Querido Jeremy:
Tengo que admitir que verte caminando de su brazo o del de cualquier chica despertaba en mí una irracional sensación de celos que eran casi inhumanos.
Era como un monstruo que se alimentaba de toda la energía que había en mí cuerpo y tu notaba eso.
Solías preguntarme porque me encontraba tan desanimada últimamente y yo optaba por mentirte. No sé me pasaba por la cabeza contarte la verdad, menos si eso podía significa que tu te fueses de mí lado dejándome sola.
Así que prefería hundirme en mí propia miseria y fingir que era feliz por ti.
Durante noches y noches en las que lloraba en mí habitación hasta quedarme dormida, pensando en las horribles cartas que me había dado la vida, en el medio de una de ellas tomé la decisión de que por mí propio bien tendría que dejarte, así fuese poco a poco.
Tendría que aceptar que tu nunca podrías ser más que un amigo para mí.