Cuando salieron de la chimenea al Salón de Grimmauld Place, Joseph miró con atención a Lyra.
En cuanto él se marchó, Lyra subió a su habitación como había dicho y comenzó a pasearse por toda ella. A pesar de que había logrado comportarse con civilidad, aún estaba furiosa. Aquel estúpido, necio, arrogante, grosero… y los epítetos siguieron desfilando por su mente y lamentaba no habérselos gritado todos al responsable de su ira. Durante los últimos días se había dedicado a mirarla como si estuviese cometiendo el peor de los crímenes, le había hablado poco y las veces que lo había hecho era para reclamarle alguna cosa, y ahora venía y se comportaba como el salvaje que era con el pobre Andrew que en cambio era todo amabilidad.
Mucho rato después y cuando se le había pasado un poco la furia, pensó que tal vez estaba en muchos problemas, ya que después de todo lo había amenazado y él era mayor, de modo que si sus padres se enteraban, ya podía prepararse para el sermón de su madre y para que Remus la hiciese llorar como siempre, porque él nunca le levantaba la voz ni la reñía en realidad, sino que simplemente se limitaba a mirarla con esos ojos llenos de ternura y la hacía sentirse tres veces más culpable de lo que lograba hacerlo su madre, y terminaba hecha un mar de lágrimas en sus brazos. Pero al mismo tiempo pensó que en esta ocasión ella tenía razón y aquel idiota podía irse al demonio.
Estuvo el resto de la tarde oscilando entre la furia, la indignación y a ratos un malestar que no sabía identificar. Pero sin duda la ira le ganaba a todo lo demás, porque su piel estaba muy caliente y eso solo sucedía cuando estaba tremendamente rabiosa.
Escuchó a sus primos parlotear en el pasillo, pero como no quería hablar con nadie no dio señales de su presencia. Sin embargo, cuando los demás llegasen del Hospital con toda seguridad nada iba a librarla de Anthar, a quien por cierto no entendía. Cuando había sucedido lo del desdichado beso del infeliz, Anthar se había mostrado muy indignado con él, pero en los últimos días le parecía que lo defendía en exceso. No era que ella esperase que lo odiase ni nada parecido, pero aquel cambio la tenía desconcertada.
En un momento determinado, pensó en Abigail y en Dánaee y eso no contribuyó a mejorar su humor. Si bien era cierto que Jason ni miraba a Dánaee, no era menos cierto que ella sí lo miraba a él, pero lo que más enfermaba a Lyra era verlo sonriéndole y tratando con tanta amabilidad a Abigail. Y es que el muy idiota no tenía consideración con nadie, ya que un par de días atrás después de reñirla, porque según él no se estaba alimentando correctamente, se la llevó prácticamente a rastras y de momento prefería no recordar ni el sermón ni lo que la hizo tomar, lo que estaba recordando con mucha claridad, era que en el trayecto se había detenido en varias ocasiones por causa de otras tantas féminas que lo miraban con cara de estúpidas, y él muy descarado desplegaba todos sus encantos sonriéndoles, guiñándoles el ojo y perdiendo el tiempo contestando sus tontas preguntas, era el colmo, pero parecía una veela, pensó con rabia la chica. Sumergida como estaba en sus caóticos y rabiosos pensamientos, no se dio cuenta que había anochecido hasta que sintió que abrían la puerta con violencia.
La luz se hizo en el cerebro de Lyra y todo encajó en su lugar. Aunque en alguna ocasión ella se llegó a plantear esa posibilidad, luego la había desechado, porque no se imaginaba a su arrogante primo fijándose en una niña, aunque en infinidad de veces ella misma le había recordado que ya no lo era. Pero ahora resultaba que sí. Rowena le hizo un atropellado relato de lo que había sucedido, y que, si se habían demorado tanto en volver, era porque su hermano no quería dejar el hospital, y que no habían podido hacerlo hasta que Lily se lo ordenó.
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Editado: 09.02.2023