Lealtad Entre Sombras

Capítulo 2

Los siguientes días mi madre tuvo una buena iniciativa. No estaba el toque de felicidad que la caracterizaba pero estaba orgullosa de su progreso. Mi tía Mika nos visitó durante la semana. No me gusta la lástima, pero estaba casi segura que le importábamos de una manera sincera.

La tía Mika trajo consigo una enorme canasta, en el se encontraba, frutas, verduras, pan, queso y tiras de carne seca. Ella es una mujer rolliza, de buenas curvas. Es una mujer casada, pero sin hijos, su esposo tiene una tienda de víveres en el pueblo, de ahí es donde ella nos trae algunos alimentos. Cuando papá se encontraba vivo, era contadas las veces que ella nos visitaba, era extraño, porque tenía entendido que mamá y ella eran las mejores amigas, y muy cercanas cuando eran niñas. Una vez escuché a la tía lucinda decir que la brecha que las distanció fue el matrimonio, de mi madre.

Mamá se encontraba en su habitación, estaba de espalda de la pequeña puerta de madera, pude ver que cosía algo con afán, una tela oscura se desplegaba sobre su regazo. Me retiré para no molestarla. Mi tía preparaba un guiso de verduras, mi estómago gruño, los días anteriores no había tenido una buena alimentación, trataba de ahorrar lo mejor posible los alimentos, quedé saciada con dos cuencos de guiso. Estaba a punto de tomar una siesta cuando recuerdo mis clases con Grisel. Las había abandonado desde la muerte de papá. No las podía posponer por más tiempo, era una ventaja tener esas clases. Si conocía lo suficiente de las plantas medicinales, podría ayudar a una curandera, o enseñar a leer y escribir a algún niño y ganar dinero que nos hacía falta. Tenía suerte de tomar esas clases sin pagar ni un centavo, ya que Grisel cobraba un buen porcentaje por transmitir sus conocimientos, pero en la infancia mamá y ella eran buenas amigas, tanto que Grisel me dio la bendición cuando nací, convirtiéndola en mí madrina.

Mi tía Mika me aseguró que estaría al cuidado de mi madre. Me coloqué mi capa, con el invierno cerca, el calor habitual casi se había disipado por completo. Me tomo poco tiempo llegar al pueblo. Tenderos de comida era lo más que se encontraba en las tardes. Personas iban y venían, adornaban las calles con telas coloridas y guirnaldas de flores, caí en cuenta de lo que se trataba, hoy se celebraba la noche de la (Lealtad) se honraba a los difuntos y se rezaba para que los enfermos se curaran. Las personas tenían la acostumbre de vestir sus mejores prendas y usar mascaras. Solía venir con mis padres, una tradición que no se cumpliría más.

Algunas personas me saludaron, mencionando lo buen hombre que era papá.

La casa de Grisel era grande, de madera de roble. No toque, supuse que ya habría comenzado la clase, una interrupción y provocaría una molestia para ella.

La clase transcurría como la recordaba. Nuestra maestra se encontraba en una silla de madera con cojines, mientras que los alumnos sentados en el piso la rodeaban. El lugar olía a diversas hierbas, se encontraban para darnos una idea de lo que ella nos explicaba, también variedades de libros se amontonaban en extensas libreras. Me asombraba que Grisel hubiera leído todos esos libros.

Me senté cerca de Franni Sullivan, una chica un poco tímida, pero muy linda de cara, lo que más destacaba de ella era su color de cabello casi blanquecino. El tema de la clase era sobre los usos de la manzanilla. Eché una ojeada por la clase, hasta que mi mirada se cruzó con unos ojos parecidos al color de la miel. Tomás Crid me observaba, él es el hijo del único carnicero que vende de forma correcta sus carnes. Todavía no me explico que hace un joven como él en una clase de hierbas y escritura. Era obvio que su padre poseía dinero suficiente para no buscar otro trabajo, ni mucho menos para que sus hijos trabajen. La clase terminó a la hora habitual, los estudiantes se apresuraban en salir.

Yo quería hablar con Grisel, me tenía que poner al tanto de lo que me había perdido en sus clases. Una figura masculina se acerca a mí, se trata de Tomás.

—Edith, es bueno verte.

—Hola, Tomás.

—Lamento lo de tu padre.

Recuerdo que en el velorio de papá, Tomás se encontraba presente, pero en ese momento me encontraba en un momento de mucho dolor, no me importaba quién me hablara o no. Me arrepiento un poco de mi comportamiento con Tomás, él ha demostrado ser un muchacho respetuoso, y no ha hecho nada que pueda darle cuerda a los chismes del pueblo. Una vez escuché que varias chicas se peleaban por Tomás, un joven de familia era muy bien visto y buscado.

—Descuida.

—Estaba preocupado de que no volvieras a las clases —un poco de sinceridad se filtraba por sus palabras.

—Necesitaba un tiempo —digo.

Mostró una sonrisa, tal vez de comprensión. No lo sé.



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En el texto hay: misterio, intriga, terror

Editado: 04.11.2018

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