Prescindiendo de toda delicadeza, Jason se había aparecido directamente en la habitación de Lyra, pero quedó demostrado que había sido un gran error, porque lo hizo en el momento preciso en el que la chica lanzaba la toalla sobre la cama, de modo que fue golpeado por una visión que tenía un efecto devastador sobre él y lanzaba por la borda sus buenas intenciones de no volver a sucumbir y dejarse arrastrar por el deseo, especialmente sin tomar las debidas precauciones.
Se volvió y caminó hacia el armario indiferente al pequeño detalle de que no llevaba nada encima, mientras el desdichado sujeto que estaba de pie en medio de la habitación, era mordido por un deseo feroz.
Pero ella podía estar diciéndole cualquier cosa y él no se habría enterado de nada, ya que estaba librando una batalla perdida y finalmente se dejó arrastrar hacia ella con la misma inevitabilidad con la que un imán atrae a un trozo de metal, y de lo único que era medianamente consciente, era de la urgente necesidad de tenerla en sus brazos, algo a lo que puso remedio en forma inmediata apresándola entre ellos.
Aunque Lyra había tenido la intención de protestar, su boca había quedado sellada y se encontraba presa entre los brazos y él sólido pecho de Jason, y en cuestión de segundos su consciencia se fue a otro lado olvidándose por completo de dónde estaba, por qué y que su madre no tardaba en venir por ella. Y si la consciencia de Lyra se había ido a paseo, la de Jason lo había abandonado desde el momento en el que había puesto los pies en aquel lugar.
Por mucho que Jason intentase recordarlo con posterioridad, no lograría enterarse nunca de cómo se había desecho de sus prendas de vestir, había tirado de las mantas y habían terminado sobre la cama.
Sus hábiles y bien entrenadas manos recorrieron la superficie aterciopelada, y las puntas de sus dedos se convirtieron en receptores que transmitían salvajes impulsos eléctricos que desordenaban de manera inmisericorde todos sus sentidos. Su boca, sedienta de aquello que se había convertido en lo único que le era vital, abandonó por un momento los labios de Lyra deslizándose por su cuello.
Pero al minuto siguiente estaba de nuevo bebiéndose su aliento, porque sin él sentía que la vida se le escapaba en cada respiro. Lyra estaba deslizando sus manos por su espalda y ese contacto lo estaba enloqueciendo, porque cada centímetro de su piel reaccionaba de forma exagerada ante su calor. Ella soltó los cabellos de Jason y enredó sus manos en ellos justo en el momento que él invadía su cuerpo haciendo que de su garganta brotase un gemido que quedó ahogado en los labios de él. Jason sentía que vagaba en un espacio vacío a velocidades extremas, se separó a medias de sus labios y la miró.
Aquello era todo lo que necesitaba escuchar, sus ojos brillaron con la intensidad de la pasión que lo estaba consumiendo, para luego hundirse en ese torbellino de placer que anulaba la consciencia, pero unía sus almas más allá del tiempo y el espacio.
Un momento después, los ojos grises y los dorados se cruzaron y sin necesidad de palabras entendieron el mensaje que ambos estaban gritándose en silencio. En los labios de Lyra se dibujó una sonrisa y a pesar de que los instintos más básicos de Jason acababan de ser saciados, experimentó la misma sensación que hacía latir su corazón de manera casi dolorosa. Le dio un fugaz beso y liberándola de su peso se hizo a un lado y la atrajo hacia su pecho. Aunque Lyra había dormido casi toda la noche, se quedó dormida de nuevo al compás de los latidos del corazón de Jason, y sorprendentemente él también. Solo que esta vez no fue el sueño que busca el necesario descanso diario, sino el sueño satisfecho de dos cuerpos que acaban de amarse con pasión desenfrenada.
Una vez que llegaron a Grimmauld Place, Hermione les dijo a las niñas que volvería en un rato para recogerlas, se fue a su casa, se dio un baño rápido, se vistió y regresó al número 12. Salió de la chimenea y ya las niñas estaban listas, incluidas Brenda y Vivian, pero no vio a su hija.
Hermione miró la hora y se extrañó mucho, porque si bien Lyra no era de las que se preocupaba demasiado por el tiempo y se negaba siquiera a utilizar reloj, con toda seguridad estaría apurada por regresar al hospital. De modo que caminó hacia las escaleras, pero se detuvo y miró de nuevo hacia el grupo de chicas.
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Editado: 09.02.2023