Adeline POV
Desde que nos habíamos visto de nuevo, unos sesenta y ocho minutos atrás, Isaac era quien había mantenido una actitud más fresca y vacilante, entre nosotros dos. Fue por eso, que me desconcertó e incomodó muchísimo, el repentino cambio de actitud que tuvo de un momento a otro.
Fue como si de pronto algo dentro de él hizo click, lo hizo pisar tierra y en reacción, él borró su sonrisa y tensó su rostro en una dura expresión. Me mantuve al límite y sin querer indagar en su actitud, dirigí mi mirada al frente, encontrándome con una íntima y divertida conversación inaudible entre Ralph y Soph. Solo podía observar sus bocas dibujando sonrisas y sus labios moviéndose con cada palabra que salía de ellos.
Sonreí al imaginar la cara de Soph cuando le contara con lujos y detalles todos los sucesos de la noche. Sería épica.
Tras un suspiro forzado, volví mi mirada hacia Isaac y me detuve a mirarlo por segunda vez en la noche, solo que esta vez él tenia su mirada fija en el vidrio del auto, lo cual me daba algo de ventaja en no tener que mirarlo con disimulo.
Amaba la manera en como los risos de Isaac caían sobre su frente. Creo que solo a él podrían lucirle de esa manera. Aportaban frescura y sensualidad a su aspecto, y eso, sumado a sus facciones masculinas perfectamente definidas, sus labios rosados los cuales provocaba morder y el leve rastro de una barba incipiente que amenazaba con hacer su completa aparición en los siguientes días, lo hacían lucir de una manera que no debería ser legal en ninguna parte del mundo.
Por la oscuridad en la que habíamos estado envueltos tanto en el Louie, como en Ramler Park, aun no había podido notar con exactitud el color de sus ojos. Siempre fueron una mezcla entre grises y verdes, nunca logré definirlo muy bien.
Mis pensamientos se vieron irrumpidos cuando la voz de Ralph llegó a mí.
—Creo que deberás ayudarme a subir el culo de tu amiga al apartamento Miss manchita—dijo él, haciendome notar que ya estabamos en el estacionamiento de lo que era la lujosa residencia donde vivían Isaac y él.
Volteé a mirarlo y entrecerré mis ojos cuando agregué en un tono notablemente gracioso— Y creo que tu deberías buscarme un jodido mejor apodo que ese..."Ralphi"
Me regaló una sonora carcajada en respuesta y lo ignoré mientras quitaba el seguro de la puerta y me bajaba del Corolla plateado 2015 de su propiedad. Abrí la puerta del asiento copiloto y tomé fuerzas para lo que se avecinaba.
—Vamos Sophia Jones. Colabora con nosotros nena—Intenté halarla, pero ella ponía resistencia.
Lo peor de las borracheras, era el momento de hacerte cargo de alguien que aplicaba el "peso muerto". Aquí, ese momento, acababa de comenzar.
— Yo puedo sola Adeeline—Chilló ella.
Las pedas de Sophia, tenían todas algo en común: Todas solían terminar o en risas o en llanto. En el peor de los casos... ¡En risas y en llanto! Sin embargo, por ahora, ella con su actitud "graciosita" podría ser fácil de manejar.
—¡Dios! !Sophia, necesitamos que colabores!— Supliqué— Muy mala idea pensar que una noche de shots y cocteles podrían ayudar a cerrar el ciclo post Mike—Cerré mi boca abruptamente al darme cuenta del error que acababa de cometer.
Mencionar el nombre de Mike, solo me traería como resultado una cosa.
Llanto.
—¡Jodido imbécil de Mike! ¡Lo odio! ¡Es un ex de mierda!— Exclamó con furia y rompió en un sollozo, confirmando mis sospechas.
Me volteé y me encontré con un Ralph desconcertado. De hecho, tan desconcertado como el día que nos conocimos. Algo me hizo pensar, que él tenía algo en contra de ver a las personas llorando. Él no sabía como disimularlo, a leguas se notaba. Suspiré, sabiendo que si eso era cierto, había una razón muy dolorosa detrás.
Intentando desviar mi atención de él, busqué a Isaac con la mirada, pero no habían rastros de él. Ralph no pasó desapercibida mi mirada curiosa.
—Isaac dijo que nos esperaba arriba— Agregó, mientras me hacía una señal con sus manos, indicandome que le restara importancia al hecho de que Isaac se nos había adelantado.
Asentí, pero el no pareció quedar satisfecho.
—Suele suceder. Es algo frecuente en él que a veces este normal y que de pronto se vuelva el rey del hielo. Es como si llegara su menstruación —Comentó divertido.
—Gracias a Dios le llega la menstruación—Susurró Sophia tras nosotros. Haciendonos voltear. —Espero y a mí también me baje. Lo menos que quiero es un hijo cobarde como el imbécil de su padre— Ella continuó hablando mientras se ponía de pie y cerraba la puerta del auto. Fue como si de pronto, el alcohol hubiese abandonado su cuerpo.
—Que loca bipolar—Exclamó Ralph al notar que Sophia pasó de sollozos a comentarios jocosos y por último, a comentarios ofensivos.
—Maldito puto loco imbécil—Respondió Soph a Ralph, regalandole una mirada asesina antes de comenzar a caminar vía al ascensor. Tres pasos después, se detuvo y giró sobre sus talones. Su mirada chocó directamente con la de Ralph y se sonrojó.
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Editado: 16.08.2018