Ya estaban a mediados de semana, y aunque Ben había tenido que hacer considerables esfuerzos para controlarse, hasta la fecha lo había conseguido y Anteros seguía entero. No obstante, otro asunto había comenzado a mortificar a Ben, y si bien nadie más lo había notado, Oriana sí, y mientras desayunaban se quedó mirando a Ben que parecía ver sin ver hacia algún punto impreciso.
Oriana puso los ojos en blanco y se llevó una mano a la frente como intentando serenarse. Se dijo a sí misma que tenía que haberlo imaginado, ya que, aunque Ben tenía la enorme capacidad para preocuparse por todo y por todos, el 99% de sus angustias tenían nombre y apellido.
Ben había juntado las cejas, pero un segundo después y cuando había registrado con corrección lo dicho por Oriana, se sintió estúpido. No obstante, algo le decía a Ben que aquel aspecto desmejorado que tenía Cassandrea no tenía mucho que ver con su femineidad. Y sería algo que Ben comprobaría más pronto de lo que habría imaginado.
Cassandrea en realidad estaba a medio camino entre la furia y la preocupación, ya que durante la última semana cada vez que estaba con Anteros sucedían las cosas más insólitas. En un principio había pensado que aquello podía ser obra de Ben, pero lo descartó casi de inmediato, porque él le había dado su palabra de no interferir y ella confiaba ciegamente en él. Su siguiente opción habían sido sus hermanos, pero si bien Aydan siempre había tenido más éxito para ocultarle sus pensamientos que Cassander, no le resultó difícil averiguar que ninguno de los dos tenía que ver con el asunto, porque cuando hurgó en ambas mentes en un momento que los encontró desprevenidos, no encontró ningún pensamiento ni recuerdo incriminatorio, pero si bien Cassander no había notado la inopinada incursión, Aydan sí y se preguntó qué buscaba su hermana.
Después de descartar a los tres sospechosos más probables, comenzó a fijarse en los demás, pero no había muchas posibilidades, así que cuando se quedó sin sospechosos pasó a pensar seriamente en su padre, que en cualquier caso y después de sus hermanos, era el que mayores posibilidades tenía de estar en algún lugar sin ser notado. Sin embargo, como ya había pensado antes en él y había estado equivocada intentó serenarse, pero la sensación de estar siendo seguida a todas partes y la sospechosa sombra que solía ver y que desaparecía con rapidez cuando intentaba acercarse, comenzaba a minar no solo su tranquilidad sino su seguridad. La pasada noche, cuando Anteros y ella caminaban por un pasillo desierto y él se había detenido sujetándola por la cintura y atrayéndola hacia él, Cassandrea había emitido en un grito al ver con claridad que una alta figura se alzaba tras Anteros.
Sin embargo, Cassandrea después de hacer a un lado a Anteros no había logrado atrapar a quien fuese que estaba allí y miraba a todas partes con la esperanza de poder ver algo.
Anteros se tensó y extrajo su varita, pero la guardó enseguida, ya que era evidente que no había nadie.
Algo del todo inútil y ella lo sabía, porque tenía suficiente experiencia en aquella materia como para saber que fuese quien fuere, se había comunicado directamente a su cerebro.
Anteros suspiró con resignación, pero no dijo nada y fue con ella. Se despidieron al inicio de las escaleras y Anteros marchó hacia las mazmorras mientras que Cassandrea iba en dirección a la torre. Por el camino se encontró con J.L y Jean Paul, y como fue un sorpresivo choque, emitió una exclamación de susto haciendo que los gemelos la mirasen con extrañeza.
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Editado: 27.06.2023