Legado navideño

- CAPITULO 21 -

 

Adara

Me levanto de mi cama y comienzo a arreglarme. Comienza la cuenta regresiva, quedan ya exactamente diez días para noche buena. Salgo de mi casa, respiro hondo y comienzo a ir a la fábrica, de paso compre desayuno, que tan solo fue un chocolate caliente. Estoy nerviosa y ya no tengo mucha hambre.

-Hola -escucho a alguien a mi lado.

-Hola Ossian -me acerco más a él.

-¿Te acompaño? -le extiende la mano señalando el camino.

-Si ¿ya desayunaste? ¿quieres pasar comprando? -caminamos juntos.

-Si, no te preocupes -me voltea a ver.

-¿Qué sucede?

-Santa ya no me dejo estar en la fábrica-

-¡¿Te despidió?! -le digo alarmada.

-No -aclara y me tranquilizo- me ha cambiado de puesto prácticamente.

-Que bueno ¿a cual?

-No es un puesto como tal, quiere que te acompañe ahora a todas tus actividades, sin importar donde sean ¿te molesta?

-La verdad es que si me cayeras mal como antes si, pero ya no -le sonrío- entonces serás mi compañero obligatorio -le digo bromeando- ¿a ti no te molesta?

-Para nada -me sonríe.

-Perfecto, vamos que llegamos tarde -le hago señas con la mano para que me siga.

Caminamos tranquilamente hasta llegar a la entrada de la fábrica, tan solo a un paso de entrar el guardia nos detiene.

-¿Qué sucede? -pregunta Ossian.

-Me han ordenado decirles que se dirijan a atrás del edificio.

-Gracias -digo y comienzo a caminar. Tiro mi baso a la basura y Ossian me logra alcanzar.

-Si que caminas rápido -dice al llegar a mi altura.

-Santa dio las órdenes, cuando las dice hay que llegar lo más rápido posible que se puede.

-Pensé que esa regla no te aplicaba a ti.

-No soy tan especial, creo que solo a la Señora Claus se la deja pasar.

-Puedes bajar el ritmo -dice casi jadeando- yo no estoy acostumbrado a esto.

-Si, perdón -bajo mi ritmo al caminar- solo espero no sea para seguir con el trineo, ya me duelen mis manos de tantas vueltas que di ayer, además hace muchísimo frío ya.

Ossian no dice nada, he acelerado el ritmo sin darme cuenta y el ya no puede hablar de lo cansado que está. Vuelvo a bajar el ritmo, me vuelve a alcanzar. Nos detenemos al llegar con Santa.

-Buenos días ¿porque me necesitabas aquí? -digo al llegar y escucho como Ossian intenta recuperar la respiración.

-Necesito que comiences a entrenar todas las mañanas antes de pasar por la inspección de cada área.

-¿No debía hacerlo por la tarde?

-Entrenar con los renos sí.

-¿Entonces qué es lo que debo hacer? -le digo confundida.

-Para entregar regalos necesitas fuerza, equilibrio y sobre todo resistencia -hace señas y se acerca una chica de aproximadamente seis años mayor que yo- ella te entrenará para poder entregar los regalos -me voltea a ver- si necesitan algo me puedes consultar.

-De acuerdo, gracias -Santa ingresa a la fábrica y ahora nos quedamos los dos con la entrenadora.

-Buen día señorita Sorní, joven Solana, yo voy a ser su entrenadora y estoy muy honrada por eso -se presenta ¡Wow! Ahora le tienen respeto hasta a Ossian, solo somos saludados por nuestro apellido si somos de alto rango, así como son mis padres- vamos a comenzar por el calentamiento, comienza a alejarse un poco para que la sigamos.

-Y a mí que tanto me gusta hacer ejercicio -dice irónico- ¿puedo saltarme esto? -me voltea a ver.

-Santa es el líder -es lo único le digo bromeando.

-Genial, aquí moriré -me río casi a carcajadas.

Comenzamos a seguir las instrucciones que nos daba la instructora, no era tan difícil, no es que haga mucho ejercicio, pero antes de esto entrenaba unos tres días a la semana. Luego del calentamiento nos puso a correr unas vueltas por la pista que hizo en la nieve.

-Parece que sí debemos de mejorar la resistencia -nos detenemos junto a ella mientras jadeamos de cansancio- descansen cinco minutos, luego seguiremos.

-Gracias -decimos al mismo tiempo Ossian y yo. Se aleja la entrenadora y ninguno de los dos dudamos en acostarnos sobre la nieve.

No soy de relajarme tanto, el ejercicio es una de las pocas cosas que me relajan, así como llorar, pero sin duda ahora lo estoy haciendo. Llorando en la nieve a la par de mi enemigo de la infancia. Como es de irónica la vida.

-¿Qué sucede? -Voltea a verme Ossian preocupado.

-Ya no puedo -digo nada más.

-¿Por qué? -se levanta y se acerca más a mi.

-No puedo ser Santa, no soy buena en esto -me siento al igual que él- ya no puedo más, me siento asustada y estresada de no hacerlo bien. No estoy lista para esto. Además soy solo un duende ¿qué voy a hacer yo? No tengo la sangre de los Claus, no debería ser yo quien dirija la ciudad, no soy capaz -se acerca a mí y me abraza por los hombros, yo lo abrazo por la cintura.

-Perdón -es lo único que dice.

-¿Por qué? Tu no tienes que ver con esto.

-Si -me comienza a sobar el brazo- yo soy parte de que creas que no lo puedes hacer, te he hecho creer que no puedes ser Santa.

-Si, me has destrozado -bromeo.

-¡Hey! Y yo aquí consolándome, -río un poco- mira no necesitas tener sangre de los Claus, tú eres capaz, por algo estás aquí. No te preocupes, tú lo harás bien, y si te equivocas, no pasa nada, aprenderás de ello. Sé que tú puedes.

-Gracias -digo con sinceridad.

Seguimos abrazados un poco más, tan solo en silencio. Nunca había tenido a alguien a mi lado cuando lloraba, no me permitía llorar, mis padres me han enseñado a que es una debilidad y que nadie más puede ver. Les hice caso, tanto que esta de mi ocultaba que estaba triste.

Luego de un rato nos separamos y la entrenadora nos dio más ejercicios, ahora para poder aumentar la fuerza. Ossian tuvo que tener algunos descansos extras, no era mentira cuando dijo que podía morir aquí.



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En el texto hay: fantasia, navidad, distopia

Editado: 24.11.2023

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