Los Aurores abandonaron el despacho y se fueron directamente al departamento, pero todos iban con expresiones de preocupación y el primero en hablar fue Harry.
Antes de que se iniciase el año escolar y teniendo en cuenta que una buena parte de los niños ingresaban a Hogwarts, Harry se había reunido con su equipo de trabajo y habían decidido enviar un contingente de Aurores para vigilarlos. Todos estuvieron de acuerdo con ello, el asunto era cómo hacerlo, de manera que Jason sugirió dividir en tres la fuerza que pensaban enviar. La primera, se instalaría en Hogsmeade con el fin de vigilar a los extraños que visitaban el pueblo. La segunda, vigilaría los accesos al castillo, pero sin ser vistos. Y la tercera, que resultó la más difícil de preparar, consistía en un grupo de cuatro Aurores, dos chicos y dos chicas de los más jóvenes, que irían como estudiantes de último año para así contar con una vigilancia desde el interior sin que los niños se sintiesen presionados o nerviosos. Todo había marchado aparentemente bien a lo largo de ese año, pero ante esta nueva amenaza, porque nadie dudaba que lo fuera, debían tomar otras medidas. Harry y Bill estaban mirando a Dánaee y ella compuso cara de horror.
Alexander asintió y Jeremy fue el encargado de introducirlo al castillo sin que nadie lo notase. Una vez que ellos se marcharon, los demás que seguían sumidos en negros pensamientos, miraron a Jason.
Jason asintió y les informó a los demás que el libro estaba en la biblioteca de Avalon, lo que causó la evidente decepción de Hermione.
Pero mientras Lyra le decía aquello a Sirius, en varios cerebros una idea flotaba con aterradora convicción, porque a pesar de que lo dicho por Lyra era cierto, aquel robo estaba muy lejos de ser la obra de un chico.
Entre tanto en Avalon, si bien al principio Albus se había enfurecido al despertar y encontrarse allí y les había tomado una enorme cantidad de tiempo calmarlo, finalmente lo habían conseguido y habían podido comenzar a trabajar con él. No había resultado nada sencillo, porque en realidad aquella tragedia lo había afectado de la peor manera y descubrieron que era la culpa, más que otra cosa, lo que estaba matándolo. Pidió en repetidas oportunidades que lo dejasen ir al cementerio, pero naturalmente esto no le fue concedido y fue una de las cosas que más retrasó el proceso, pero fue Morgana quien intervino entonces, porque a pesar de que aquello caía más en el terreno de Elaine que era la que normalmente trabajaba las emociones y pensamientos, Morgana llegó a la conclusión de que aquel individuo podía aparentar ser muy pacífico, ecuánime y controlado, pero que era solo eso, apariencia. En opinión de la guardiana, Albus en realidad no difería en mucho de Jason, Louis, James o el mismo Anthar, y era tan terco, obstinado y peligroso como los otros cuatro, y aunque podían reconocerle un maravilloso trabajo en materia de autocontrol, su reciente tragedia había sacado a flote su auténtica naturaleza y había llegado el momento de enfrentar lo verdaderamente importante, porque toda su peligrosidad la estaba dirigiendo hacia sí mismo. Sin embargo, había quedado demostrado que no podría hacerse por la vía de la conciliación y ameritaba otros métodos más acordes con su naturaleza, así que Morgana se lanzó a ello.
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Editado: 27.06.2023