Lazos

02 - Cosas Normales

Elian observó el cielo gris y lluvioso de esa madrugada de otoño, desde la pequeña ventana de la cocina.  El viento soplaba con fuerza en la calle, y quitaba todas las ganas de salir de la casa. El ambiente dentro de aquel modesto hogar era completamente diferente. La cocina era pequeña pero cálida, y tan acogedora como el resto del lugar. Una alegre canción era canturreada por una mujer de cabellos rubios que iba y venía por la cocina acomodando las tazas para el desayuno. El olor a café y tostada recién hechas inundaba el ambiente, abriendo el apetito de cualquiera.

—Buenos días —Elian tomó su lugar en la pequeña mesa, y comenzó a untar con manteca y mermelada las tostadas, sabía que a su madre le encantaba comerlas de esa forma.

—Buenos días, cielo —la mujer depositó un dulce beso en su cabeza, mientras acariciaba el cabello color ébano que tanto contrastaba con el de ella.

Su madre era una persona cariñosa y muy demostrativa, muy diferente a como era él. Lo había criado con amor y dedicación, aun cuando había tenido que sacrificar tanto por él. Era una persona que admiraba mucho, ya que aun en sus peores momentos nunca la había visto desanimarse ante la adversidad. Miriam era toda su familia.

—Buenos días, Kiliam —saludó animada su madre, al ver al chico parado en la entrada de la cocina. Hacía mucho tiempo que su madre había dejado de sorprenderse al encontrarse con su amigo, tan temprano por la casa.

—Hola —la saludó el chico depositando un beso de buenos días en su mejilla, una costumbre que tenía desde siempre, y que a Elian le parecía tierna, aunque nunca lo admitiría en voz alta.

—Deja de dormir parado, y siéntate —ordenó Elian, mientras agregaba una taza en la mesa.

Desayunar los tres juntos, era algo que poco a poco se había convertido en cotidiano para ellos. Kiliam solía pasar mucho tiempo allí, y Elian era consciente que su madre agradecía enormemente que la presencia del chico lo sacara del mundo casi autista en el que vivía. Nunca había sido bueno para socializar, y era algo por lo que no se preocupaba.

—Kiliam, amor, ¿ya has avisado que estás acá? —preguntó la mujer al servir el café. No era ningún secreto que su amigo  solía escaparse de su casa, y para evitar problemas con la familia de Kiliam, su madre había establecido la simple regla de que si se quedaba en la casa, tendría que avisar a su familia que estaba allí, para evitarles preocupaciones innecesarias.

—Claro —respondió sonriente el chico, mientras devoraba una tostada con ganas. Elian lo miró sin decir nada, por  lo que Kiliam se sintió casi obligado a agregar—. Anoche, al salir de lo de Alice, les avisé que me quedaba acá a dormir.

—Es bueno que alguien haya estado enterado —comentó Elian casi murmurando.

—De lo que no te enteras, es que pescarás algo por dormir con la ventana abierta.

—Tarde. Creo que ya lo pesqué… —su tono resignado, provocó una carcajada en su amigo.

Miriam observaba la conversación con una sonrisa en sus labios.

Elian nunca le había ocultado a su madre la mala costumbre que tenía Kiliam de trepar por el pórtico de la casa, para colarse en su habitación en cualquier momento. Y estaba seguro que ella sabía que ese era el motivo por el cual él había desarrollado su mal hábito de mantener la ventana abierta, aunque hiciera frío, nieve o diluvie afuera. Miriam nunca tomó  aquella costumbre como un problema, por lo que Elian mantenía la firme idea de que su madre era una mujer rara, y por tal motivo aceptaba ese tipo de cosas como si fueran normales.

—¿Y qué van a hacer hoy? —preguntó Miriam al terminar el desayuno, antes de comenzar a guardar en el bolso su uniforme de enfermera, ya que debía ir al trabajo.

—Estudiar, tenemos examen de biología el lunes —Elian pudo ver que la expresión de su amigo pasó por el desconcierto a la resignación en cuestión de segundos, lo que le pareció sumamente divertido.

—Odio biología —se lamentó trágicamente Kiliam, antes de levantarse a lavar las tazas del desayuno, con pesadez y resignación.

—Suerte con eso —comentó divertida Miriam, mientras deambulaba por la cocina y la sala, como si estuviera buscando algo.

—Vas a llegar tarde, má —señaló  con el paraguas de su madre en la mano  el reloj que colgaba en la pared de la cocina, que ya marcaba las seis de la mañana.



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En el texto hay: boyxboy, boylove, dia a dia

Editado: 21.03.2019

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