Después de contarle mi drama a mi amigo, este decidió contarme lo ocurrido en su viaje a México por su padre. Si algo de lo que estaba segura de la vida de Jack, es que el no bromea con temas o asuntos de su papá, luego él y su papá no se toleran. Eso es como un campo de batalla donde ambos salen heridos.
— Fue un infierno, desde que decidió dejar a mi mamá por su mujer que tiene dos hijas… — Comenta —. Se ha vuelto un completo idiota.
Mi mirada es triste, nadie merece padres tan egoístas.
— Nos peleamos fuerte un día que se estaba poniendo en muchos peros para ayudarlo. — Sigue contando mientras se acomoda en el sofá —. Tuve que esperar a que todos ellos terminaran de comer para luego yo salir y alistarme, no estaba de humor y tampoco quería ver a mi papá en la mesa.
— ¿Por qué sigues estando a su lado a pesar de cómo ha sido todo este tiempo contigo? — Le pregunto.
— Porque es mi papá, pulga. — Responde dándome una sonrisa forzada.
Todo hace click en mi cabeza que me es imposible no molestarme.
— No viniste antes porque tenías moretones y no quería que los viera. — Especto.
Sus ojos se abren de par en par cuando me pongo de pie y lo enfrento, aunque soy pequeña a su lado.
— ¿Dónde eh? ¿Dónde carajos te lastimó? — Le pregunto una y otra vez mientras busco en sus brazos moretones o indicios de una pelea con las lágrimas amenazando salir de su lugar.
Él intenta detenerme, aunque tengo un poco más de fuerza que él por el estado en el que estoy. Finalmente no dura por mucho tiempo porque me sostiene ambos brazos en frente mío mientras me observa a los ojos.
— Basta, ya pasó. — Dice mientras su agarre se suaviza y su mano la ubica en mi mejilla —. Estoy bien y eso es lo que importa.
— Pero ¿A qué costo, Jack? — Le cuestiono sintiendo el nudo de mi garganta por evitar sollozar frente de él, pero me es imposible —. ¿Cuántas veces vas a justificar sus actos? ¿Cuándo me vas a permitir ayudarte para evitar este tipo de situaciones?
Mis mejillas se humedecen poco a poco por las lágrimas, siento demasiado dolor en el pecho por mi amigo. Él es un gran chico que no merece lo que está pasando con su padre.
Hundo mi cabeza en su pecho mientras sollozo y el solo me mantiene ahí, dejando que me desahogue mientras acaricia mi cabeza con suaves cepillados en mi cabello con su mano.
— Necesito que me dejes entrar y ayudarte. — Digo en medio de los sollozos —. No puedo soportar que te suceda algo terrible por estas peleas tan fuertes con tu papá, no puedo.
— Shh… Estaré bien.
— No, no lo estarás y lo sabes.
Una ola de temor me azota por la vida de mi mejor amigo, es imposible hacer algo si él primero no se deja ayudar.
Estuvimos así por unos minutos donde escuchaba su corazón latir, hasta que los sollozos pararon y mi respiración se estabilizó. Nos volvimos a sentar en los sofás, él se saca de su bulto un libro con un color muy llamativo en la portada.
— Vea lo que conseguí. — Dice mostrándome el libro.
Siento como el corazón da brincos al leer el título.
— ¿En serio te vas arriesgar a leerlo? — Le pregunto asombrada.
— Ya he avanzado bastante, es entretenido. — Responde para preguntarme lo siguiente —. Es el primer libro de la saga ¿no?
Hago una mueca mientras busco las palabras correctas, pero no lo consigo. — El mar de los monstruos es el segundo libro, el primero es el ladrón del rayo.
Sus mejillas se ruborizan por mis palabras.
— Bueno, en otra ocasión leeré el ladrón del rayo.
El sonido de una llamada invade la sala, saco mi celular del bolso y observo de que se trata de Evaluna. Me quedo mirando la pantalla por unos minutos hasta que la llamada se rechace.
— Deberías hablar con ella. — Comenta mi amigo.
— Lo considerare.
— También, debes encontrar a la persona que está causando ese lío que estás metida. — Me aconseja —. Si llega a más el asunto, pueden abrir un caso y depende de la investigación estará en tu expediente estudiantil.
Una risa sarcástica sale de mis labios — Uno más del montón.
— Hablo en serio, este puede afectarte el siguiente año.
— Esto es como el ajedrez. — Le digo —. Debes ser astuto e ingenioso en tus movimientos para ganar en el juego, no quiero un jaque mate antes de lo que pueda pasar la velocidad de un rayo.
Hay un silencio después de mis palabras en la sala, me hace sentir incomoda por lo que no dura mucho.
— Gracias. — Le especto
— ¿Por qué? — Pregunta elevando una ceja.
— Por sacarme un rato de mis problemas y de mi mente. — Respondo.
Mi amigo me da una sonrisa que me derrite mientras toma mi mano.
— Vas a salir de esta, linda.
Asiento con la cabeza ante sus palabras, él acaba de darme las fuerzas que estaba buscando en mí.
No me gusta la idea de tener que hablar con Evaluna, pero hay un dicho que es muy cierto: "El que perdona gana un amigo y el no un enemigo"
Lo que menos necesito es una enemiga en estos momentos.
— La próxima vamos a un parque acuático los dos. — Comenta.
— Me parece. — Asiento con la cabeza dándole una sonrisa cuando lo observo.
— Tienes una hermosa sonrisa, Cheli. — Dice mientras ubica un mechón de mi cabello detrás de la oreja —. Hasta pronto, pulga. — Se despide.
Quedo completamente sola en la sala y mi cerebro aún asimila lo ocurrido. Recojo las tazas para llevarlas al comedor, la mayor parte de las aulas están cerradas excepto una…
Mis pies son los que mandan en el camino después de dejar las tazas, paso por un pasillo el cual es iluminado por una luz suave. Subo las pequeñas escaleras para caminar un poco más y llegar a esa aula, cuando finalmente llego toco la puerta.
— ¿Qué haces aquí? — Me pregunta.
— Me dijiste que si te equivocabas, podría buscarte al final del horario de clases. — Le respondo para después juguetear —. O ¿Acaso ya te arrepentiste?