Llegaron a Grimmauld Place y los chicos se alegraron mucho de ver a los demás ya bien, después de los saludos, Jason se acercó a Sirius.
Casi a rastras lo llevó escaleras arriba, Anthar, Tyler y James estaban parados en la puerta de la habitación del mayor de los Black y callaron al verlos venir.
- ¡Vaya! -- exclamó James -- Hasta que finalmente el otro hijo perdido decidió volver a casa
- ¿Qué? -- escucharon la voz de Lyra
- ¿Te quedarás aquí? -- preguntó una emocionada Rowena colgándose del brazo de Jason
- Por supuesto que se quedará aquí -- aseguró Sirius
Rowena sonrió, arrastró a Jason con ella y no se detuvo hasta llegar a una puerta que, para sorpresa del sanador, tenía un letrero con su nombre como el que había visto en las de las habitaciones de los chicos.
- ¿Te gusta? -- preguntó Rowena
- Claro, linda. Gracias
- Bueno entra ¿Qué esperas?
Jason abrió la puerta y se encontró con una amplia habitación, el fuego ardía en la chimenea y había muchos libros en una pequeña biblioteca.
- Si no te gusta algo podemos cambiarlo, pero al menos espero que los libros que te trajo papá, sean los que te gustan -- dijo Rowena
Jason miró a Sirius y elevó una ceja en forma interrogativa.
- ¿Qué? No pretenderás que recuerde exactamente lo que leías, pero me esforcé
- Te lo agradezco, pero no tenías que tomarte tantas molestias. Después de todo no sabías si me marcharía de inmediato
- ¡Vamos hombre, no seas ingrato! -- dijo James -- ¿Sabes lo que significa en esta familia ganarse un letrero en tu puerta? Deben quererte mucho, amigo.
- Y no estarás pensando en marcharte ¿verdad? -- preguntó Lyra acercándose a él
- Bueno, ya que en esta oportunidad se esforzaron tanto en arreglar esta habitación…
- ¿En esta oportunidad? -- lo interrumpió James -- No amigo, esto ha estado aquí desde que tengo memoria
- Siempre esperamos que volvieras, papá decía constantemente lo mucho que te echaba de menos y ahora que has vuelto, esperamos que sea para no volver a marcharte -- le dijo Rowena
- Bueno ya basta, todos fuera, déjenlo descansar -- ordenó Sirius
Las niñas le dieron un beso a Jason y comenzaron a salir, y cuando los chicos ya estaban en la puerta, Anthar se volvió.
- Jason -- llamó y él giró la cabeza -- Te tardaste, pero bienvenido a casa, hermano.
- Gracias -- le dijo, y una vez que hubo salido miró a Sirius -- Gracias a ti también. Y Black… yo también te eché de menos.
Sirius sonrió y abandonó la habitación, muy contento. Cuando llegó abajo, Bill y Harry hablaban en el Salón.
- Ya le avisé a la profesora McGonagall y estuvo de acuerdo en que pasaran la noche en casa y volviesen mañana a primera hora -- estaba diciendo Bill
- Pero creo que todos deberían quedarse aquí -- dijo Remus a quien Sirius no había visto al entrar
- Estoy de acuerdo, así concentraremos la vigilancia en un solo lugar, si Sirius y Grace dan su consentimiento, entonces… -- estaba diciendo Harry
- ¡No seas necio, Harry James! -- exclamó Sirius desde la puerta y ellos se giraron -- ¿Desde cuándo necesitas autorización para disponer de esta casa?
Remus y Bill ahogaron la risa, y luego Bill se levantó del sillón y se acercó a Sirius.
- ¿Hablaste con él?
- No, déjalo respirar. Quería darse un baño y supongo que descansar un rato
- Pero va a quedarse ¿no? -- preguntó Lupin
- Aun no lo sé, Lunático, ustedes ya conocen al Niño y lo poco predecible que puede ser, pero supongo que al darse cuenta que esto no ha terminado, decida quedarse.
Jason no bajó a comer, de modo que Sirius le pidió a Kreacher que fuese a preguntarle, pero el elfo informó que estaba dormido. Después del almuerzo, los chicos se fueron al Salón, pero Lyra subió y llamó a la puerta de la habitación de Jason. Sin embargo, no obtuvo ninguna respuesta, de modo que abrió con precaución y asomó la cabeza.
Las cortinas estaban corridas y la única luz que había era la de la chimenea, entró con cuidado y lo vio en la cama. Se había quedado dormido en una incómoda posición, a Lyra le daba la impresión que había estado vistiéndose y había caído allí mismo, porque las toallas aún estaban sobre la cama, tenía una bota puesta y la otra no, se había puesto los pantalones, pero no la camisa, y sobre su pecho brillaba la cadena con la media luna igual a la suya.
Después de evaluar todo el conjunto, Lyra se acercó y con cuidado le sacó la bota que había alcanzado a ponerse y le subió la otra pierna a la cama. Retiró las toallas y la camisa, y le estaba subiendo las mantas cuando una mano se cerró alrededor de su muñeca.
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Editado: 09.02.2023