Lazuli

Capitulo 1: Señorita Edevade.

Una luz al final del túnel. Caer. Ella caía y sentía el aire en su rostro.

Lloraba. Lloraba por un dolor intenso en su pecho que penetraba su conciencia.

Sus brazos reaccionaron. Se levantaron para tratar de alcanzar la luz final, pero ella se alejó.

- Llévame a mí también.- Logro pronunciar.- Llévame con ellas.

Pero la luz solo se siguió alejando, hasta desaparecer.

La magia existía, estaba por todas partes. Y ella deseaba con todo su ser que no fuera así. El mundo sería mejor sin la magia. El mundo sería mejor si ella misma.

*****

22:42.

Nami observo a la pantalla de su celular aun con la respiración agitada. Lo apago y centro su mirada hacia la ventanilla al lado de su asiento. Sabía muy bien por la hora y por cómo se había tornado el viento que el avión estaba a media hora de llegar a su destino.

Resoplo.

Nami siempre tenía ese sueño, aunque más que sueño era un recuerdo de su pasado. Algo que definitivamente quería quitar de su mente. Se relajó tomando aire y recargándose en la cabecera del asiento.

Pensaría, pero eso había hecho a lo largo de las casi 11 horas de vuelo; así que abrió su bolso sacando una carta que desde que la recibió la trataba con delicadeza.

Sin que ella se diera cuenta, 3 semanas habían pasado volando. En su memoria permanecía el recuerdo cuando recibió esa llamada que lo rompió todo, volviendo el tiempo en una insignificante bola de cristal.

Tres semanas antes.

Era un día lluvioso. Nami volvía de su trabajo encaminándose al prospero calor de su casa. Llego a su departamento, no sin antes saludar al portero.

- Buenas noches señor Sasaki, ¿Nada nuevo para mí? - Dijo ella con una sonrisa simpática.

- Buenas noches señorita Edevade, de hecho si, llego esto para usted.- Al decir esto, el hombre saco un fino sobre.- Viene de Inglaterra, supongo que es de su hermano.

Al oír esto, el corazón de Nami dio un salto de alegría.

- Muchas gracias señor Sasaki.- Tomo la carta con gran emoción, dio una reverencia de agradecimiento y se retiró.

Nami se alegraba tanto cuando una carta de su querido hermano llegaba. Siempre le contaba noticias interesantes, sus nuevos proyectos y en cada una de ellas expresaba como se sentía al no tener a su hermanita a su lado.

A pesar de todo esto, Nami tuvo una sensación aquella tarde mientras trabajaba. Una sensación de dolor, de pérdida. Sensación que no había tocado, por más de 10 años.

Al tener esa carta en sus manos se aseguraba a si misma que todo estaría bien, que su querido hermano le contaría anécdotas tan divertidas que aquel pesado sentimiento, quedaría enterrado.

Cuando por fin estaba dentro de su hogar, se estiro por el cansancio y dejo sus pertenencias en la pequeña mesa. Se ducho, vistió y descanso por un rato.

"Al fin un poco de paz" pensó.

El timbre del teléfono de la casa empezó a sonar.

Nami gruño por la indebida interrupción. Tapo su rostro con una almohada dándole la espalda al ruido.

Sonaba y sonaba, no paraba.

Trato de ignorar por un tiempo, pero el timbre era incesante.

- ¡Ya oí! ¡Ya voy!

Se levantó casi cayéndose por su desequilibrio. Camino despreocupada hasta el teléfono y contesto. Su piel se empezó a erizar desde allí.

- ¿Si?

- Buenas noches, ¿Me comunico con la señorita Edevade?

- Ella habla.- Dijo Nami tallándose el ojo izquierdo.

- Ohhh, señorita.- La voz del otro lado de la línea era la de una mujer, era empalagosa pero firme.- ¿Qué tal? Mi nombre es Marissa Yorckey, asistente de su hermano, el señor Garan Edevade.

Nami se emocionó. No solo una carta si no también una llamada de su hermanito. Ese día no podía tener más sorpresas.

- Si, ese es mi hermano, quiero decir...- Aclaro su garganta de la vergüenza.- Es un placer señorita. Mi hermano me habla mucho de usted al escribirme, ¿Cómo está él? ¿Paso algo?

- Señorita Edevade.- La mujer suspiro, y su voz de ahogo en tristeza. - Lamento ser yo quien le de esta noticia, pero su hermano Garan... el... fue encontrado anoche muerto. Lo lamento señorita Nami.

Todo se rompió.

El mundo para Nami, su hermano, el ser que más amaba. No, no podía ser, no era cierto. La chica miro hacia la mesa en la estancia. Allí estaba su carta. La carta de su preciado hermanito, su difunto hermano. De pronto, un gran día, se tornó en el peor de todos, y solo basto con unas cuantas y simples, pero penetrantes palabras.

- ¿Señorita Edevade?

Nami no podía seguir hablando, en su garganta se formó un nudo tan grande que sentía como si se hubiera tragado una piedra, y clavarse mil y un alfileres en su corazón.

- Lo lamento señorita Edevade, sé que es duro para usted. La dejare por hoy para que pueda asimilarlo. Le llamare en estos días para encargarnos del papeleo pendiente. En cuanto el asunto legal no se preocupe, su hermano previno muy bien en caso de que una situación así y yo me encargare de todo.



#32913 en Otros
#4731 en Acción
#4566 en Aventura

Editado: 24.03.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.