— ¡Jughead! ¡Jughead! —Gritó la niña al entrar al escondite del bosque, tenía el vestido lleno de hojas y su rostro se encontraba rojo y sus ojos empañados en lágrimas.
El nombrado levantó la vista al oír como su nueva amiga lo llamaba con desespero, la imagen que vio de ella no le gustó nada, se encontraba en un estado deplorable y se preguntaba ¿Qué diantres había ocurrido?
Se levantó de golpe al igual que Alaric él cual estaba hablando con el niño de las clases de entrenamiento que se tomarían mañana. Corrieron junto a la niña y está al ver a su amigo se lanzó en sus brazos, Jug se sorprendió ante aquel gesto pero correspondió su abrazo sintiéndose angustiado.
—Mi madre… —Murmuro entre sollozos, se separo de su amigo y lo miró—. Necesita ayuda, los guardias la encontraron… ella me dijo que corra….
Alaric se tensó al instante, dejar a una mujer sola con los guardias solo significaba una cosa por lo que corrió junto con su amigo Luka, entrenador de los más jóvenes aunque ya tiene unos treinta años se lleva mejor con los de esa edad.
—Luka, necesito de tu ayuda, llama a Leo y Jonas. Una de las nuestras está en peligro —El pelirrojo asintió—, y trae el arco y las flechas que tengas.
Fue junto con su esposa a explicarle lo que había ocurrido y ella horrorizada le pidió que se cuidara, los guardias son personas que no tienen miedo a matar a un inocente, al contrario se divierten a costa de ellos. Luka volvió con los gemelos y cada uno tenía un arco.
—Toma —Dijo Leo lanzándole un arco a Alaric el cual lo tomo sin problema—, creo que debemos apurarnos.
Asintió.
—Les recuerdo que es peligroso ir y más a estas horas —Dijo Jonas. No estaba de acuerdo en ir, era el más racional de los hermanos, con solo veintiún años ambos se cuidaban el uno al otro luego de que se escaparan del pueblo. Por ser de piel oscura fueron tratados de esclavos por mucho tiempo y no quería volver a caer en manos de los guardias, no de nuevo.
—Es la madre de aquella pequeña —Señaló Alaric, él apunto a Monserrath la cual se encontraba llorando descontroladamente junto a Jughead que la estaba consolando con torpeza—. Si no fuera importante no les pediría esto.
—De acuerdo, vamos.
Los cuatro salieron de allí corriendo y la niña al verlo se levantó para correr en dirección a los hombres que iban a ir a ayudar a su madre pero Jug fue mucho más rápido y la sostuvo de la muñeca. Ella frunció el ceño y lo fulmino con la mirada.
— ¡Suéltame! Debo enseñarles el camino —Dijo intentando soltarse de su agarre pero aquel niño no pensaba soltarla.
—Si los acompañas lo único que harás es molestar —Dijo tratando de no ser tan brusco—, es peligroso. Los guardias tienes espadas tan filosas que pueden dejarte sin cabeza con un…
— ¿Mi mamá va a quedar sin cabeza? —Preguntó horrorizada.
El niño negó con la cabeza rápidamente, esto de consolar sí que era difícil. La acerco a su pecho y la abrazo.
—No le pasará nada a tu madre, te lo prometo.
Los demás seguían buscando a la madre de la niña.
— ¿Escuchaste eso? —Alaric miró a Luka el cuál se detuvo abruptamente. Los cuatro se miraron entre sí al oír las risas masculinas—, ¡Escóndanse! —Cada uno preparó su arco y flecha mientras se escondían detrás de un árbol. Alaric asomo su cabeza viendo a seis guardias caminar por el sendero.
—Esa puta estuvo deliciosa…
Cuando escucho eso maldijo por lo bajo y sin importarle nada apunto directo a su espalda, era algo riesgoso. Si ellos eran vistos tenían las de perder, ellos no poseían espadas solo unos simples arcos que solo les servían a distancia por lo que no disparó.
Las carcajadas iban alejándose cada vez más y ellos salieron de sus escondites.
—¡Vamos por aquí, rápido! —Jonas tomó la delantera en la dirección opuesta en la que fueron los guardias y un poco después la encontraron pero al verla se detuvo y los demás chocaron con él por la forma imprevista en la que se detuvo. Miraron al frente y algunos apartaron la vista y otros cerraron los ojos.
El cuerpo de Elizabeth, madre de la pequeña Monserrath se encontraba atado a un árbol con una soga. Su cuerpo estaba desnudo y tenía una gran cortada en el cuello.
Tal vez Damian se apresuró en hacer una promesa, una que no podrá cumplir.
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— ¿Por qué no me dejan verla? —Preguntó la pequeña. Hacía unas horas que habían traído a su madre envuelta en una bolsa negra—. Ella está muerta y quiero verla.
No lloraba, porque era incapaz de creer que su querida madre la había dejado. Sentía que todo esto era una pesadilla, una horrible pesadilla.
Alaric negó con la cabeza y miró con pena a la niña. Su madre había sido abusada y asesinada de una manera cruel, no podía mostrarle el cuerpo de su madre.
—No.
Los ojos azules de la niña para sorpresa de este parecían ir cambiando de color, parpadeó un par de veces un poco aturdido y cuando volvió a mirarla ella se encontraba detrás de él quitando la bolsa que ocultaba a su madre.
Soltó el grito más desgarrador que él había oído en años, todos los que estaban en el refugio lo escucharon y lo sintieron de una manera tan profunda que les produjo escalofríos. Pero Alaric totalmente desconcertado vio como la niña de hace unos instantes ojos azules como los de su madre ahora tenía unos ojos verdes oscuros como las hojas del bosque… más precisamente la zona de las brujas y dio un paso atrás.
Esa niña era una bruja, una pequeña bruja y aunque el momento para pensar en ello no era el indicado. Tal vez le serviría después de todo.
—Fue ella —Dijo con la voz más gruesa. No se parecía nada a la niña que entro llorando hacía unas horas—, lo siento aquí —Dijo señalando su corazón—, voy a matarla.
Jughead apareció corriendo al escuchar aquel grito y al ver a su amiga con ojos verdes parpadeó sorprendido.
—¿Monserrath? —Preguntó cauteloso.