Lazos Oscuros [libro 1]

11.- Claro de fuego vivo.

AMELIE 💥

Después de que Rainer se fue a su casa, me reuní con mis amigos en el salón de estar. Jackson ya les había puesto al tanto de todo lo que había pasado con el castaño y de la situación en la que se encontraba, lo cual trajo consigo quejas por parte de Joshua, y miradas interrogativas por parte de mis mejores amigas.

La verdad aun no sabía cómo sentirme con respecto a la noticia. Rainer era un sobrenatural, y yo no tuve ni la más mínima sospecha de que lo fuera. ¿Cómo pudo evadir mi detección?

—¿Cómo sabemos si es de fiar el chico ese? — dijo Joshua con tono molesto.

—Aquí vamos de nuevo— susurró Janett.

—Necesito que alguien me rompa lo tímpanos— soltó Cam de la misma forma —. Siento que su discursito ya me lo sé de memoria.

—No tenemos idea de lo que es, y ahora debemos aceptarlo aquí, en nuestro territorio —continuó el rubio.

Vi a Leah voltear los ojos mientras soltaba una maldición susurrada bastante directa contra Josh.

—Ay, por los Dioses, y dije que Rainer es alguien de fiar—miré al vampiro —. Lo conozco de hace tiempo, y sé de sobra que no tiene nada que ver con los sucesos que han pasado.

—¿Cómo puedes estar segura de eso, Am?, apenas lo volviste a ver después de años— se quejó con fuerza —. No puedes llegar y confiar en el solo porque te sonríe.

Lo miré con el ceño fruncido, ¿Qué demonios le había picado a este chico?, ¿acaso mi palabra no bastaba?, ¿o quiere que le hagamos un examen de confianza a Rainer?

Ahora más que nunca entendía las palabras de mi mejor amiga: “Joshua tiene la capacidad de sacar de quicio a cualquiera y con mucha facilidad”, con razón Leah explota cada dos segundos con él.

—¿Y quién dice que él no es la criatura Steinfield? — continuó —. Es nuevo en la ciudad, ¿Quién mierda se muda dos meses después de empezadas las clases?, además, en nuestra investigación descubrimos que entró a Golden Valley en los mismos días que la cosa esa. Él podría ser perfectamente la criatura y traer a los Steinfield hacia nosotros.

La sangre me hirvió con la intensidad de un volcán a punto de hacer erupción. Ya me colmaste la paciencia, Miller.

Me levanté del sillón con fuerza. — ¡Ya basta! — miré fijamente al vampiro, todos mis amigos nos prestaban atención —. ¡Cierra la maldita boca de una buena vez y escucha bien mis palabras!, ¡Rainer no es la criatura, y los Steinfield no vendrán aquí! — apreté los puños a mis costados —. ¡Asi que guárdate tus malditos comentarios y quejas, sino te aseguro que tragarás cada palabra por las malas!

Todos estaban sorprendidos por la intensidad de mis palabras, pero la verdad no me interesaba, algo dentro de mí ya no soportaba escuchar que alguien hablara asi de Rainer, simplemente no pude contenerme. Con la mirada fría en alto y seguridad, caminé hacia el patio. Quería estar sola, necesitaba estar sola. Al llegar, apoyé las manos en la baranda de metal y la apreté con fuerza.

Inhala, exhala, inhala, exhala.

Solo déjalo salir, mereces ser librela voz en mi mente cada vez era más tentadora.

No, no vayas a caer, Amelie Gabriela.

Sabes que lo deseas, sientes esa necesidad de dejar de contenerte, liberarte de tu prisión, ¿no deseas poder ser libre?

¡Sí, maldición!, lo deseo.

Deseo tanto liberar mi poder, dejar de contenerme por miedo a que me descubran.

Quité las manos de la baranda rápidamente al ver que donde estaban mis manos se estaba tornando de un naranjo brillantes, estaba fundiendo el metal con uno de mis dones. Me senté en una banca de madera, alejada de la baranda, mientras intentaba manejar mis pensamientos, intentando calmar ese deseo de caer.

Dicen que el enemigo más poderoso que tienes es aquel que no puede ver directamente, y no podía estar más de acuerdo con esa frase. Yo para ver a mi enemigo, debó mirarme a un espejo.

—¿Amelie?

—Quiero estar sola, Janett, por favor— dije sin mirarla.

—Lo sé, pero solo quiero que sepas algo.

La druida llegó a mi lado, sentándose lentamente mientras jugaba con algo entre sus manos.

—Muchos no pueden entender lo que pasa por la mente de los otros, pero eso no significa que no los comprendan— levanté la vista encontrándome con sus ojos, los cuales mostraban tranquilidad y honestidad —. Si tu confías en el chico de ojos castaños, yo también lo haré, y no porque me fie de tus palabras, sino porque juzgar y acusar a alguien sin conocerlo no es algo muy de mí.

Le sonreí levemente. Dioses, a veces pienso que Janett es un ser demasiado sabio, honesto y bueno para tener solo dieciocho.

—Además, dudo que alguien que miré a una persona como él te miraba a ti pueda tener intenciones de atacarla— sonrió levemente mientras empujaba divertida mi hombro con el suyo —. Todos merecemos en voto de la duda, y él tiene el mío, aunque mi intuición me dice que se ganará mi confianza más rápido que Cam.

Ambas reímos. Cameron había apostado que se ganaría la completa confianza de la pelinegra en dos semanas, después de que ella confesara que, entre Jackson, Leah, él y yo, él era el que menos confianza le daba. Paso siquiera una semana, y el licántropo ya tenía la confianza de Janett.

—Gracias por decírmelo, Janie.

—No hay de que, Am— se levantó de la banca —. Ahora te daré algo de privacidad, pero antes.

La druida me tendió un talismán con líneas restas grandes y pequeñas. Es un amuleto de la protección.

Lo tomé—. Gracias.

—No dejes que la negatividad y amargura de otros te sobrepase, brujita—dijo—. Recuerda que los malos pensamientos atraen a la oscuridad para las brujas, y tener a la enemiga natural de las brujas cerca nunca es bueno.

Asentí levemente en lo que ella desaparecía de mi vista. Escuché sus pasos alejarse más y más, hasta volverse ruidos lejanos; apreté el talismán en mi mano. La oscuridad. Una enemiga constante y permanente en nuestro mundo, una salida para algunos, una condena para otros; una vieja amiga para mí.




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