Lemniscata

EL CHICO ENMASCARADO QUE NO SE TRATA DE UN SUPERHÉROE

El incesante y fuerte golpeteo de la lluvia sobre el cristal de la ventana fue lo que me despertó. Me encontré en una habitación de hospital, por lo que mis ojos lograron vislumbrar. Las paredes de un blanco brillante junto con la luz artificial que iluminaban la estancia, me produjeron un fuerte dolor de cabeza. Me llevé la mano a la cara, en donde el dolor se hacía palpable. Note como en esa zona había un parche. 

Desde pequeña siempre he odiado los hospitales por encima de muchas cosas; dado que en ellos pasé gran parte de mi tiempo. Durante varios meses fueron como un segundo hogar para mi. Un hogar en el que aguardaba la muerte. Cierto es que en esta ocasión la muerte no llamó a mi puerta; pero, sin embargo, allí estaba dentro de esas dichosas cuatro pálidas paredes. 

Todo era por su culpa, el chico enmascarado me había hecho esto. Me había golpeado hasta el punto de que no pude soportar más el dolor.  Me levanté de la cama y me dirigí al baño, en donde encendí la luz. La chica que se reflejaba en el espejo era una yo demacrada, magullada. Bajé una de las mangas de la camiseta del pijama de hospital que me cubría y pude ver un enorme moratón, que seguramente haría juego con el que tendría en el costado izquierdo. Acabé quitándome la camiseta para ver mi cuerpo marcado por aquel individuo. Comprobé con horror que mi espalda y brazos también se encontraban magullados. Era capaz de imaginarme siquiera lo que hubiese ocurrido si mis amigos no hubiesen llegado a tiempo. Seguramente aquel ser, sin alma y sin escrúpulos me hubiese violado.

-Aria-pude oír tras de mi, al tiempo que vi reflejado en el espejo a Jake mirándome con miedo, tristeza y algo de alegría.

Me giré para quedarme cara a cara con el, intentando cubrirme con la camiseta. Mis manos temblorosas me lo impidieron. Todavía seguía en shock tras lo sucedido. Los brazos siempre tan protectores de Jake me rodearon con delicadeza, haciendo que el temblor desapareciese con su simple contacto. Acabé derrumbándome en sus brazos, incapaz de retener el llanto. Jake me cogió en el colo con total ternura y me tendió sobre mi cama. A continuación empezó a acariciar mi melena con ternura.

-Shh. No llores más mi pequeña. Ya pasó todo. Estás a salvo-podía ver en sus ojos la cristalinidad que se suele producir antes de que se derramen las lágrimas. Estaba tratando con todas sus fuerzas no llorar.

-Lo siento. Todo esto es por mi culpa. 

- No es tu culpa pequeña. Nunca digas eso. Debí haberte buscado cuándo me percaté de que tardabas. Si hubiera actuado antes quizás...

-No. Si yo no puedo culparme, no lo hagas tú- comenté viendo como empezaba a llorar.

-Por un momento, cuando te vi allí tendida en el suelo me temí lo peor. No puedo perderte Aria porque eres... Te has convertido en mi todo, mi luz. Mi vida sin ti no tendría sentido- Dijo acariciándome una mejilla.

-No voy a dejaros. No voy a dejarte; pero debo confesarte que tengo miedo. El chico que me atacó esta vez era el de la otra ocasión. A pesar de estar encapuchado y usar lentes de contacto pude identificar su voz. Jamás podré olvidarla. No entiendo porque tiene esta obsesión conmigo. No creo que se deba al simple hecho de haberle denunciado. Tiene que haber algo detrás, algo más, un motivo para que se hubiese arriesgado tanto y no se hubiese escapado cuando tuvo la oportunidad de hacerlo. ¿Pero el qué? No consigo saber quién es. No me suena de haberlo conocido, y eso me atemoriza aún más, porque no soy capaz de ver que le obsesiona de mi. 

-Ahora eso es lo de menos. La policía ha ordenado una orden de busca y captura y vigilancia para ti las 24 horas del día. Lo importante es que te recuperes pronto y que descanses. El grupo y yo hemos decidido darte una sorpresa tan pronto suceda eso, pero es un secreto.

-Entonces trataré de sanar lo antes posible-le comenté sentándome y abrazándolo con el objetivo de sentir su corazón latir y su respiración pausada. Sus brazos rodearon mi espalda, de forma que mi cabeza puedo quedar perfectamente encajada en su pecho. Al separarnos me depositó un beso tierno en mis labios.

-Lo sé. Sé que lo harás porque eres la persona más fuerte que conozco, además yo voy a estar en todo momento contigo. Cada segundo, cada minuto, cada hora de cada día no voy a separarme de ti, porque tú eres mi pequeña.

-Y tú mi Bigfoot-respondí.

Un leve carraspeo nos interrumpió, justo cuándo nuestros labios estaban a punto de tocarse.

-¡Cariño, te has despertado! No sabes lo preocupada que nos tenías-dijo mi madre entrando por la puerta como un huracán y dándome un abrazo de oso. 

Detrás de mi madre se encontraba mi padre, con rostro inexpresivo.

-Os voy a dejar solos, pero volveré. Recuerda lo que te comenté- me dijo Jake besándome la frente.

Tan pronto salió por la puerta supe que se avecinaba un gran interrogatorio por parte de mis padres.

-Nos alegra ver que te encuentras mejor. Cuando nos llamaron para contarnos lo sucedido...-dijo mi madre hipando por el nerviosismo del momento.

-¿Por qué no nos comentaste nada? ¿Que algo así ya había pasado? Nos hemos enterado ahora por la policía. Aria, somos tus padres. No entiendo como pudiste ocultarnos algo así de grande-dijo mi padre que se acercó a mi lado y se sentó sobre la cama para sostener una de mis manos. Las suyas estaban temblorosas aún tras lo sucedido.



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En el texto hay: romance juvenil, secretos, drama

Editado: 07.09.2019

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