Ambos iniciaron al fin en la universidad, pero Milagros ingresó con una nueva identidad, se le había dado una nueva acta de nacimiento con el nombre de Milicent Canseco, supuestamente hija de un mexicano y una mujer estadounidense que creció en Tijuana pues con eso cubriría su acento latino.
La universidad tenía un ambiente al que definitivamente no estaban acostumbrados, la cultura americana era demasiado complicada como para adaptarse a la primera. Pronto se dieron cuenta de que esa fama de los niños populares versus los marginados era muy real y demasiado notoria. Siendo ambos muy atractivos no tardaron en tener invitaciones de las chicas y jóvenes más codiciados de sus clases, pero no pudieron establecer amistad con ninguno de ellos, algunos los rechazaban en seguida al escuchar sus acentos extranjeros, a otros eso no parecía importarles, pero no estuvieron dispuestos a continuar hablándoles después de que en una fiesta en una fraternidad ambos se negaron a ingerir drogas. Y fueron aceptados de nuevo cuando se enteraron de que la abuela de Xuan tenía negocios de altos ingresos en una de las mejores zonas de Beberly Hills pero rechazados cuando Xuan se negó a invitarles una borrachera.
―Me pregunto si son bipolares ―comentó Milagros después de la forma tan fría en como los trataron―. Ya lo pensé bien y no quiero ser parte de esos… ¡tarados! Ah, ¡y pensar que yo creía poder hacer amigos al fin!
―Veo que tu enojo es muy distinto a los enojos que mostrabas cuando pasaba algo que tenía que ver con la delincuencia. Esta vez es más como un berrinche de adolescente ―se burló Xuan.
―¡No soy una adolescente berrinchuda! ―gruñó ella.
―No te enojes ―él le dio un beso en la frente―. Harás amigos, te lo prometo. Pero como dices, no serán ellos, no tienen idea de quiénes somos ni de dónde venimos y así como son de banales capaz de que, si se enteran, nos meten en problemas.
Y por fortuna, Xuan tuvo razón. En clases no coincidió con nadie que le agradara, pero ella se inscribió en el club de natación y ahí conoció a dos chicas muy divertidas: Rose y Sally, ambas de la facultad de veterinaria. Ellas también eran de nuevo ingreso y se adaptaron de inmediato. Xuan por su parte hizo amistad con Malcom, un joven marginado con el que coincidía en clase de anatomía así que, para mediados de febrero ya se sentían al fin como lo que eran: dos jóvenes estudiantes preparándose y divirtiéndose en la universidad.
Habían acordado aprovechar el Spring Break para ir juntos a divertirse en las playas de California cuando Milagros fue visitada por el antiguo embajador.
―Es el momento ―le hizo saber―. Hubo un accidente hace un par de semanas en el sureste de México, una mujer joven, tiene muerte cerebral y nadie se ha presentado a buscarla. La van a desconectar en un par de días y tiene más o menos tus características físicas. Se le hará el tatuaje en la pierna, se le dejará que el cadáver se descomponga un poco y entonces se llamará a tu padre para que reconozca el cuerpo.
―Entiendo ―habló ella con un gesto sombrío―. ¿Qué tengo qué hacer?
―Viajarás a Quintana Roo entre los Spring Breakers, pasarás allá unos días, te tomarás fotografías y regresarás aquí. Le mostraremos esas fotos a tu padre y le haremos creer que todo fue un accidente de auto, así evitaremos posibles venganzas en caso de que el plan de detenerlo no funcione.
―Viajaré a México una vez más entonces, ¿cierto?
―Sí, pero no podrás visitar a nadie conocido, más vale no salirse del plan. La idea es que sigas en tu mismo país para que tu padre no tenga miedo de viajar y, al mismo tiempo, con una escolta mínima. El gobierno mexicano no estaba muy de acuerdo en actuar ya que tu padre tiene un verdadero ejército entre los campesinos y detenerlo en su zona segura implicaría una guerra, pero lejos de ellos, será una detención segura.
―¿Puede ir Xuan conmigo? ―dijo ella sorprendiendo al mismo Xuan. Se sonrojó al darse cuenta de lo que dijo―. Es que… no me gustaría estar sola.
―Veré qué se puede hacer.
Al día siguiente, Milagros y Xuan tomaron el avión hacia Cancún, en donde fueron llevados a hospedarse en un hotel sencillo. Fueron cuatro días solamente, días en los que visitaron algunas playas y parques sólo para que ella se tomara fotografías y poder poner la carnada para que su padre saliera de su zona protegida.
En su último día, ella y Xuan se quedaron en la zona hotelera, comiendo en un restaurante al lado de la laguna, observando la puesta de sol.
―Es un lugar muy hermoso ―dijo ella suspirando―. Es curioso, mi padre tiene todo el dinero del mundo, pero jamás nos pudimos dar el lujo de visitar lugares así.
―Supongo que podríamos venir de vacaciones posteriormente, cuando ya todo pase y tú estés más relajada. ―Ella asintió con una sonrisa deprimida.
―Ya quiero que esto termine. Ya perdí mi nombre, ahora perderé mi pasado.
―No lo pierdas del todo ―Xuan le tomó la mano―, esos días con tu apá en el rancho, esos días de convivencia con tu hermano, los días en que vivimos en China juntos, todo eso vale la pena preservar.
Ella sonrió al fin y, para sorpresa de Xuan, por primera vez tomó la iniciativa de besarlo.
Regresaron a California a retomar su rutina y una semana más tarde, recibió de nuevo la visita del embajador.