México. (Ciudad de México). 1984.
—Te lo dije muy claro, que si ese cargamento no pasa la frontera a Estados Unidos esta misma noche lo pagaras con tu vida. ¿Entendiste?. —Le grito a través del teléfono y lo lanzó fuertemente contra el sofá luego de colgar la llamada.
—Maldito inútil. —Exclamo de ira.
Al paso de los segundos se dejó caer sin aliento en el sofá. Llevó su mano derecha a la frente y seco tres gotas de sudor que se deslizaron de ella. Luego de haber escuchado la conversación de su patrón y sin que el no lo notara Janeth volvió a la cocina, tomo el delantal y mientras se lo colocaba ordenaba minuciosamente los materiales de la cena, con el miedo a flor de piel. Para nadie era un secreto a lo que se dedicaba aquel señor de señores, que cambiaba más de residencias que de ropa, que vivía rodeado de lujos, oro y dinero, con más de cuarenta hombres cuidando su espalda, con una mujer bellísima que vivía como la misma reina de Italia, y ella era simplemente su ama de llaves.
La televisión estaba encendida con un alto volumen, dónde la presentadora de dicho canal transmitía la noticia del día.
—“El narcotráfico en México acaba con todo en su paso, es una de las más grandes problemáticas que enfrentan los gobiernos de los países involucrados... En la frontera con Estados Unidos han sido incautados al menos cinco cargamentos con más de seis toneladas de cocaína”.
La mencionada noticia llamo la atención de Don Jaime, el cual se levantó del sofá y mientras caminaba despacio se sostuvo de la pared para mantener el equilibrio... El efecto de la droga y el licor de veintitantos minutos antes que había bebido ya estaba haciendo efecto alterando sus nervios, a sus casi 40 años con una vida cagada de felicidad, maldecida por el estado y bendecida por el narcotráfico... pasaba los días escondido entre las montañas en cabañas de lujo, casas de muros blancos con piscinas, jacuzzis, cultivos de coca, haciendas y ganado. Todo un don Juan rodeado de riqueza.
La televisión seguía encendida y las palabras de dicha presentadora de noticias le galopeaba fuertemente la mente.
—“El narcotráfico posiblemente también se relaciona con la cara oculta de los terroristas, que se han encargado de sembrar terror en la sociedad”.
Dicha opinión acabó por alterarlo, tomando como alternativa estrellar el televisor contra el suelo.
—Ya lo he dicho más de mil veces, en esta casa no se escuchan ni se ven noticias. —Dijo completamente enfadado.
De inmediato Janeth junto a dos empleadas más entraron a la sala y se excusaron con su el.
—lo siento patrón, no volverá a pasar. —Exclamo Janeth con los nervios de punta.
—Eso espero que no vuelva a pasar. —Concluyo el hombre de estatura que no superaba el metro ochenta, piel morena y ojos claros, con dos anillos de plata en una de sus manos y una cadena de oro que rodeaba su cuello que brillaba relampagueante con su traje color blanco.
…
Días después…
Marlene se encontraba en el baño, allí mientras se realizaba una prueba de embarazo recibió una gran noticia que alegraría su vida… después de dos años como la esposa y señora del Sr. Jaime traería a la vida a su primer hijo heredero. La emoción la invadió y rápidamente salió a darle la maravillosa noticia.
—Estoy embarazada. —Le dijo mientras el se encontraba bebiendo una cosa de whisky en la sala.
A Jaime se le dibujó una enorme sonrisa en su boca, se acercó a ella y acariciando su rostro le preguntó.
—¿Estas segura?.
—Si mi amor. Tengo dos meses de embarazo.
Ambos se abrazaron de felicidad, Jaime se agachó en busca del vientre de su mujer para darle un beso y saludar a su primogénito. Lo que el no sabía era que Janeth se encontraba detrás de la puerta con los ojos rebozados de Lagrimas luego de enterarse de la noticia con la mano derecha en su vientre también a la espera de un hijo suyo. Janeth tenía dos meses de embarazo y había cometido el peor error de su vida haberse entregado por completo a su patrón, sin tener una alternativa posible volvio nuevamente entre sollozos a la cocina.
…
Al día siguiente y como era de constumbre, Janeth desde muy temprano como empleada de la casa iniciaba sus labores domésticas. El reloj marcaba las 7:30 de la mañana de aquel día, ambos enamorados se encontraban felices por la noticia de la pronta llegada de su hijo, el desayuno ya estaba servido en el comedor y ellos bajaron de su habitación para desayunar.
—Gracias por el desayuno Janeth. —Agradeció Jaime.
—Que delicia… Janeth no se que haríamos sin ti, todo lo que nos cocinas es exquisito y ahora te necesitamos aún más. —Comento Marlene con alegría.
—Si señora, yo estoy aquí para servirles.
—Gracias, ahora que mi primer hijo viene en camino te necesito aún más.
—Muchas felicidades señora y para usted también patrón. Que Dios lo traiga con buena salud. —Comento Janeth tratando de ocultar su tristeza.
Era claro que estaban completamente equivocados, no sería el primer hijo por que ella también tenía uno en su vientre y era del mismo hombre que se encontraba sentado aquella mañana compartiendo el desayuno con su esposa frente a ella. Janeth no sabía cómo sentirse, tampoco sabía si decir la verdad o no, simplemente tomar la única decisión que le quedaba por su cuenta, era su dilema.
—¿Hace cuanto trabajas aquí con nosotros Janeth?. —Preguntó Marlene tratando de recordar la cual claramente no lo recordaría.
—Casi cinco años señora.
—Bueno, ahora te tendrás que alistar unos diez años más, por que imagínate tu me ayudarás a cuidar a mi hijo.
Janeth trago saliva y fingió una falsa alegría, su rostro no podía ocultar más su preocupación, por un momento sus ojos se encontraron con los de Jaime y ella se sintió intimidada, se excusó y volvió a la cocina. Allí mientras se le dificultaba respirar trato de mantener la calma, había roto la confianza de la esposa de su patrón y para completar estaba embarazada de su esposo.
…
Los dos esposos seguían compartiendo el desayuno y mientras se miraban como dos recién enamorados, entablaron una conversación.
—¿Que harás hoy mi vida?. —Pregunto Marlene.
—Trabajar mi amor, como siempre.
—Quédate conmigo y nos arrunchamos todo el día. —Propuso ella.
—Ya quisiera, pero tengo que estar pendiente y organizar todo lo del negocio. Ya tu sabes como es esto mi vida, así que no insistas. —Respondió Jaime después de tomar el último sorbo de café.
—Si amor. Seguro me la pasaré todo el día en esta casa sola y aburrida. —Dijo Marlene sin ánimo pero luego de unos segundos exclamó con entusiasmo.
—Aunque me encantaría ir de compras y de paso visito a mis papás y les doy la noticia del bebé.
—Te estás escuchando… no puedes salir, ni lo sueñes. Sabes que no nos podemos dar el lujo de andar por ahí, es por seguridad y menos ahora que estás embarazada.
—Claro que puedo salir Jaime, necesito visitar a mi madre… tendré cuidado con el bebé, igual como siempre me vas a mandar con diez de tus guardaespaldas y nada malo va a pasar… cálmate. —Dijo Marlene levantado un poco el tono de la voz.
—No lo digo por eso, sabes muy bien que me están investigando bajo la mesa, si no fuera por el comandante que tengo comprado ni me imaginaría que estarían conspirando en mi contra.
—Son tus negocios amor. Que tengo que ver yo ahí. —Exclamo Marlene en su defensa.
—Eres mi esposa te parece poco… y ahora la madre de mi hijo. —Dijo Jaime con seguridad y continuó diciendo.
—Tienes que ver y mucho amor, lo sabes bien. En fin, ¿cuantos días te piensas quedar con tus papás?.
—Solo dos amor, tengo que volver a estar contigo y consentirte.
—Esta bien, te preparé el viaje con unos guardaespaldas… te veo pasado mañana entonces amor. —Jaime se levantó y le dio un apasionado beso a Marlene.
—Cuídate amor, te amo.
—Yo también te amo. —Respondió el luego de cruzar la puerta para marcharse de la mansión.
…
Minutos después, Janeth se acercó nuevamente al comedor y le preguntó a Marlene que si deseaba un té, Marlene respondió y aprovechó el momento para preguntar.
—No Janeth, estoy bien gracias. Por cierto, ¿Como esta tu familia?.
—Bueno Sra. solo tengo a mi madre, ella está en un asilo de abuelitos, en Colombia.
—Cierto que eres colombiana. —Recalco Marlene con una sonrisa y continuo diciendo.
—No lo recordaba, me encanta ese país es bellísimo… ¿por que fue que viniste aquí a México?. Discúlpame, se que me lo contaste pero ya lo olvidé.
—No se preocupe Sra. Hace unos años me dieron una oferta de trabajo, estaba pasando con mi madre una situación muy difícil en Colombia y tomé la decisión de venirme aquí. Lo triste de todo es que vendí todo hasta lo último que tenía para pagar el tiquete de viaje y cuando llegue me habían engañado, no había ninguna oferta de trabajo.
—¿Entonces qué había?. —Preguntó Marlene con notable curiosidad.
—Algo peor. —Respondió Janeth con pena.
—Ni me lo cuentes. Ya me lo imagino.
—Corrí con mucha suerte con ustedes Sra. que me dieran este trabajo y me dejarán quedar aquí en su casa… voy a estar muy agradecida con usted y el patrón.
—No agradezca, tranquila… tu eres como de la familia. —Dijo Marlene con una sonrisa.
—Gracias.
—¿Me ayudas a preparar las maletas?. Iré a visitar a mis papas.
—Claro señora, de inmediato. —Respondió Janeth y se dirigió a la habitación de Marlene, la cual emprendió su viaje dos horas después en un Jet privado hacia Guadalajara México.
…
Un rato después, Euclides el jardinero de la familia ingresó a la casa por un vaso de agua, Janeth y el habían fortalecido una buena amistad durante varios años. En secreto hablaban del futuro incierto de su patrón y aquel día no fue la excepción.
—¿Viste lo que pasaron en las noticias?.
—Que sucedió. —Pregunto Janeth con intriga.
—Atraparon dos de los duros uno es de aquí y otro es colombiano, pasaban la droga por Panamá y entraba ilegalmente a los estados unidos.
—Si, eso vi. Me preocupa.
—¿Por qué?.
—Usted sabe el por qué. —Aclaro Janeth y continuo diciendo.
—Usted y yo sabemos muy bien a lo que se dedica el patrón y el día menos pensado puede caer.
—Lo sé, por algo no podemos salir a la ciudad y nos tienen aquí, cuidando su magnífica mansión y lo que realmente estamos es peligrando el pellejo.
—Lo hace por su seguridad.
—¿Ahora lo defiendes?. —Pregunto Euclides.
—No, pero si no fuera por el y su esposa no sabría que hubiera pasado conmigo en este país.
—Eso es distinto, ya me voy, debo podar algunos arboles. —Dicho esto, Euclides dejó el vaso en la cocina y volvió a su labor.
…
Había caído la noche, Jaime volvió a su casa… al ingresar recibió una llamada de su esposa la cual le dijo.
—Amor, mis padres están tan felices por la noticia de mi embarazo y yo también estoy feliz por estar aquí con ellos.
—Esta bien mi amor, me alegro... Cuídate mucho y me saludas a los suegros de mi parte. Te amo. —Respondió Jaime.
—Tu igual amor, te me cuidas. Buenas noches.
Al ingresar a la sala principal de la casa, prendió el equipo de sonido y colocó una de sus canciones favoritas del género que más le gustaban la ranchera mexicana. Se sirvió una copa de whisky y entre dos y más copas empezó a tener un deseo pasional que solo una mujer podría complacerlo. Se levantó del sofá y se dirigió al cuarto de su empleada Janeth, al entrar se quedó fijamente mirándola mientras ella se colocaba su pijama, se acercó y le acarició la espalda de inmediato Janeth reacciono apartándose de el, diciendo.
—Sr. Que está haciendo, se le ofrece algo.
El sin responder nada, se acercó nuevamente a ella, aún más a ella y empezó a tocarla… cuando la mano de el intentaba entrar en medio de sus piernas ella trato de apartarse pero su otra mano estaba en su cuello mientras le besaba las mejillas y su boca.
—Basta Sr. Esto no está bien.
Jaime se quitó rápidamente la camisa que no le dio tiempo a Janeth de liberarse de el, la tomo por la cintura y la llevo hacia la cama.
—A mi no me rechazas, yo se que tu también me deseas… e visto como me miras, como hueles mi ropa, acaso no quieres hacer el amor conmigo.
Ya no tenía salida, descuidadamente Jaime ya le había quitado la ropa y el también se había desprendido de la suya, quedando completamente desnudos.
—Déjame hacerte mía, entrar dentro de ti. Haremos que esta noche sea inolvidable como las demás. —Comento el, mientras le besaba todo el cuerpo, devorando lentamente toda su culpa, haciendo que Janeth aquella noche cayera nuevamente en tentación de sentir su cuerpo contra el suyo, que el sudor floreciera por los poros y le hiciera sentir su vaivén mientras sus piernas se tensionaban, el solo abrazarle la espalda hacia que su pecho apresara sus senos y los gemidos empezaran a salir pujantes de placer.
Janeth se perdió en su juego estaba atrapada entre los brazos de su patrón el cual una y otra vez más la hacía llegar al cielo y tocar las estrellas en un placentero orgasmo, que se escuchaba entre las paredes de la gran mansión, al terminar completamente satisfechos y abrazos como dos amantes se quedaron dormidos. La luna iluminaba la habitación y se veía por el cielorraso del techo había sido la única testigo de la maravillosa y excitante noche de pasión.
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Editado: 01.07.2024