Las princesas no lloran

42. Se mi ancla

 

Me voy levantando poco a poco, siento esa fea sensación en los ojos. Me estiro en la cama y bostezo un par de veces, cuando logro calmar mis ganas de seguir durmiendo, respiro profundo y me incorporo en la cama pegando mi espalda al espaldar.

Inspecciono mi alrededor y me doy cuenta de que no estoy en mi casa, no estoy en mi cuarto y que estoy en el cuarto de Joseph y en su casa. Los recuerdos de hace unas horas caen a mi mente como una lluvia de meteoritos, desde mi llegada, la confesión, su apoyo incondicional y su palapante dolor. 

Mi simio esta sufriendo por mi y eso me parte el corazón, no puedo creer que desempolvar ese viejo recuerdo haya traido tantos malos sentimientos a mi cuerpo, ahora me siento asqueada y sucia. Ahora entiendo que mi herida no sano y que solo la oculte detrás de la muerte de David pero seguia ahí y era como una bomba que tarde o temprano explotaría.

Y ya exploto…

Pego mis piernas a mi pecho y pienso en lo dificil que va a ser enfrentar todo de ahora en adelante, las cosas se van a complicar y los responsables van a pagar, en este caso: Alexis.

La puerta se abre y por ella entra un Blair, despeinado y triste, odio ser la causante de esa tristeza. Se acerca a la cama en total silencio se saca los zapatos se sube quedando a lado mio.

—¿Cómo estas, amor? —da un suave beso en mi hombro y me reconfortan sus caricias, tan naturales y genuinas para mi.

—Siento que libere un peso pero aun no lo he hecho por completo—comento. Me giro y me subo a horcadas suyas en busca de su calor y cariño.

—Es normal mi pequeña ¿Qué piensas hacer? —pregunta con el ceño fruncido. No me esperaba eso. Espero que Blair no haya hecho alguna locura. Un tipo sin escrupulos como Alexis es capaz de todo.

—Dime que no hiciste nada…—suplico mirandolo directamente a los ojos.

—No hice nada, respeto tu decisión pero quiero que ese infeliz page Kyra lo deseo con todo mi ser—dice con su mirada cargada de odio y lo entiendo yo debo tener la misma.

—Voy a denunciarlo—Blair al inicio parece sorprendido por la seguridad de mis palabras pero luego asiente con total normalidad.

—Estoy de acuerdo contigo, no haz mejor cosa que ese infeliz page en la cárcel, la muerte seria demasiado fácil—aprieta su mandíbula.

—Pero necesito pruebas, necesito su confesión—Blair frunce el ceño sin entender nada— seria mucho mas facil hundirlo si tenemos algo dicho de su propia boca—él me sigue mirando sin comprender lo que digo.

—¿Cómo piensas lograr eso? —alza una ceja, se que está nervioso.

—En la graduación, fingo estar molesta contigo y lo voy a ir a buscar a él—aclaro, no he pensado, ni he profundizado en mi plan pero esto debe llegar a su fin.

—No Kyra no te quiero cerca de él de nuevo—gruñe molesto

—No voy a estar sola tu estaras al pendiente de mi, en dos semana se acaban las clases

—¿Quién mas lo sabe?

—Mel—trago grueso y él me mira con actitud serena

—¿Solo ella? —asiento—¿No crees que deberiamos contarselo a tus padres? —lo dudo un minuto y se que necesitare tiempo y fuerzas para enfrentarlos y mas ahora que se vienen una fecha dolorosa para los tres.

—No Blair ya mismo es la misa en honor al primer año de David, no quiero sobrecargarlos de mas cosas pero quisiera hablar con tu mamá—susurro con convencimiento

—Crees que estaras bien—asiento

—Quiero mucho a Carmen y creo que es una persona que nos puede ayudar mientras mis papas no sepan, talvez luego me odien por esto pero…—no me imagino la reaccion de ellos, la de Blair fue dura de ver.

—Esta bien nena si es lo que quieres puedo llamar a mi mamá—es lo mejor, con ella puedo contar como una persona adulta—Vuelvo enseguida—deposita un sutil beso en mis labios y sale de la habitación.

A los minutos ingresa Carmen con un te en sus manos y una sonrisa radiante aunque sus ojos destellan preocupación y los gestos de su cara cambian rapidamente al verme a mi que estoy totalmente destruida.

—Buenas noches Carmen—saludo con respeto

—Hola Kyra, te prepare un te, pude escuchar que no te sentias bien, esto va a subir tus animos—asiento, ella me entrega la taza —soy todo oidos puedes contar conmigo ya que mi hijo no quiso decirme que sucede—le da una reprobatoria mirada a mi novio que en otros momentos me hubiera causado mucha gracia pero ahora no.

—Yo las espero abajo…—anuncia mi novio pero no quiero estar sola quiero que en este momento sea mi ancla.

—Se mi ancla porfavor…—susurro con tristeza. A él se le nublan los ojos de lagrimas, esta muy mal, jamás lo he visto así, consumido en su propio dolor y tratando de compartir el mío. Carmen nos mira sin comprender nada.

—Esta bien pequeña—se sienta en la cama y me da su mano, la cual aprieto antes de mirar a Carmen que ya esta con un gesto de mas preocupación.

—¿Puedo saber que sucede chicos? —pregunta con cautela. Toma la silla del escritorio de Blair y se coloca a un lado de la cama.

—Carmen prometame que no me va a juzgar y me va a escuchar porfavor…—pido. Tengo muchisimo miedo.

—Por supuesto cariño, cuentas conmigo eres como una hija para mi—el corazón se me parte, miro a Blair y su mirada esta sumida en la nada.

Comienzo a relatar todo con un nudo en mi garaganta. Me doy cuenta que cada vez que se lo confieso a alguien se vuelve a abrir la herida y los recuerdos de esa noche golpean mi mente con dureza. 

Con cada palabra me doy cuenta que no se como pude callarlo tanto tiempo, no comprendo porque no se lo dije a alguien aunque luego las justificaciones y excusas vienen rapido a mi mente como por ejemplo la muerte de David, él era mi vida.

—Oh Dios mio—dice la señora Carmen y se tapa la boca con notorio asombro—ay mi niña—sin mas me abraza y vuelvo a llorar. En todo este momento Blair no ha soltado mi mano en ningun momento, más bien nuestros dedos se entrelazan haciendo nuestra conexión más fuerte.



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En el texto hay: adolescentes, amor-odio, mentiras dolor

Editado: 29.04.2021

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