Lectura interrumpida

6

Ya lo comprobó, Emma entendió todo en ése momento, un nuevo mundo se abrió ante sus ojos y ahora sabía que nunca, absolutamente nunca debía ayudar a nadie.

-Que genial que ahora seamos compañeros de asientos, ¿no lo crees?

Le preguntó ésa persona molesta que sólo llegó a su vida para acabar con sus días de paz, su ahora nuevo compañero de asiento, asignado por los maestros para que él mejore sus notas y ella, se abra más con sus compañeros.

-¿Por qué me pasa esto a mí?
Yo sólo quiero leer en paz.- exclamó la rubia, cubriendo su rostro con ambas manos mientras el chico le daba consejos para hacer más amigos.

-Sé fuerte Emma, yo me siento detrás de ustedes así que ése loro también me va a hacer doler la cabeza.- dijo Conan desde su asiento, mientras su amigo le daba una mirada seria antes de volver a hablar con su amiga.

Mientras Emma se lamentaba de sus errores y Erick intentaba ser su amigo, en el salón había un grupo de chicas que no veía bien a la unión obligatoria como compañeros de asiento entre ésos dos.

-¿Quién se cree que que es ésa para tener que sentarse con Erick?
Deberíamos de darle una lección para que conozca su lugar, ¿no creen?- preguntó la más molesta de ellas, una chica con el cabello teñido de rubio, lentes de contacto púrpuras y pecas en el rostro.

Sus amigas asintieron, completamente de acuerdo.

Erick era un buen chico, no tenía por que juntarse con una amargada que sólo quiere leer tontos libros y se aleja de todos, como sí fuese mejor.

-¿Tu qué dices Maya?
Eres la más cercana a Erick así que te debe poner furiosa que ande tan contento tras ésa amargada que se cree mucho.- preguntó la falsa rubia, mirando a la morena que se sentaba detrás de ella, que jugaba con su celular.

Maya al oír su nombre, levantó la mirada, vio a los nuevos compañeros de asiento, sintiendo algo de lástima por que la callada Emma tendría que estar a lado del enérgico Erick, y volvió a mirar a sus amigas.

-Dejen que el chico haga lo que quiera.
Sí se busca a una tipa que no le quiere dar ni la hora, es problema suyo.
Además, Emma es agradable a su manera.- respondió antes de volver la mirada a su celular.

Emma podía ser callada, antisocial y poco expresiva, pero era su forma de ser y cuando quería, hablaba con los demás sin problema alguno.

La chica de pecas al oír éso, rodó los ojos con fastidio y miró al frente mientras se cruzaba de brazos.

¿Qué tanto le veían Maya, Erick y Conan a ésa rara que no hacía nada más que leer libros?

Quizás era algo bonita, pero su personalidad amargada anulaba la poca belleza que tenía.

De alguna manera debía hacer que sus amigos abran los ojos y se alejen de ésa fracasada.

-Por cierto, Erick sólo quiere ser su amigo y ella quiere que lo dejé en paz, así que no hagas alguna tontería por celos enfermizos.- dijo Maya, guardando su celular antes de que la profesora llegué.

La rubia al oír éso, fingió no oír nada.

La decisión estaba tomada y nada la haría retroceder.
.

.
En el receso.

Emma había ido al baño, lavandose las manos, agotada por tener a alguien tan ruidoso ahora a su lado en clases.

La chica que se sentaba antes a su lado era mejor, difícilmente intercambiaban palabras dos o tres veces al mes, pero los maestros no pueden ver a alguien tranquila.

La rubia se dio media vuelta y retrocedió al tener a una chica rubia con ojos púrpuras, parada delante de ella, viéndola con enojó.

-Tú y yo tenemos un problema.- dijo la de pecas, con enojó.

Emma, lejos de sentirse intimidada, dio un suspiro profundo.

-No sé cual sea el tuyo pero mi problema actual son mis manos mojadas, así que sí me haces el favor de dejarme pasar, te lo agradecería.- exclamó la de anteojos, con el ceño fruncido.

Ya se esperaba que algo así suceda, todo gracias a ése tipo molestó que no la dejaba en paz.

La chica de pecas, la miró con sorpresa al ver que no la intimidó ni un poco, así que apoyó sus manos en los hombros de ella.

-¡¿Quién te crees que eres para hablarme así?!- preguntó en un gritó, enojada.

La rubia, lejos de asustarse, nuevamente dio un gran suspiro.

Una persona normal se asustaria o se querría defender, pero le era imposible hacer una de ésas cosas, viendo que su agresora tenía las mejillas sonrojadas y sus ojos llorosos.

¿Cómo se supone que tenía que lidiar con éso sin ser vista como la culpable de todo éso?

No le quedaba de otra más que hacer la cosa más molesta de todas, para evitar meterse en problemas.

Relajando su mirada y sonriendo levemente, apoyo una de sus manos las cuales ya estaban secas, sobre el hombro de ésa rara y fastidiosa chica.

-No sé quien seas, pero sí quieres, podemos hablar para que te puedas desahogar un poco.

No le quedaba de otra más que oír la tonta historia de ésa tonta y molesta chica para que la dejé en paz lo antes posible.

-¡¿Cómo que no sabes quien soy?!
¡Me sentaba a tu lado hasta la semana pasada pero ése tonto me quito mi lugar!- gritó la chica de pecas, revelando que su verdadero enojó era por ya no sentarse a lado de Emma.

La amante de los libros al oír éso, borró su sonrisa, intentando recordar quién se sentaba a su lado, dándose cuenta ahora que de hecho nunca se tomó las molestias de levantar la mirada de su libro para voltear un poco su rostro y ver quien era ésa persona.

-Yo... ¿eres Scout Fi...

-¡Ni siquiera estás cerca!- gritó la chica, interrumpiendo a Emma que desvío la mirada, con fastidio.

No creyó que sería capaz de hacerlo, pero encontró a alguien más fastidioso que el tipo ése.

-¡Deja de mirar a otro lado como sí yo fuese una molestia!
Creí... creí que éramos amigas pero tu... tu no recuerdas ni mi nombre.- exclamó ésa rara chica, apoyando su rostro en el hombro derecho de Emma mientras lloraba levemente.

La rubia de anteojos, en ése momento fusionó su mirada de fastidio con la de incomodidad.



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En el texto hay: humor, amistad, posibles giros inesperados

Editado: 13.05.2021

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