Hallie.
Hallie. Hallie. ¡Hallie!
Solté un grito tan fuerte que Jason se hizo unos cuantos pasos hacia atrás, totalmente confundido por mi acción. El corazón me latía con fuerza en el pecho mientras las imágenes de lo que había pasado ayer en la noche no dejaban de repetirse una y otra vez en mi cabeza. Me incorporé en la cama.
La extraña criatura. Sus palabras. El lobo gigante lanzándose sobre él. Verlos correr a ambos al interior del bosque.
—¿Todo bien, Hallie? — preguntó mi hermano al ver que estaba estática mirando hacia la nada.
Nada estaba bien, pero no tenia forma de explicarlo.
Apenas recordaba cómo había logrado llegar a casa, solo sé que llegue sana y salva, y que por lo que notaba, nadie había notado mi salida ayer.
—No es nada, solo una pesadilla— me pase las manos por el cabello.
—¿Quieres contármela?
—No fue nada grave, Jason, de verdad.
El solo asintió. —Date prisa, llegaremos tarde a la universidad.
El chico salió de mi habitación cerrando la puerta y me lance nuevamente a la cama para mirar el techo. ¡Dios!, ¡Dioses!, estaba tan confundida que apenas lograba procesarlo en mi mente.
Me levante de la cama y me apresure a meterme a la ducha, una vez vestida y peinada tomé mis cosas y salí de la habitación. Toda mi familia estaba reunida en la cocina tomando desayuno, Annie estaba divertida comiendo su tostada con mermelada mientras que Dorian masticaba su cereal con leche, sus audífonos negros resaltando entre su cabello rubio.
Papá levantó la mirada del diario al verme. —Buenos dias, estrellita, ¿Cómo amaneciste?
Confundida, y con una extraña necesidad de volver al bosque. Sonreí. —Bien, nada que reportar.
Después de un desayuno sorpresivamente silencioso, papá salió junto a Dorian para llevarlo a la escuela mientras que mamá tomaba la mano de Annie para llevarla a la escuela de niñas. Jason y yo por nuestra parte caminamos a la universidad. Para mi buena suerte, mi hermano no comento nada sobre mi actitud al despertar ni nada en relación al mundo sobrenatural, lo cual me pareció de maravilla, la verdad es que mis pensamientos aun se encontraban en la noche anterior.
Esa cosa había dicho que yo debía saber algo, que yo debía predecir algo, pero ¿qué?, mi conocimiento sobre las banshee no es mucho, es solo lo que me han dicho mis padres, y la verdad es que apenas y comprendo lo que soy. Se supone que las banshee provienen de Irlanda y son seres que pueden presagiar la muerte y los malos augurios, y que poseemos un grito tan fuerte que puede destrozar los tímpanos humanos y, posiblemente, sobrenaturales. Fuera de eso, desconozco por completo lo que soy, no se controlarme ni controlar las sensaciones y voces que a veces me perturban. Soy un desastre como banshee.
—¿Hallie?, ¿estas aquí o en la luna? — pregunto Val mientras chasqueaba los dedos frente a mí.
Un momento, ¿Cuándo llegamos a la universidad?, ¿Cuándo Jason dejo de estar conmigo? Y ¿Cuándo aparecieron Sadie y Val? Definitivamente tengo la cabeza en la luna.
—Si, lo siento, estaba pensando.
—¿En qué? — preguntó Sadie con intriga —, digo, solo algo tan importante te tendría como en otra dimensión.
—Son…tonterías, pero nada de qué preocuparse— me encogí de hombros y les sonreí sin mostrar los dientes.
Ambas chicas compartieron una mirada, estaba convencida de que no me creían, pero no aventuraron más allá, lo cual agradecí mentalmente. Nos separamos para ir a nuestras clases, pues a pensar de estudiar carreras con campos algo similares, no teníamos la suerte de compartir todas las clases.
Una vez dentro de mi salón, intenté prestar atención a lo que el profesor decía, pero mi mente no abandonaba el bosque. No podía dejar de pensar en la criatura oscura y el lobo gigante, me era casi imposible de creer lo que había visto, a veces olvido lo fantástico y desconocido que puede ser el mundo sobrenatural para mí, a pesar de pertenecer a este.
Parte de mi quería volver al bosque, y encontrar respuestas a mis preguntas, necesitaba entender que estaba pasando. Sin darme cuenta como ya estaba en mi segunda clase, con Val sentada a mi lado, y Jason sentado detrás. Parecia que mi vida estaba en piloto automático, mi cuerpo se movía hacia donde debía ir, pero mi mente se encontraba muy lejos de la realidad.
—Hallie, sabes que puedes contarme lo que sea, ¿verdad?
La voz de Sadie me trajo otra vez a la realidad. La miré. —Claro que lo sé, Sadie.
—Cuando estés listas para hablar, mis oídos estarán dispuestos a escuchar— sonrió levemente.
Algo en la mirada de Sadie me alerto, estaba más pálida de lo normal y parecia haber adelgazado un poco en estos dias. Eso no me da una buena espina.
—Gracias por ser asi— la tomé de las manos —. ¿Y que hay de ti?, ¿estás bien?
—Lo usual, ya sabes— se encogió de hombros —. Mis defensas no son las mejores y no he dormido bien últimamente.
En momentos como estos es cuando desearía tener el poder de alguna bruja, o algo parecido para ayudar a mi mejor amiga. Desde que conozco a Sadie he temido que algún día mis presentimientos me digan que ella es la siguiente, que su camino ya esta por llegar a su fin, y que no podré evitarlo. Saber cuando la gente esta por morir es un asco, sobretodo cuando se trata de la gente que quieres.
—Ay, cariño— no pude evitar abrazarla —. ¿Por qué no lo dijiste antes?, tal vez Val y yo podríamos ayudarte.
—No es necesario, sabes que siempre tengo recaídas, pero salgo adelante— sonrió con dulzura, tan característico en ella —. No se desharán de mí.
Escucharla decir eso no ayudo en nada a mis emociones. Sé de sobra que Sadie Marshall es una guerrera, pero eso no quita que no me preocupe por ella.
La siguiente clase se pasó tan rápido como las anteriores, pero lo más sorpresivo para todo, menos para mí, fue el anuncio que nos dio en director del departamento de ciencia, la señora Hawks había fallecido. Mi presagio se había cumplido, la señora Phoebe Hawks había dejado esta tierra.