Estoy en mi oficina improvisada mientras papeles, facturas y demás archivos permanecen revueltos sobre el escritorio. Reviso los números, los tacho y hago distintas operaciones matemáticas en una calculadora. Antes solía hacer todo esto con Vero, nos organizábamos y dividíamos el trabajo a la mitad, en verdad disfrutaba esos momentos. Ahora dividimos las tareas de igual forma, pero ella en su oficina y yo en la mía.
Quisiera estar con ella, pero cuando siento esa incomodidad que le genero prefiero no hacerlo. No deseo transmitirle esa sensación y odio sentir que le estorbo. Por esa razón opto por hacer la parte del trabajo que me corresponde a solas y luego llevárselo a su oficina para que se encargue de juntar toda la información y terminar.
Sí, sé que no es la mejor estrategia para reconquistarla, pero por ahora debo actuar con mucha prudencia si pretendo que todo salga bien. En la madrugada llegó una idea igual que un foco de luz sobre mi cabeza. Expresaré lo que siento por ella sin que quede nada más por decir.
Debo ingeniármelas para convencerla de salir o que me acompañe a mi departamento. Una cena, una charla y cuando el momento llegue le soltaré todo como una bomba. Si ser 100% sincero no funciona, no sé qué más puedo hacer. Así que este es el último intento, su reacción será definitiva para saber si me ama o no.
Hoy mi cabeza ha estado pensando en mil cosas, incluso en varias ocasiones he colocado mal un número en la calculadora y ha hecho que me equivoque al sacar las cuentas. Aunque es algo normal ese despiste, pues, hoy en la tarde debo ir a la clínica para que me den los resultados de la prueba de ADN. Gracias a Dios ya terminaron estos diez largos días, porque la vida familiar con Amanda es un total desastre.
Quedé de ir a recogerla a la una de la tarde y de allí iremos directo a la clínica. Solo espero que Amanda no haya hecho alguna trampa para alterar esos resultados, sabes, así como las villanas de telenovelas. Ja, ja, ja, sería muy gracioso que eso pasara, porque entonces mi personaje se lo creería y tendría que aguantarse todo.
El caso es que quiero decirle a Verónica que me acompañe hoy, pero al mismo tiempo prefiero no darle detalles para que ella misma sea testigo y no le vengan con chismes luego. Nadie en el orfanato tiene idea de mi situación, ni de que tengo un supuesto “hijo”. Claro, con excepción de Camilo y Estela, y eso porque no tuve otra opción, además de que los convencí para que mantuvieran este asunto en secreto.
Algo que me sorprende es que Tatiana, siendo la mejor amiga de Amanda, no está enterada de nada. Aunque tiene lógica desde cierto punto de vista, pues, quizás Amanda no quiere verse sometida al escarnio público. Después que sus padres la echaran como un perro a la calle, no tengo ni idea de donde estuvo y que hizo hasta que apareció de repente en mi puerta.
Analizando la situación no creo que la opinión pública le importe mucho porque ella quería ir a la fiesta de Vero, pero ahora que lo pienso quizás solo me lo dijo para conocer mi reacción. Siendo sincero, no me la imagino apareciendo así de repente ante todos, las preguntas, murmuraciones y demás críticas habrían sido demasiado para ella.
Son las diez de la mañana y la manecilla del reloj avanza muy lento. Ya quiero que sean la una para tener esos resultados en mis manos. Menos mal, Camilo intercedió por mí, porque no imagino esperar otros diez días. La impaciencia está haciendo que se me caiga el cabello, de seguir así me quedaré calvo en una semana.
Tomo varios papeles en las manos buscando una factura y no la consigo, se trata de una que refleja los gastos realizados en las fiestas de cumpleaños de los niños. Aquí cada día hay un onomástico y gracias a que tenemos divididos a los niños por edad, sabemos cuándo cumplen años y se los celebramos lo mejor que podemos.
Regalos, pastel, y demás parafernales hacen de las celebraciones algo muy único. Podríamos esperar al último día del mes y celebrarles a todos los cumpleañeros, pero quiero que cada uno de ellos se sienta especial de forma individual.
Por suerte, las ganancias que ha producido el restaurante, la posada y las inversiones en la bolsa de valores, han generado los fondos suficientes para cubrir todos esos gastos.
Me alegra que las cosas estén así de bien porque parte de mis metas están cumpliéndose, aún sigo donando el dinero de mi negocio, ya que, nunca está de más. Y además los ingresos que me produce son suficientes para vivir tranquilo.
Después de abrir carpetas, organizar facturas y comparar fechas, llegué a la conclusión de que ese recibo no está aquí. El único otro sitio donde puede estar es en la oficina de Vero, así que me levanto y voy para allá.
Toco la puerta y escucho su voz afirmando que puedo entrar.
—Hola cariño —ella está viendo unas cosas en la laptop, pero no se molesta en alzar la mirada —pensé que vendrías a recogerme más tarde, déjame terminar unas cosas aquí y ya salimos.
Estiro los labios —creo que me estás confundiendo cariño —me rio.
Alza la mirada —Carlos, disculpa, pensé que era Javier.
Asiento y muevo la mano —no te preocupes, solo vine porque me falta una factura, esa que recopila todos los gastos de las celebraciones mensuales.
Frunce el ceño y pone la mano sobre su mejilla —en las carpetas que te pasé estaba esa información.