Miro a mi alrededor, como por decimoquinta vez.
Estoy nerviosa, hay un nudo en mi estómago y otro en mi garganta.
—Tranquila, Annie—habla mi hermana.
La observo, sus ojos verdes brillan de felicidad.
Creo que es por el hecho de que ahora el cuarto será solo para ella.
—Estoy bien, Is—le digo. Sonrío, para hacerle creer que realmente estoy bien.
Pero no es así, tengo miedo.
Tengo que convencerme de que todo saldrá bien.
Hago un ademán de abrir la carpeta roja, pero algo me detiene.
¿Qué tan necesario es hacerlo?
Digo, sé que soy un poco curiosa y eso. Pero... ¿Que acaso yo ya no se la información que tengo entre mis manos?
Alguien pasa su brazo sobre mis hombros, levanto la vista para observar a mi papá.
—¿Va todo bien, pequeña? —me pregunta.
—Papá, ya no soy "pequeña".—hago comillas con mis dedos al decir la última palabra—Y sí, estoy bien. Perfectamente.
Le sonrío, respaldando mis palabras con mi sonrisa.
Él asiente y me devuelve la sonrisa.
Si hay algo que odie de mí, es que puedo ser una persona muy convincente, cuando muchas veces solo espero que alguien me diga "Analise, sé que no estás bien, habla ya"
—No quiero interrumpir el momento, pero An, perderás tu vuelo.
Y ahí está mi hermana de nuevo. De verdad, está más que feliz de que me vaya por 11 meses.
—Ya Isabella, es la última vez que veras a tu hermana hasta dentro de once meses— habla mi madre.
Se acerca a mí para darme un abrazo que acepto gustosa.
Siento como ahoga un sollozo. Mi madre es así, llora por todo. ¡Hasta lloro de la emoción cuando se cayó mi primer diente!
Papá e Isabella se unen al abrazo. Mientras mi padre intenta no llorar, mi hermana pone los ojos en blanco y a mí se me caen algunas lágrimas.
—Ya debo irme— murmuro.
Pero no quiero hacerlo, no quiero deshacerme de este abrazo ni mucho menos separarme de ellos por tanto tiempo.
Pero, aun así, sé que algún día me iré a la universidad, y será mucho peor.
—Disfruta, An—me dice mamá—No todos los días tienes esta oportunidad.
Asiento, sonriéndole.
Entonces, sin mirar atrás, voy hacia mi avión.
Nunca jamás mire atrás, porque si sabía algo con certeza.
Puede que, si miras atrás, lo que ves te destruya, o te haga querer nunca irte.
Yo lo sé, ya lo viví una vez.
▼▼ ▼
Tengo una cierta adicción a la canción "Waka Waka" de Shakira. Esa canción siempre logra que mueva mis caderas al mismo compás que las de ella.
Agradezco que los asientos sean para tres personas, me haya tocado del lado de la venta y el no tener acompañante.
¡Estoy en la puta gloria!
Esa melancolía que tenía hace un rato desapareció, ahora solo siento adrenalina, nervios, ansias...
Demasiados sentimientos juntos.
Extraigo la carpeta roja.
Esto parece de la CIA.
La observo, no decidida a abrirla.
¿Porque mejor no conocer esta información en persona?
Vuelvo a guardarla.
Puedo decir que ahora estoy aburrida y no tengo nada que hacer.
Ya me leí el libro que traje, la revista e incluso vi una película.
También escuche música.
Estiro la cabeza para observar, detrás mío se encuentra un niño con quien supongo es su hermano o, en su mero caso, su padre. Parece demasiado joven.
Y también está dormido.
Una idea cruza por mi pequeño cerebro... ¿y si...?
Sonrío con malicia, me acomodo en mi asiento para buscar algo que pueda servirme en mi mochila...
Saco un paraguas perfectamente guardado.
Bingo.
¿Porque hay un paraguas en mi mochila y no en mi maleta?
Frunzo la nariz, que raro.
Me agacho, de tal forma que mi cabeza queda bajo el asiento, entre mis piernas. Meto con cuidado el paraguas bajo el asiento, los pies del niño se mueven lentamente.
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Editado: 05.05.2019