sala se encontraba pobremente habitada, fue una fortuna que los asientos preferidos de Fernando estuvieran disponibles, completamente céntricos, la película, según Fernando se disfrutaba más desde esa ubicación pues la pantalla les quedaba justo en frente en su mismo centro, por lo que ningún centímetro se desperdiciaba.
Ni Zoé ni Fernando pudieron concentrarse en ver la película, no escucharon las risas de la gente cuando había una escena jocosa y mucho menos enrojecieron sus mejillas en la parte de donde la protagonista se entrega a su pareja; no fue hasta que el encargado de limpiar les pidió desalojar para arreglar la sala para la siguiente función que se dieron cuenta de que todo había terminado.
- Disculpen las molestias. - dijo el joven que sostenía una escoba en sus manos, listo para limpiar el desastre de los pequeños niños de las filas de adelante.
- Descuida, permiso. - se levantaron de su asiento con todas las palomitas y el refresco casi llenos.
Se sentaron, como era costumbre cuando salían, a charlar; sin embargo, sus bocas permanecieron cerradas, Fernando comenzaba a sospechar que Zoé deseaba cortar con él, la razón era simple: era un pervertido a ojos de ella. Cierto era que Zoé pensó en terminar con él, pero no por las razones que Fernando creía, Zoé planeaba liberar a Fernando de la carga de estar a su lado, quizás de esa manera podría encontrar a una joven bella y hermosa con la cual formar una familia en el futuro; desconocía por completo lo que él había comprado para celebrar su cumpleaños y si las cosas seguían como hasta el momento quizás jamás lo descubriría.
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el deseo a una estrella fugaz, un amor a punto de romper, una chica que no sabe expresarse
Editado: 07.06.2020