Lazos Oscuros [libro 1]

24.- Hermandad por delante

AMELIE 💥

Observé a mi novio alejarse mientras la presencia de Greg se posaba a mi lado, viendo en la misma dirección que yo.

—El chico de la cafetería, ¿Quién lo diría? — la voz de Greg me sacó de mis pensamientos.

O mejor dicho de la espalda de Rainer.

—Los Dioses trabajan de manera extraña— comenté.

Greg rió. —Eso lo sabemos de primera, pequeña.

Miré a mi hermano directamente. Él sabia que no me gustaban los rodeos en este tipo de situaciones, y la verdad ya bastantes mentiras tenia en mi vida como para seguir agregando más por parte de mi familia.

—¿Cómo están todos en San Gabriel?, ¿Cómo va Kelsey con el aquelarre?, ¿y las locuras de Isaiah?

—Todos estamos bien, tratando de manejar nuestros asuntos con la mayor calma posible— sonrió de lado —. Kelsey, ella está manejando de maravilla el aquelarre, lo único que lamenta es haberte dejado ir tan fácil, dice que deberías estar junto a ella en el mando, después de todo, es tu derecho legítimo. Y sobre Isaiah, bueno, lo está pasando a lo grande en Francia, ya sabes como es.

Sonreí cruzando los brazos sobre mi pecho.

—Isaiah siempre ha sabido pasarlo a lo grande— recordé a mi otro hermano y sus locuras—. Kelsey es completamente capaz de manejar el Aquelarre sin ayuda, además lleva más tiempo manejando la magia que yo. Apuesto que tía Zada la está ayudando, a pesar de tener cosas que hacer con el circulo de brujas— dije, el recuerdo de ambas enseñándome a controlar mi magia me acogió la mente—. Dudo que yo pudiera ayudarla.

—Kelsey aprendió mucho de ti, pequeña— suspiró —. Todos lo hicimos, de alguna forma.

Inhalé profundamente, ya basta de rodeos. —¿Ahora me dirás el por qué estás aquí?, no creerás que me trago ese cuento de que solo quieres saludar y hablar un par de cositas, ¿no?

—Tan perspicaz como siempre, pequeña — me sonrió —. Una digna hija de tu padre.

Comenzamos a caminar por la ciudad. Para nuestra suerte las calles no estaban tan concurridas, lo que nos permitía hablar con más soltura.

—Todos están preocupados por ti, desde que Zada y Kelsey detectaron que una criatura misteriosa atravesó la barrera de protección de esta ciudad, tu padre ha estado como loco buscando y buscando respuestas sobre que es— explicó —. Tu madre a intentado averiguar por sus propios medios, pero nadie ha tenido éxito, ni siquiera Zada junto al círculo.

Me mordí el interior de las comisuras. —Dime la verdad, Greg, ¿les preocupa mi seguridad con esa criatura suelta, o que yo haga de las mías y termine destruyéndolo todo?

—Amelie— replicó en tono reprochatorio.

—Oh vamos, sabes que lo que digo es verdad— evité su mirada —. De por si muchos ya me consideran peligrosa, no me extrañaría que en algún momento se les pase por la cabeza a ustedes.

—No hables así, sabes que nosotros no pensamos así, jamás lo hemos hecho y jamás lo haremos— tomó mi rostro para hacer que lo mirara, sus ojos y los míos se conectaron —. Todos estamos preocupados por ti, es verdad que no sabemos qué clase de criatura entró a esta ciudad, y el hecho de saber que no estas con bajo nuestra protección es inquietante para todos, sobre todo para tus padres.

—¿Y cómo creen que me siento yo? — solté con rabia —. Desde que esa cosa atravesó la barrera, el ambiente en la escuela no es el mismo, hemos encontrado humanos muertos, y atacaron a una de nosotros bajo nuestras narices— me liberé de su tierno agarre—. Temo que la siguiente victima sea uno de mis amigos. Me aterra pensar no poder protegerlos.

—Pequeña, no es tu responsabilidad cuidar de todos— tomó mi mano y la acarició, de la misma forma que solia hacer desde que era una niña pequeña —. No puedes ponerte en riesgo, exponerte a que descubran tu realidad— sus caricias seguían el mismo ritmo lento y tierno—. Entiendo que te preocupen, de verdad, pero no tenemos ni siquiera el más mínimo conocimiento de que es esa cosa y exponerte a ella no es una buena idea.

—Soy lo suficientemente fuerte para darle frente, Gregory — la magia me recorrió el cuerpo completo —. No dejaré que esa cosa lastime a más personas, menos si se trata de a los que quiero.

—Sé que eres fuerte, Amelie, nadie pone eso en duda— suspiró sonoramente —, pero no debes hacerlo, entiéndelo. Tu conoces bien las consecuencias que pueden tener tus actos; no eres como cualquier sobrenatural que tiene limitaciones— las palabras de una de las amigas de mi padre resonaron en mi mente: “Ella posee más poder en una mano que todo este aquelarre junto” —. Y eso te vuelve una situación de cuidado.

Una situación de cuidado, que manera tan sutil y linda de decir que soy peligrosa e inestable. Que buena manera de decir que soy una abominación.

—¿Y qué esperas que haga? Que me quede sentada peinando mi cabello o viéndome al espejo mientras mis amigos y compañeros arriesgan todo para defenderse de esa cosa— una amarga risa salió de mi garganta—. Esa no es una opción, no para mí.

—No digo que lo sea, pero tampoco puedo decirte que hagas lo necesario para detenerla, por lo menos no ahora.

Bufé al escucharlo.

La verdad es que son contadas con una mano las veces que Greg y yo habláramos de esta forma. La relación con mis hermanos adoptivos siempre ha sido de las mejores, pero al igual que el resto de la familia, tenían esa manía de ponerme en una cabina de cristal para evitar que un desastre se volviera aún más grande con mi intromisión. Ellos dicen que es por mi propio bien, para mantenerme segura y a salvo de la maldad y oscuridad, pero detesto saber que ellos son capacidades de sacrificar todo y más por mí; inclusive de antes que yo naciera.

Además, pesar de que no lo dijeran o pensaran, algo dentro de mi sabia que, de alguna forma, ellos sabían que las cosas que se decían sobre mi en nuestro mundo, podían ser reales.




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