La hora pico en la ciudad ya se había vuelto rutina para muchas personas, excepto para Riuji que agradecía no tener un auto; siempre había preferido caminar grandes distancias a esperar que el trafico inmenso se calmara mientras pegaba su trasero en un desgastado asiento.
Aunque el caminar desde su trabajo hasta su hogar costaba bastantes horas, llegando hasta la noche, no le daba mucha importancia.
Por fin llego al edificio departamental que lo esperaba con brazos abiertos y una reja para entrar. Busco en sus pantalones sus llaves, pero vaga fue su sorpresa al no encontrarlas.
"Mierda"
Resoplo. Al lado de la reja había un tablero con timbres para cada vivienda; Riuji se sentía un poco avergonzado si la persona que lo atendiera fuera Artemis, ya que odiaba cuando la molestaba, pero si fuera Annie, maldeciría el momento donde esas malditas llaves desaparecieron.
Toco el timbre de su correspondiente departamento esperando una respuesta. Se emitió un pitido de que alguien le había respondido.
- Ya tenemos suficientes productos de belleza para los bellos de la espalda, ¡Muchas no gracias!
Maldición.
- Annie soy yo, Riuji, se me cayeron las llaves ¿Podrías abrirme?- El muchacho se pasó las manos por el cabello orando para que no dijera una estupidez.
- ¿Contraseña?
- ¿¡Contraseña!?
- Si, contraseña. ¿Cuál es la contraseña?
- Jamás acordamos ninguna.- Exclamo.
- La habríamos acordado juntos si me hubieras escuchado, pero ya que no quieres hablar sobre la organización de nuestra morada me temo que yo misma le puse una contraseña.
Reiji gruño del enojo.
Ese departamento lo habían rentado con el propósito de que Artemis y él vivieran juntos después de su retiro. Le había prometido que después de juntar el dinero suficiente, le compraría una bonita casa y ya allí, Reiji le propondría matrimonio. Pero no poco después se encontró con Annie; se volvieron amigos, Annie le hizo tantos favores que al final los termino cobrando quedándose en el pequeño departamento. Y los deseados planes se habían estropeado.
Era hartarte, sí, pero por lo menos no era una compañera tan molesta como podría parecer. Se esforzaba para ganar un poco de dinero, hacia su propia comida y no molestaba a Artemis - al menos la. Pero con Reiji, con él era otra cosa peor.
En pitido volvió a sonar abriendo la reja. Reiji se sintió sorprendido por el acto mirando al tablero con confusión.
- Era broma, solo entra.
Asintió en forma de agradecimiento, aunque ella no lo viera. Al llegar al departamento, noto que la puerta ya estaba abierta y aprovecho para entrar rápidamente. Cerro la puerta con la misma rapidez.
- Llegue.- Dijo Reiji.- Gracias por abrirme.
No obtuvo respuesta. Suspiro y dejo sus cosas en el sillón de la sala. Se aproximó a una de las habitaciones; dudo un poco por lo que estaba a punto de hacer, mirando la puerta como si fuera algún tipo de evidencia indescifrable. Dejando de lado sus dudas, toco la puerta 3 veces con delicadeza.
- Nena, ya vine.-Pronuncio con un poco de resentimiento.- Traje Pie para la cena. Te traje uno de ternera a la cerveza, sé que te encanta aunque no lo quieras admitir.
Guardo silencio durante un largo rato esperando una respuesta. Miro hacia abajo mientras el sonido leve de que algo de deslizaba por abajo de la puerta se hacía presente; Reiji se inclinó para tomar el papel con cuidado y leer su contenido.
"No debiste molestarte querido Reiji, aun así tienes mi inmensa gratitud"
En el rostro del muchacho se dibujó una hermosa sonrisa. Miro por última vez a la puerta asintiendo para acto seguido, retirarse.
El departamento no era ni muy incómodo ni muy modesto. Era algo pequeño pero los viejos muebles que Reiji consiguió en oferta le hacían parecer un lugar moderno y acogedor. Solo que en vez de tener una chimenea para calentarse del frio, lo que tenían era un calentador mediano que les bastaba para calentar gran parte del departamento. Reiji recordaba muy bien que cuando fue a comprar los calentadores, vio uno precioso que incluso tenia pinta de último modelo, pero después recordó que tenía que comprar dos calentadores. Uno para la casa y otro para Artemis.
En la sala había un ventanal y con él, una pequeña y practica azotea.
Reiji deslizo la puerta encontrándose con una figura de una mujer recargada en la barda de piedra. Cerró y se dirigió con su compañera.
- Lamento por tardar y por lo de las llaves; pase a comprar Pie, te traje de pollo con champiñones.
La chica guardo silencio mientras miraba al horizonte. Reiji se recargo en la barda y la miro para examinarla.
- Nah, descuida campeón; los accidentes pasan, pero tu pagaras el repuesto.- Dijo despreocupada y dándole una probada a su cigarrillo soltando humo con este.
Annie era una mujer alta, delgada; Reiji recuerda que al conocerla tenia (y lo seguía teniendo) el prospecto único de que a donde quiera que fuera esa mujer, siempre llevaba algún abrigo o chaqueta exuberante. Siempre tan maquillada como si fuera a asistir a algún evento de severa importancia, aunque en la realidad llegaba a quedarse todo el día en casa. Y con esa mirada tan profunda, cautivadora y coqueta que llamaría la atención de cualquier hombre. Tal vez por eso Reiji no se sorprendió al descubrir a que se dedicaba antes de conocerlo.