Narra Hanna:
Son las 12:30 y mi padre me llama desde la cocina a comer, con un grito que seguramente se habrá escuchado en todo el vecindario.
/Hanna es una chica de 16 años de tes blanca y cabellera oscura. Unos ojos color miel que le dan un toque tierno e inocente. Es una chica muy buena y amable, pero a la vez ruda si le es necesario./
-YA BAJO- grité fuertemente para que mi padre me escuchara.
/Su padre el señor Harryson desempleado, borracho desde la muerte de su esposa, y con problemas de ira que lo hacen un hombre violento. Es medianamente alto y muy corpulento debido a su asistencia en la milicia./
Me acomodé en mi cama hasta el canto y dejé caer mis pies al suelo. Caminé despacio hacia la puerta y sentí como unos pasos subían a una gran velocidad.
[Tengo miedo]
Instintivamente cerré la puerta de un portazo y me moví lo más rápido que pude, hasta la mesita junto a mi cama, allí estaban las llaves de esta, las agarre e intenté cerrarla, pero gracias al temblor de mis manos se me cayeron al suelo. Los pasos se oían cada vez más cerca, me agaché y las recogí, por suerte llegué a cerrar la puerta a tiempo.
Los pasos se detuvieron frente a mi habitación, y se oyeron unos estruendosos golpes. Se empezó a escuchar como mi padre gritaba desde el otro lado de la puerta.
-SAL YA DE ESE CUARTO Y COMEREMOS TRANQUILOS COMO UNA FAMILIA!- dijo mi padre gritando y golpeando la puerta.
El cerrojo terminó por romperse, permitiendo que mi padre con un horrible e intenso olor a alcohol entrase. Me escondí debajo de mis sábanas pensando que así me dejaría. Pero no. Él corrió hasta la cama y me destapó violentamente y talvez con resentimiento...
Levantó la mano con intención de golpearme. Coloqué rápidamente mis manos sobre mi cara, pero aún así me golpeó tan fuerte que me caí para atrás y mi cabeza dió de lleno con la cabecera de la cama.
En ese momento solo pude pensar que todo esto me dejaría una gran marca.
Luego se largó maldiciendo en voz baja y antes de salir me miró y dijo:
-Lávate la cara ya sabes que no me gusta cuando lloras, tu rímel mancha todas las sábanas y la sangre no sale de la ropa blanca- dijo enojado.
Se alejó y comencé a llorar, desesperada entré en el baño y noté que me estaba sangrando la parte posterior de la cabeza, las lágrimas que antes brotaban suavemente se intensificaron.
Exploté y me tomé del estómago (como si eso lo arreglaría), caminé hacia atrás hasta chocar con la pared e ir bajando hasta caer en el suelo llorando.
Después de un rato abrí mis ojos, limpié mis lágrimas y salí del baño con una decisión en mente. Con determinación busqué y tomé la mochila que se encontraba en mi armario y empecé a guardar todo lo que creí necesario:
-Ropa
-Mi diario
-Unas lapiceras
y más cosas...
Revisando los cajones me encontré con un pequeño gas pimienta que una vez mi madre me compró para utilizarlo en casos extremos.
Casos extremos...como éste.
Lo guardé en el bolsillo trasero de mis jeans, me puse mi abrigo favorito (color amarillo patito) para el frío y tomé mi mochila, ahora solo falta el plan de escape...
Por la puerta principal.
Pero ese era un plan suicida, y todavía no quiero morir...
Me giré y ví que la ventana estaba abierta, pero no puedo bajar por ahí, es un segundo piso...
[Al parecer no hay opción]
Mis ojos se nublaron, y con una determinación que nunca antes había experimentado caminé siligilosa hasta las escalera. Coloqué mi pie en el primer escalón y comencé a bajar silenciosamente...
Paso tras paso, se me hizo eterno...
Cuando llegue al final de la escalera, pude escuchar como mi padre se acercaba lentamente y yo comencé a correr. Pude escuchar como aceleraba sus pasos, estaba delante de la puerta y agarré el pomo para abrirla.
Siento como me sujeta del brazo con cara de psicópata e instintivamente tomo el gas pimienta y comienzo a lanzárselo directo en los ojos.
Pegó un grito espantoso y comenzó a retroceder llevándose todo por delante.
Por fin logró abrir la puerta y salir corriendo. No tenía pensado a donde ir, pero si sabía que estaría mejor fuera que en esa casa de los horrores...