25.- El Ritual de Enlace

RAINER.

–¿Piensas decirme lo que tienes en mente o tendré que esperar? – solté observándola detenidamente.

Para muchos, Amelie es como un libro cerrado con cadena de titanio, pero para mí es un libro abierto, cuyas paginas me cuentan cada uno de sus sentimientos y emociones. Siempre he podido ver a través de ella, como ella lo hace conmigo.

–A veces detesto no poder mentirte, chico ángel– Amelie me miro con una pequeña sonrisa.

–¿Tiene que ver con la conversación que tuviste con la criatura?

–En parte– me acerqué a ella–, temo que algo salga mal… con mi magia.

–Asi que la gran hereje Amelie Steinfield esta dudando de ella misma, que curioso– comencé a decir, molestándola –. Creí que ella dominaba a la oscuridad, no al revés.

–Oh, créeme, ella la domina a la perfección, con algo de ayuda– sonrió, como adoraba esa sonrisa –. Simplemente está bajo presión.

–¿Crees que un beso la ayudaría?

–Tal vez– canturreó–, tendría que intentarlo.

La acerqué a mi lentamente, Amelie se apretujó contra mi cuerpo fácilmente, dejándome sentir el calor de su piel y su aroma tan embriagante. Una de mis manos acuno su rostro y ella se estrecho más contra mi palma haciendo que mi corazón se acelerara.

Podrá haber pasado un año de estar juntos, pero Amelie seguía causando los mismos estragos en mi cada vez que nos tocábamos.

Me incliné hacia ella, juntando nuestros labios en un beso lento, de esos besos que parecieran durar años. Amelie rodeo mi cuello con sus manos, noté que su altura había cambiado un poco, se había parado de puntillas. Apreté mas mi agarre en su cintura mientras mi otra mano acariciaba la suave piel de su mejilla y cuello. Antes de separarnos, mordí ligeramente su labio inferior.

–Definitivamente funciono– comentó dirigiendo sus manos a mis mejillas –. Siempre logras ayudarme, Rainer.

–Sabes bien que haría lo que sea por ti, preciosa. Incluso ir al infierno.

–Definitivamente eres lo mejor que me ha pasado, Rainer Sanderson– volvió a unir nuestros labios cortamente.

Amelie se veía mas relajada y eso me aliviaba, entendía que la presión que sentía en estos momentos era bastante, Zada le había advertido que este tipo de rituales son complejos y requieren de mucha concentración y energía, pero lo que más preocupa a mi chica de ojos hermosos es dejar una puerta abierta en el enlace, y si eso llegara a pasar, volveríamos un problema grande en uno gigantesco.

Amelie miró a los hermanos Lockwood. –¿Están listos?

–Eso creo– respondió Leandra con un ligero temblor.

–Deben estar tranquilos, todo saldrá bien– los anime.

Sabia que los tres hermanos estaban igual de nerviosos por el ritual que debíamos llevar a cabo, al igual que sus padres. Había hablado con los señores Lockwood antes de salir, explicándoles que no tenían que temer, que este ritual no afectaría en nada a Leandra y Tobías, solo haríamos un pequeño enlace entre sus hijos, para mantener fuerte a Faith. Pero por la dudas, ocupe mi empatía, uno de los dones más sobresalientes de los ángeles, poder adoptar el dolor, preocupación o miedo ajeno para volverlo nuestros y hacerlo desaparecer.

Y creo que también debería de ocuparla en sus hijos, el nerviosismo que están experimentando en estos momento podría complicar las cosas después, sobre todo cuando sepan lo que deben hacer y ver.

Una onda invisible se expandió desde mi cuerpo hacia los Lockwood, ellos no sentirían nada extraño, solo una gran paz interior que comenzaría a recorrerles el cuerpo hasta relajarlos por completo. Amelie tenia sus ojos fijos en mí, de seguro sabia lo que estaba haciendo. La vi tomar la mochila que había dejado en el suelo, saco un viejo libro de dentro, un grimorio de Eleonor, también saco un frasco con un polvillo grisáceo oscuro.

–¿Qué es eso? – pregunto Tobías viendo el frasco.

–Cenizas de Nogal, un poderoso árbol de la cultura Celta– explicó mi chica –, los druidas creían que el Nogal apartaba o encerraba a los malos espíritus.

–Creí que solo los druidas tenían acceso a sus arboles sagrados– Leandra la miró confundida.

–Una de nuestras mejores amigas es una druida, es hija de un gran jefe celta– contesté –, posiblemente pronto la conozcan.

–Seria un honor, nunca he conocido a una druida– expresó Faith con una sonrisa.

Amelie sonrió levemente y se acerco a mí. –¿Listo, chico ángel?

–Cuando tú lo estés, preciosa.

Amelie le dio las indicaciones a los Lockwood de lo que debían hacer. Leandra y Tobías tenían que dibujar un pentagrama (el cual Amelie les iba indicando como deben hacerlo exactamente) con las cenizas del Nogal. Era vital que ellos lo hicieran , pues ellos serán los puntos de conexión.

Me paré junto a Faith. –¿Cómo te sientes con todo esto, Faith?

–La verdad tengo muchas emociones en estos momentos– me miró –, antes no me imaginaba ningún tipo de posibilidad de ganar, hasta que llegaron ustedes aquí. Le agradezco a los Dioses que los hayan traído aquí, y supongo que a los ángeles también.

Reí.

–A veces ni siquiera yo se ha quien debería de agradecerle, esto de ser un ser que rompe la naturaleza es… estresante– ella también rio –, pero nos da la oportunidad de ayudar, de lograr lo que los demás sobrenaturales no pueden.

–Tienes un futuro brillante, Rainer Sanderson, eso no lo dudes– la sinceridad de la voz de la pelirroja me asombro –, tendrá dificultades, si, pero pueden con todo lo que les pongan en frente. Solo deben recordar quienes…

–Son sus verdaderos enemigos– termine por ella, la chica pareció salir de un trance–, extrañamente no eres la primera persona que nos dice eso.

–La verdad no se por que lo dije– Faith llevó su mano a su cabeza –, solo sabía que debía decírtelo. No sé qué me paso.

–Hey, tranquila, no debes estresarte por cosas como esa– la animé colocando mi mano en su hombro –, ahora solo debes pensar en el ritual y enfocar cada una de tus energías en que todo saldrá bien.