Lazos kármicos

El pacto

Milagros fue llevada a casa del chamán. Don Gerardo se quedó discutiendo con Juan por varios minutos en su despacho y salió realmente molesto, lo que corroboraba las sospechas de Milagros, no pensaba cumplir su promesa de retomar el buen camino. Cuando se retiró, don Gerardo se acercó a la chica.

―Lograste el pacto con la muerte, ¿no es así?

Milagros le dijo lo que pasó y de la promesa que le hizo. El chamán sólo frotó su barbilla, dubitativo.

―¿Sabes, bebé? Yo no solo veo a la muerte, veo a muchas otras entidades y entre ellas, a tres guías que me encaminan y me ayudan a ayudar. Ellos me están diciendo en este momento que se te ha dado la oportunidad, pero debes pasar esta prueba tú sola, sin ayuda de nadie y esta será muy dura. No puedes flaquear, mi niña, a lo que se venga, tienes que ser valiente.

―Lo seré, apá. De hecho, ya tengo un plan y… ―ella suspiró resignada―. Es un plan que casualmente me dejará sola, alejada de todos aquellos que me conocen.

Esa misma tarde, Milagros llamó a su amigo Dong, le contó de lo ocurrido. El papá de él le había prometido ayudarla en lo que fuera necesario en agradecimiento por haber salvado la vida de su hijo y ahora necesitaba de ese favor. Pero él ya no estaba en México, sino en China, ya que pronto estaría tomando puesto como senador en ese país, así que tuvo una videollamada con él para contarle de su petición, quería que él la ayudara a ocultarse en China para estar lejos de su familia y que, una vez lejos, la ayudara a fingir su muerte para librarse de cualquier venganza. El político le prometió ver cómo podría ayudarla y se despidió. Un par de semanas después, le devolvió la llamada.

―El gobierno chino está dispuesto a darte el asilo que solicitas ―comentó el político―, pero a cambio se te pide algo que quizá no te agrade mucho. Estamos teniendo algunos problemas con nuestros acuerdos comerciales con Estados Unidos por esta situación del tráfico de fentanilo. China está dispuesta a darte asilo por un año a cambio de que ayudes a atraer a tu padre a una trampa. Pasado ese año, te mudarás a Estados Unidos, allá será donde se fingirá tu muerte y se te dará incluso ingreso a alguna universidad para que no tengas que regresar a México a exponerte. Sin embargo, hay un detalle: el gobierno estadounidense usará esa oportunidad para alejar a tu padre de su zona de seguridad para poder detenerlo sin desatar una guerra y llevarlo a ser enjuiciado en los Estados Unidos.

Milagros pensó en seguida en lo que le dijo don Gerardo. En efecto, la prueba se presentaba difícil, el karma sería doble, su padre no solamente creería muerta a si hija, sino que sería apresado casi en seguida de saber de su muerte. Pero prometió ser valiente, así que aceptó con dolor. Después de todo, era su padre.

Milagros se mudó a China al poco tiempo, allá fue recibida por el tío de Xuan, un hombre recio y algo nepotista que no estaba nada contento de que se le solicitara apoyo para albergar a la hija de un narcotraficante.

―Escucha, muchacha. Justo ahora tengo encima un problema con mi sobrino, otro delincuente, tal como lo es tu familia. Tendrás que compartir departamento con él y, de una vez te advierto, que sólo doy una oportunidad. Al primer problema, te regreso a México, ¿me oíste?

Ese mismo día Milagros fue presentada con Xuan y de nueva cuenta supo que la prueba continuaba. Hasta en su forma de vestir notó que el muchacho no tenía intención de ocultar que era un pandillero: ropa con imágenes grotescas, un tatuaje en su brazo izquierdo, una pañoleta negra sosteniendo su hirsuta cabellera y con una mirada retadora, el tipo de mirada que solía ver en los secuaces de su padre cuando alguien no les agradaba.

Como sea, pensó que lo mejor era no entrar en ningún tipo de conflicto para evitarse problemas, así que decidió que sería lo más amable posible.

En cuanto los dejaron solos y Xuan fue a elegir habitación para él, Milagros evaluó la elección. La que él había escogido era más grande, sin embargo, la otra tenía vista a un río, algo que le recordaba la presa en casa de don Gerardo, así que no tuvo problema en aceptar. En seguida notó que él imponía las reglas como si marcara territorio y de nuevo fue a su favor. Con la señora Aurora, esposa de don Gerardo, ella había aprendido a cocinar y era algo que le encantaba, pero detestaba lavar los utensilios, así que cuando Xuan puso la regla de que ella cocinaba mientras él podía lavar los trastos, fue perfecto.

Quizá el único momento incómodo fue cuando él se paró desnudo a un lado de ella. No era nada que la impresionara, desde niña solía ver a los secuaces de su padre desnudarse cuando estaban borrachos y se dio cuenta en seguida de que Xuan lo hacía por asustarla y no quería darle el gusto, así que respondió con sarcasmo. Ella rio al ver cómo el color subió a las mejillas de Xuan cuando ella le indicó que no tendría sexo con él y de cómo se fue entre traspiés, nervioso y avergonzado.

Milagros estaba acostumbrada a la frialdad de la gente china, incluso con Lu Dong, aunque lo consideraba su amigo, no había ni pizca de calidez en él. Le habían dicho que así eran todos en ese país, lo que sería conveniente para ella ya que no quería hacer una sola amistad. Ya se había ido de México y no podría regresar nunca, no podía arriesgarse a que alguien la reconociera y le dijeran a su papá que estaba con vida. Detestaba dejarlo todo, a sus amigos, a don Gerardo, a doña Aurora, los extrañaba a morir y lo que menos quería era hacer amigos en China para después despedirse de ellos.



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En el texto hay: magia negra, mafias, brujeria

Editado: 16.05.2024

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