Lemniscata

EL AMOR NO ES SOLO PARA LAS PERSONAS DE DISTINTO SEXO

-Y bien ¿A qué esperas para contarme la sobre la cita? ¿Dónde fue? ¿Qué hicisteis? ¿Hubo beso? ¿Ya es oficial?

-Aria, si te callas te lo cuento todo, pero si sigues preguntando no podré contarte nada.-Ante las palabras de mi amiga me quedé muda, y lo único que hice fue escuchar el principio de su historia con Pamela.

LENA:

Cuando me subí al coche de Pamela, no sabía cuál iba a ser nuestro destino. Ella quería que fuese una sorpresa, por lo que deseaba con todo mí ser que esta me gustase. El deseo de conocer el destino de nuestra primera cita crecía en mi interior a medida que dejábamos atrás la carretera. No intercambiamos ninguna palabra durante el trayecto, el único sonido que había en el interior del coche era el de la radio y el de nuestras respiraciones. Respiraciones nerviosas, ante lo que podía suceder. Dejamos atrás nuestra ciudad, para entrar en el pequeño pueblo de Gorchymynu Coedwig (Bosque encantado), en donde Pamela se detuvo frente a un pequeño bar. Aquel bar, desprendía un olor a café recién hecho, cerveza destilada, tés de distinto tipo pero sin duda alguna el mejor olor de todos era el de los churros caseros y chocolate. Donde hubiese unos buenos churros con chocolate caliente, que se quitase el resto de alimentos. Si por mi fuese viviría  a base de estos. Juntas nos sentamos en una pequeña mesa de madera, que tenía tallados en las patas pequeñas rosas que se iban enredando alrededor de estas. Al poco llegó una camarera a tomarnos nota. Pedimos los churros con chocolate al mismo tiempo, lo que nos produjo una carcajada. Este hecho, esta coincidencia era sin duda un buen comienzo. Al poco llegaron los chocolates con churros. Bebí un buen sorbo de mi chocolate, pero este estaba algo insípido  y aguado, por lo que lo acabé escupiendo en el vaso.

-¿Te encuentras bien?-Me preguntó Pamela.

-Sí, es que no es como me lo esperaba.

-¿En serio? He oído que es el mejor chocolate de estas zonas.- Negué con mi cabeza, queriendo decirle que estaba engañada.

-Está mejor el de Paradise Beach sin duda-Le dije.

-Siempre podemos pedirle otra cosa. Me pregunto que sabrá bien en este bar. Voy a preguntarle a ese chico de allí-Luego de eso Pamela se levantó de la mesa y se dirigió al chico. Poco después regresó con dos vasos. E aquí la maravilla del bar: un escocés.-Sabía que al ser menor de edad el alcohol me estaba prohibido, pero a decir verdad no era la primera vez que lo tomaba. Acepté sin rechistar la cerveza, que bajó por mi garganta de buen agrado, dejando atrás el mal gusto del chocolate.

-Esto sin duda ya es otra cosa. Brindemos por el escocés con churros.-Juntas brindamos, y empezamos a comernos los churros al tiempo que empezamos a hablar de los lugares que habíamos visitado.

-He estado en Lighice.

-¿En serio? Aria sueña con ir allí. Sus padres se conocieron y se enamoraron en esa ciudad.

-Es un lugar mágico sin duda. Y las auroras boreales son espectaculares, llenan las noches de colores que re reflejan sobre los lagos o sobre el hielo. Todo parece sacado de un cuento de hadas. Y hacen una gran fiesta, justo el 24 de junio por la noche en donde encienden grandes hogueras en la playa que consigue reunir a todo el pueblo.

-Sólo de oírte hablar me entran ganas de ir.

-Pues si todo sale bien iremos juntas. No obstante ahora tengo otro plan para nosotras. Voy a pagar y nos vamos.

-No espera, yo quiero pagar mi parte.

-Ni se te ocurra Lena. Esta vez invito yo como agradecimiento por todo lo que has hecho.-Dicho esto, Pamela se dirigió a la barra en donde pagó nuestros chocolates, escoces y churros. Poco después, las dos estábamos de vuelta al coche, de nuevo cara un destino desconocido para mí.-Mi hermano y yo hemos venido al sitio al que te llevo en numerosas ocasiones-Me explicó Pamela mientras se detenía en un aparcamiento de gravilla. A continuación salió de este y se estiró, acción que yo imité.  Nos encontrábamos en una pequeña pista que se adentraba a un pequeño bosque, y que discurría durante unos cuantos kilómetros por un pequeño río que terminaba en una pequeña fluvial. En dicha pista había una pequeña caseta de alquiler de bicis. Hacía tiempo que no montaba en una, y el simple hecho de poder montar en una de nuevo me traía muy buenos recuerdos. Al final alquilamos dos bicis de montaña y nos adentramos en la pequeña pista. Estuvimos pedaleando durante unos 30 minutos aproximadamente, bajo la sombra de robles, hasta llegar a la pequeña playa fluvial. El aire olía a una mezcla de madera, hierba y agua en definitiva olía a naturaleza en su estado más puro.

-Este sitio es increíble Pamela

-Todavía no hemos llegado a donde quiero llevarte realmente. Tenemos que dejar aquí las bicicletas. A donde vamos es imposible acceder con ellas.



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En el texto hay: romance juvenil, secretos, drama

Editado: 07.09.2019

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