Las postales de Nart

1962 - 12 Moisés y Nart intuyen donde esta Ade

En la casa de Moisés, este mira las fotografías y decide hacer dos copias, de la que él hizo a la furgoneta blanca detrás de los Jeeps. Nart recoge la caja de lata, en la que, en principio, contuvo galletas de la marca Fotaneda, con todas sus postales (fotografías reveladas en ese formato), las del desván: los álbumes, el fardo de Elías, las de los pines, los papeles de las carpetas. Las de su amigo en casa de Arnau, la mina, los Jeeps, la nave donde estuvo Ade,  más jeeps en diferente sitios, las del puticlub, el bar, la tía, y la de la chica en la puerta del bar de Andrés, entre otras muchas más.
   Si la furgoneta junto a los los Jeeps, iban en dirección a Francia, cabía la posibilidad que la hubiesen traspasado por Pont de Rei, si eso fue el día anterior por la tarde, tal vez sería imposible saber qué dirección cogieron, a esa hora estarían lejos de  aquí.
   - Pero, deberíamos avisar a mi tío - dijo Nart.
Moisés lo pensó unos instantes y accedió a ir a contarle lo que creían que podía ser una buena pista. Pidió a Nart que le entregara su caja de fotografías, colocó una copia en la salía la furgoneta y la otra la dejó en la ampliadora. Nart se la entregó, pero antes cogió la de la ampliadora y se la metió en el bolsillo. Después los dos juntos salieron en dirección a la casa de Alberto. Al llegar, tocaron a la puerta, con insistencia. La tía abría la puerta apresurada. La explicación fue breve, muy escueta. Les dijo que el tío de Alberto estaba en Vielha, en el cuartel de la Guardia Civil, donde había sido citado junto a Dean.
   - Pero tía, tenemos que hablar con él, es importante -
   - Lo sé, pero se lo diremos cuando vuelva, supongo que para la tarde estará aquí - le respondió su tía, también claramente preocupada.
   Moisés decidió ir a Vielha. En treinta minutos podría estar en el cuartel de la Guardia Civil. Ya era hora de dejarse de tonterías y hacer algo. Con la caja de fotografías que llevaba, Alberto y Guardia Civil, sabrían qué hacer. Volvió a su casa, cogió su chaqueta, imitación a piel, con más años que él mismo, también cogió las llaves de su coche. A los pocos minutos estaba al volante de su Seat 600. Recorrió las calles de Les, hasta salir a la carretera general, la que le llevaría a Vielha.
   Nart entró en casa. Andaba de un lado para otro, inquieto, pensando que algo tenía que hacer. Algo en su interior le decía que no estarían muy lejos, cruzar la frontera tantos vehículos levantaría sospechas. No lo pensó más, y se encaminó al bar de Andrés. Recordó que Moisés le dijo que su tío y él eran amigos.  
   - Llegó al bar exhausto, casi sin poder respirar, de un tirón le explicó los de los Jeeps, la furgoneta y la idea de que en ella fuese Ade, no podía ser que hubiesen pasado a Francia.
   - Cálmate Nart, tu tío sabrá que hacer, ve a casa y espera a que llegue - Andrés le instó a que tomara un refresco, que se calmara. Nada más lejos de la intención del chico. Sacó la fotografía del bolsillo y las colocó encima de la barra-
   -Andrés, si pasa Jorge o Gabriel, dáselas. Dile que vayan a Pontaut - se giró, le dio la espalda y se apresuró a salir.
   - ¡Espera chico!, ¿dónde vas?, no creo que pasen hoy por aquí - pero Nart ya había salido del bar, sin escuchar lo último que le dijo Andrés. Llegó a casa, cogió la bicicleta, las llaves de la botiga y se fue, ignorando lo que le decía la tía, ahora solo podía escuchar a su cabeza. Llegó a la Botiga, la abrió. Estaba nervioso, corría de un lado para otro, por el pasillo, por el mostrador, por toda la botiga. - Pero, ¿qué le estaba pasando? - le sudaban las manos. Todo el cuerpo le ardía inexplicablemente, el corazón le bombeaba a un ritmo desbocado. Sentía una  sensación de escozor en la boca del estómago, como sí fuese jugarse la vida. Dudó unos segundos, quieto, de pie ante el armario, pero al final lo abrió. Cogió la escopeta y dos cartuchos, que metió en el bolsillo. Cerró el armario, y salió corriendo tan rápido cómo pudo. A pesar de que cada día entraba y salía de la botiga, esta vez era como si hubiese entrado a una armería de la policía, para robar la escopeta.




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