Lectura interrumpida

7

El calor era insoportable, tanto así que la gente molesta estaba tranquila, sin causar alboroto como siempre... era el momento perfecto para Emma quien por fín leía un libro sin ser interrumpida.

Estaba transitando y odiaba ésa sensación en su cuerpo, pero mientras pueda leer, no le importaba.

Erick que como siempre estaba a lado de Emma, la miró con una sonrisa nerviosa.

-Emma, ¿estás al tanto de que tus gafas están empapadas de sudor?- preguntó el pelirrojo.

La rubia cerró su libro, se quito los anteojos y se cubrió el rostro con ambas manos.

¡Era imposible leer, hacía mucho calor y el aire acondicionado del salón no ayudaba mucho!

-Oye tu, no le hables con tanta confianza a mi mejor amiga.
Sí te quieres acercar a ella, primero debés recibir mi aprobación.- dijo la chica rubia que antes se sentaba a lado de Emma y luego de tanto esfuerzo, ahora se sentaba delante de ella.

Era su deber como mejor amiga, no dejar que ningún chico intenté aprovecharse de ella.

-Vaya, no sabía que eran mejores amigas.- dijo Erick, mirando a Emma quien luego de limpiar sus anteojos, se los volvió a colocar para ver a ésa sonriente chica que se sentaba delante de ella.

Su rostro se le hacía algo familiar, pero no tenía ni idea de quien sea.

-Disculpa, pero... ¿quién eres?- preguntó la rubia, hiriendo brutalmente a su mejor amiga.

Emma es tímida, sólo era éso, no es que en verdad no recuerde su nombre.

-Oye Emma, ¿no te gustaría ir a la playa el fín de semana?- preguntó Conan, asomando su sonriente rostro por detrás de los dos que se sentaban delante de él.

Erick al oír éso, sonrió alegre.

Era verdad, el fín de semana podía ir a la playa, un lugar con mucha agua, agua que los libros no pueden tocar.

Era la oportunidad perfectamente para que Emma se haga de muchos amigos.

-No gracias, no sé nadar y aquí no hay playas; debemos viajar tres horas para llegar a la playa más cercana.- respondió la chica mientras volvía a abrir su libro y lo leía con su ceño fruncido.

Un poco de calor no iba a impedir que lea su libro.

Maya que había oído la conversación, sonrió al pensar en algo que mejor no diría por ahora o los chicos la oirian.

El fín de semana sería sólo de chicas.
.

.
El sábado.

Emma estaba en su habitación, acostada en el suelo, descalza y leyendo un libro en paz mientras el aire acondicionado refrescaba la habitación.

Su hermano y su padre se fueron a pescar el fín de semana con otras personas, así que ése fín de semana sólo estaban las tres mujeres en casa y su madre estaba con su hermanita pequeña, así que tenía un tiempo agradable para leer en paz, sin interrupciones.

Estaba tan felíz en ése momento que no podía evitar sonreír.

La puerta de su habitación se abrió y se asomó una niña de 6 años, de cabello castaño atado en dos coletas, de ojos azules y con anteojos.

-Emma, te buscan tus amigas.- dijo la niña.

La rubia la miró con los ojos muy abiertos.

¿De qué amigas hablaba sí ella no tenía amigas?

Poniendo cara de disgusto, dio un suspiro sin levantarse del suelo.

-Yo no tengo amigas, diles que no estoy y ya.- pidió la chica de anteojos, no queriendo interrupciones.

La niña pasó por completo a la habitación de su hermana mayor y se señaló.

-¿Yo tampoco soy tu amiga?- preguntó mientras hacía pucherito para verse tierna.

Ninguna persona en el mundo podría resistir a la adorable mirada inocente de una niña triste, ninguna.

-No, ahora ya vete.- respondió Emma, volviendo a su lectura.

En el mundo, hay todo tipos de seres humanos.

La chica sintió algo golpear su estómago y miró a la puerta para ver a su enojada madre que era idéntica a ella, pero obviamente mayor, de cabello castaño y ojos marrones.

-No le digas ésas cosas a tu hermana.
Ya levantate y recibe a tus amigas.- dijo la mujer mientras Emma se sentaba y agarraba lo que su madre le lanzó, su chancleta.

Un día, un sólo día quería tener la oportunidad de leer en paz.

-Yo no tengo amigas.- dijo la rubia mientras se ponía de pie para acercarse a su madre y devolverle su chancla.

La mujer agarró el objeto que le lanzó a su hija hace un momento mientras la veía con seriedad.

-Tres chicas vinieron hasta aquí con este calor y dicen ser tus amigas.
Me importa poco sí las consideras tus amigas o no.
Deja un poco ésos libros y ve a pasar el día con ellas y te haces sus amigas, ¿quedó claro?- habló la señora de la casa mientras su hija mayor no ocultaba para nada su mirada de disgusto.

Odiaba tanto que su madre la quiera obligar a tener amigas cuando ella no quiere.

Muchos padres estarían felices por tener una hija adolescente que sea tranquila y estudiosa, que ame leer más que nada, pero su madre no era así.

Con fastidio se dirigió a ver quiénes eran sus visitas, seguida por su madre que la veía amenazante para que no meta la pata y su hermana que estaba enojada con ella.

Al llegar a la sala, se encontró con Maya, la chica rara de cabello rubio y ojos púrpuras de la escuela cuyo nombre no recordaba y ésa chica pelirroja con apariencia de ser problemática que conoció el otro día.

-Hola Emma, disculpa por venir por sorpresa pero te vine a invitar a mi casa para refrescarnos un poco en la piscina que tenemos.
¿No estás ocupada?- preguntó la morena con una gran sonrisa.

Emma la miró con fastidio y antes de que responda, su madre la empujó levemente de la espalda, haciendo que se acerque a ésas chicas.

-No, no estaba ocupada así que se la pueden llevar.- dijo la mujer con seriedad mientras su hija la volteaba a ver con enojó.

Sí estaba ocupada, estaba leyendo y nada es más importante que éso.

-Wendy no tiene traje de baño y asumo que tu tampoco, así que antes vamos a comprar unos nuevos.- dijo Maya, señalando a su compañera de clases cuyo nombre Emma recién se enteraba de como era.



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En el texto hay: humor, amistad, posibles giros inesperados

Editado: 13.05.2021

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