Latidos de amor

[Diecisiete]

Solamente tú -Pablo Alborán

Valentía
[17]

NATALIE

¡Vamos Natalie tú puedes hacerlo, no te acobardes ahora solo se lo dices y listo solo hazlo! —he tratado de repetir eso en mi cabeza un millón de veces, aunque con poco —ningún—éxito.

He estado en una lucha mental durante lo que va del día —considerando que son las 5 de la tarde—acerca de invitar a Ernesto a cenar hoy a mi casa porque ¿quién dice que son los chicos los que deben invitarte?

En este instante un efímero sentimiento de valentía me recorre el cuerpo y acabo de decidir qué simplemente se lo diré y luego actuaré en consecuencia a eso.

Hoy ha sido un día "normal" dentro de lo que cabe, heridos y laceraciones menores, por lo que la calma de este lugar llega a crisparme un poco los nervios.

Pero eso está a punto de cambiar, cuando los paramédicos entran con una paciente femenina embarazada pero su aspecto me doy cuenta de que esto no es muy bueno.

¿Que saben de la paciente muchachos? 
—preguntó a los paramédicos que la trajeron.

—Su nombre es Olivia Pears, 34 años, 30 semanas de embarazo, su madre llamó a emergencias cuando notó que no respondía. Su ritmo cardiaco es algo elevado y su presión arterial también, nos preocupa que pueda ser un cuadro de preclamsia
—responde uno de los chicos—

—Ok nosotros nos encargamos gracias muchachos.

April —ella voltea y me mira— voy a necesitar ayuda aquí, vamos al cuarto #6

— Lo primero es hacer una ecografia, debemos ver que el bebé esté bien Maggie, —volteo a mi izquierda. Alcánzame la máquina por favor.

Pasó el aparato por su vientre y ahí está el latido del corazón del bebé, fuerte y claro. Pero inmediatamente después veo algo preocupante.

—April —llamó a la morena. Por favor prepara a la paciente para una cesárea de emergencia, el latido del bebé no es demasiado fuerte, además de que no tiene suficiente líquido amniótico, debemos sacarlo antes de que sufra más daño, vigila su presión arterial y llámame si cambia o si la paciente despierta.

Salgo de la habitación y tomo un respiro ¿cómo pasó de tener un día tranquilo a tener riesgo de perder dos vidas?

Camino por el pasillo y voy hacia la sala de médicos, pero me paró en seco cuando veo a Ernesto ahí sentado y pienso que es la oportunidad perfecta para pedirle que cene conmigo hoy, pero en el momento en que voy a girar el pomo de la puerta algo me detiene.

Es April que viene corriendo hacia mí, con la cara roja y algunas gotas de sudor bajándole por el rostro.

¡Oh! ¡Oh algo no está bien!

¡NATALIE! —su voz se escucha jadeante— Olivia, la paciente despertó y quiere hablar contigo, pero su presión sigue demasiado alta, me preocupa que por la preclamsia pueda sufrir una convulsión.

—Iré a hablar con ella —musito— por favor avisa al quirófano y diles que estén listos en unos diez minutos para la cesárea.

Camino de regreso a la habitación de Olivia y toco el cristal, como pidiendo permiso para entrar.

—Adelante —musita—, yo avanzo hasta quedarme en frente de su cama.

—Señorita Pears, soy la Dra  Manning
—estrecho su mano— yo soy su médico.

—Puede llamarme Olivia si quiere 
—musita— ¿puede decirme qué pasó? ¿Cómo está mi bebé, Holly?

—Olivia —tomó una respiración— te desmayaste y no respondías, por eso tu madre llamó a emergencias, tu salud está perfecta, lo que nos preocupa es Holly

Mi bebe ¿le pasó algo? —alza la voz alterada— ¿Murió? ¿Ella va a morir?

—No morirá si actuamos a tiempo, te lo explicare —hago una pausa— , nos preocupa tu presión arterial, es demasiado elevada, además de que la beba  tiene suficiente líquido amniótico, por lo que lo mejor es hacer una cesárea, pero necesitamos tu consentimiento ¿podemos?

—Por supuesto que sí —responde rápidamente. Haga lo que sea, solo sálvela

—Muy bien,en unos minutos una enfermera vendrá a prepararte para ir a cirugía

La cesárea por fortuna salió bien y tanto Olivia como la beba se están recuperando.

Faltan un par de horas para terminar la jornada y creo que ya es tiempo de hablar con Ernesto, es ahora o nunca.

—¿Has visto a Ernesto? —pregunto a Arizona— mientras muevo mis pies con rapidez

¿Por qué de repente estoy tan nerviosa?

—Mmmm creo que estaba en la sala de descanso —responde dudosa.

—Gracias Ari —digo— te veo después

Camino con rapidez 
—casi desesperación—a la sala de descanso con el corazón latiendo con fuerza, casi como si quisiera salir de mi caja torácica ¿qué es lo que pasa conmigo hoy?

Cuando giro la perilla de la puerta y entró a la estancia me encuentro con una de las imágenes más sexys y tiernas que yo haya visto.

Ernesto está dormido plácidamente boca arriba, abrazado a una almohada y algunos mechones cayéndole por la frente, con los labios ligeramente abiertos y sus largas pestañas casi llegándole a las mejillas.

Se ve tierno y sexy al mismo tiempo.

¿Y si me acerco? Total, no creo que se despierte.

Con cautela me acerco más a la cama y lo observó con más detenimiento, sus labios son demasiado rosas para ser normales y se ven tan suaves, en su cara se ven rastros de una pequeña barba que yo no había notado, cada detalle que percibo me gusta más que el anterior.

¿Y si lo toco? ¡NO! No Nat es demasiado arriesgado —pienso—

Antes de siquiera darme cuenta estoy tocando su rostro, parece que mis manos tienen vida propia.

Toco su frente y bajó hasta sus pestañas ¿es normal que sean tan largas? Sigo bajando hasta sus mejillas las cuales se sienten suaves como algodón, sigo mi camino hasta su barbilla donde tocó el rastro de barba que mire anteriormente, se siente duro y áspero contra mi mano, pero me gusta esa sensación.



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En el texto hay: musica, amor, romanc

Editado: 12.07.2020

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