Legado de Poder

Destello dorado

Capitulo 03

"El destino susurra en lugares donde nadie escucha, y une caminos que jamás deberían haberse cruzado."
— Crónicas del Lago Encantado

Kael.

—No sé en qué estabas pensando, lo primero que te pido que no hagas —dijo Eran el mago y bibliotecario del pueblo.

Lleva días reprochando el porque anuncié mi llegada al reino. Fue divertido ver las caras del rey, por primera vez tenía miedo, tenía miedo de mi.

—Tampoco es para que te preocupes, necesitarían el triple de guardias para atraparme y lo sabes. Te saldrán canas —dije alborotando su cabello negro.

—Complicaran nuestro objetivo, han estado buscándote por días.

—Y no me han encontrado, deja de preocuparte.

—Pues esperemos que siga así. Aléjate del castillo y de quienes lo habitan. Solo te pido eso.

Mi mente viajó a quienes habitaban el castillo, un cabello pelirrojo ocupaba gran parte de mis pensamientos, sonreí al recordarla.

—¿Por qué? ¿Van a matarme?

—No quiero que involucres a nadie.

—Como digas.

—Te traje el libro que te prometí —dijo dándome un libro viejo y desgastado.

El libro tenía al menos unas trescientas hojas, o más porque pesaba demasiado. Olía a humedad y las hojas estaban picadas y arrugadas.

—No me gusta leer.

—Contiene hechizos que te ayudarán.

—Ow sigues sintiéndote culpable.

—No me siento culpable, agradece que te estoy ayudando.

—Deberías sentirte culpable —dije revisando el interior del libro.

Sabía que se sentía culpable pero no lo admitía. O bueno eso pensaba, condenar a un niño de seis años debería ser razón suficiente para sentirse culpable durante el resto de tu vida. Empezó a marcharse sin decir nada.

Eran era un viejo mago, no era tan mayor de edad pero sabía más que todos en el pueblo, sabía magia que estaba prohibida, y era el dueño de una biblioteca, ha seguido el legado de su familia. Y ha sido quien me ha ayudado durante tantos años de exilio, aprecio la ayuda pero hubiera preferido no seguir en este mundo.

Cuando por fin estuve solo me senté en el suelo para revisar él contenido del libro, había una página marcada, donde contenía una posición que me ayudaría a olvidarme para siempre de la sombra que me seguía.

Fuego de Luna

Lo peor no era el nombre, eran sus ingredientes ¿Donde carajos iba a conseguir un fragmento del cetro dorado?

Vivir cada vez era más difícil para mí. El libro mágico tenía hechizos para seguir sobreviviendo mientras conseguía los ingredientes para la posición que me salvaría.

Seguí ojeando el libro, hasta que escuché una hoja seca, no se había caído del árbol, había sido pisada. Instintivamente cerré el libro y lo guardé dentro de mi capa. Gire a los lados para ver de dónde provenía el sonido, sonreí al ver una capa verdosa detrás de una roca. La misma que me había apuntado con una daga días atrás.

¿Ahora que iba hacer?

Está vez se había esforzado en esconderse, si no eras demasiado observador no logras verla, pero una parte de su capa se veía en el suelo de tierra.

—¿Nuevamente espiando, princesa? —pregunté, había olvidado su nombre y lo único que recordaba era su puesto en el castillo.

La princesa y prometida del Rey Aiden.

No hubo respuesta, sonreía al ver qué la capa se movió ligeramente. Camine lentamente hacia donde estaba, trate de ser silencioso para poder asustarla.

Cuando estuve a un paso de la roca donde se escondía ella se adelantó y salió primero, se sorprendió al verme tan cerca y gritó asustada tropezando con una raíz de un árbol. Cayó en un solo golpe, incluso la tierra tembló por su caída.

Reí sin poder evitarlo, y como buena persona me acerqué para ver qué no se hubiera lastimado, le di mi mano ayudándola a levantarla.

—No necesito tu ayuda —dijo apartando mi mano de un golpe.

—¿Está bien, su alteza?

—Cállate.

Se levantó sin mi ayuda y cuando estuvo de pie mee acerqué mucho más a ella, solo un paso nos separaba, era una de las cosas que empezaban a gustarme, estar así de cerca. Observar sus ojos marrones, las pecas que adornaban su rostro. Ella me miraba diferente, no con miedo.

—¿Está perdida, alteza? ¿Necesita que la ayude a regresar a su castillo?

—No estoy perdida.

—¿No? ¿Y qué hace una princesa en medio del bosque? —quite la distancia que nos separaba, ella retrocedió.

—Te estaba buscando.

—¿A mí?

—Necesito que me respondas algo.

—Creí que habíamos terminado con los interrogatorios.

—Nunca respondiste mis preguntas —dijo dando otro paso atrás, está vez yo avancé dos pasos hacia ella.

—Si lo hice.

Mi cercanía parecía no afectarla, no bajaba la mirada, y me miraba con un brillo en sus ojos, me desafiaba. Ella era la única que tenía el grandioso poder de encontrarme, había cientos de guardias por cada esquina del bosque y nunca me habían visto, pero ella me encontraba, era emocionante y peligroso al mismo tiempo.

¿Aiden sabrá que su prometida venía al bosque a verme?

—¿Qué quieres saber?

Ella pareció dudar, o quizá estaba eligiendo qué preguntarme.

—¿Qué hay entre tú y Aiden?

¿De verdad creía que le iba a responder eso?

Está vez retrocedí para irme, habia sido divertido encontrarla nuevamente en el bosque, pero no iba a responder.

—¿No vas a responder?

—No —dije encogiendome de hombros.

—¿Por qué?

—¿Aiden sabe que estás aquí?

—¿Importa?

—Eres su prometida.

—¿Y que tiene que ver eso?

Me di la vuelta para irme a mi hogar, caminé algunos metros y ella iba detrás de mí, me detuve. ¿Iba a seguirme?

—Deja de seguirme ¿No tienes cosas de princesa que hacer?

—Me iré si respondes.

Se estaba volviendo un fastidio, tenía que deshacerme de ella, iba a tirarla a un acantilado si volvía a hablar. Si no hablaba ella me seguiría, entonces podría ir a un acantilado tirarme y ella haría lo mismo. O al menos dejaría de escucharla.



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En el texto hay: magia y amor, magia amor fantasia

Editado: 01.07.2025

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