Lemniscata

Esa podría haber sido yo.

La semana había transcurrido rápidamente entre las clases y la academia y el fin de semana llegó. Como hacía buen tiempo, Tina y yo habíamos decidido bajar hasta la playa. Al llegar, Tina se metió rápidamente en el agua, mientras yo me quedé tomando el sol leyendo un libro y escuchando música. Aquello era el paraíso, la brisa marina era cálida pero no lo suficiente para agobiarte por el calor, y la arena era tan suave que se te escurría por los dedos al cogerla. Estaba tan absorta en mi libro, que no me percaté de que Tina había salido del agua ya hasta que oí sus tripas sonar.

- Me muero de hambre, ¿Qué tal si comemos ya?

- Está bien, la verdad es que yo también tengo ganas.- Nos sentamos en unas mesas de picnic en donde extendimos nuestro arsenal de comida. Cualquiera pensaría que vendría a comer un regional entero, pues la cantidad de comida era abrumadora; sin duda alguna nuestras madres se debían haber compenetrado de alguna manera para cargarnos de esta. Justo después de comer nos dirigimos de nuevo a la playa, donde Tina se quedó dormida al poco tiempo y yo me dediqué a mirar una sección de noticias. Una captó mi atención, y me produjo un nudo en el estomágo ante lo que en ella se recogía:

Muere Annie, tras su lucha contra la enfermedar Genar13. La pequeña que con tan sólo 5 años, no ha podido hacer frente a la enfermedad, falleció ayer as 23:27, tras varios meses hospitalizadas. Sus padres, ante este hecho han pedido privacidad para vencer el dolor que les ha causado la muerte de su hija, así como que sigan investigando una cura para que más padres no tengan que pasar por eso.


No podía, parar de leer la noticia una y otra vez. Era tan sólo una niña de 5 años, la cual había perdido la vida tempranamente, una vida que no pudo disfrutar como la niña que era. En eso consistía la enfermedad, mi enfermedad, en arrebatarte la vida sin tener en cuenta los años que deberías haber vivido. Esa podría haber sido yo, aún podía serlo, y eses que lloran en silencio, en privacidad mis padres. Empecé a notar mis mejillas húmedas, siempre había retenido o aguantado las ganas de llorar intentando ser fuerte para que aquellos que me querían no se preocupasen, pero esta noticia me volvió a mi realidad, a recordar quién  era. Me levanté de la arena, dispuesta a dar una vuelta y conseguir relajarme, no quería que nadie me viera llorar, por suerte Tina seguía durmiendo. No sabía si era yo o la temperatura ambiente, pero de repente sentía más frío en mi cuerpo. Acabé en un pequeño arenal, donde no había nadie, solo yo y el mar que rompía sus olas con furia contra las rocas, como si mostrase su rabia y tristeza ante la injusta vida. Me senté y estuve contemplando este durante varios minutos, que parecieron horas, hasta que noté que el sol se empezaba a ocultar creando sombras en el agua. No podía hacer nada para devolverle la vida a Annie y otros muchos que habían perecido en su lucha, pero lo que si podía hacer por ellos era luchar, ser fuerte y vivir cada día a día de la mejor forma. Aprovechando ese juego de luces del atardecer realicé un baile, en el cual descargaba toda mi rabia y tristeza, teniendo como espectador único el mar y una persona que oculta entre unas rocas me observaba.

Cuando regresé a donde Tina, ésta ya se había despertado y me miraba con cara de “siento haberme dormido”, a la cual yo respondí con un gesto de negación de cabeza y una sonrisa. Recogimos todo y nos dirigimos a mi casa, pues aún le debía una cena.

Cuando llegamos a mi esta, la expresión de Tina lo decía todo. Mi casa se situaba en uno de los mejores barrios de la ciudad, por lo que  no escatimaba precisamente en tamaño. Contaba en total con tres plantas y un sótano en donde se encontraba la sala de cine, donde mis padres y yo nos pasábamos muchas horas viendo una película todos reunidos. En la primera se encontraba: la cocina, el comedor, un gran salón- biblioteca y el baño para invitados  así como el recibidor; en la 2º: estaban la habitación de mis padres con su baño interior, la mía, anexa al salón de baile y con baño propio  y las 3 habitaciones para invitados, finalmente en la tercera se encontraba: los despachos de mis padres y una gran terraza exterior con vistas al mar. Era una casa grande, demasiado para sólo tres personas, pero cuando mis padres la vieron se enamoraron de ella y de las vistas.

- No me puedo creer que vivas aquí y que tengas tu propio estudio de baile.

- Yo tampoco me hago a la idea aún. Sinceramente con algo más pequeño me conformaría. Esta es demasiado ostentosa y llamativa para sólo tres personas.

- Pero tienes que reconocer que tiene sus ventajas.

- Si tú lo dices. Si tuvieras que limpiarla ya me contarías cuales serían las ventajas. ¿Que prefieres, pasta, espaguetis o pechuga para cenar?- Le pregunté mirando lo que había en el armario y la nevera

- Pasta siempre.

- Perfecto, pasta pues.- Pusimos algo de música y mientras hacíamos la cena nos pusimos a cantar y bailar. Era la típica escena de película en la que dos amigas empiezan a preparar la cena al son de la música y acaban llenas de harina hasta arriba, con la diferencia de que en esta ocasión fue de salsa de tomate. Al terminar de cocinar, guardé unos pocos macarrones para cuando llegara mi madre, dado que mi padre tenía guardia en el hospital y Tina y yo nos dirigimos a la sala de cine a ver una película. Cuando llevábamos poco más de la mitad de la película llegó mi madre que vino a saludarnos y a darnos un beso de buenas noches, no antes claro de presentarse a Tina.



#47294 en Novela romántica
#31213 en Otros

En el texto hay: romance juvenil, secretos, drama

Editado: 07.09.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.