Noviembre 14, 2019
Es increíble como una distancia de 20 minutos a pie entre una estación y otra te lleve más de siete horas en llegar cuando vives en un mundo lleno de infectados.
Desde la facultad de filosofía y letras, la avenida principal del MB se veía tan cerca, pero tan lejos si no fuese por ellos… apenas y pudimos escapar.
Zaris comentó que el llegaríamos al estadio siguiendo la ruta del MB.
Había trazado un camino por los edificios y los pequeños canales hasta la avenida.
Pero primero debíamos distraer a los miles de infectados, todo tenía que salir de acuerdo al plan; un movimiento mal ejecutado y antes del anochecer seríamos uno más de ellos.
Vaciamos un par de salones, entre los nueve cargamos unos cuantos escritorios y estantes para subirlos a la azotea, con suerte encontramos un botellón de agua y comida empaquetada en las mochilas abandonadas.
2:17 PM
El Sol estaba en su punto más irritante, debíamos tener las mejores condiciones a nuestro favor, el clima se inclinaba en nuestra contra y mejor esperamos a que atardeciera o que se nublara, lo que pase primero.
Un par de horas y media, ya no podía esperar más cuando las nubes se apiadaron de nuestra ansiedad pero seguía haciendo un calor muy molesto.
Al menos, descansamos un poco.
—¿Ya tienen todo?— Zaris, liderando al grupo y rezando de no tener fallas en el plan.
Calculamos dos minutos en bajar del edificio, otros tres minutos en qué se despejará la explanada, sería más “seguro” salir.
4:43PM
Los infectados seguían vagando por toda la explanada. Desde el lado opuesto de la azotea esperamos la señal.
Mientras tanto Chino, Faustino y Teddo ya habían puesto unos botes de basura con unas placas de láminas en cima, justo en la marca que habíamos acordado.
Cuando estos terminaron fueron a la entrada a esconderse.
Todo listo, y Zaris dio la señal.
Isra, yo y Ricardo dejamos caer tres escritorios, impactando contra las láminas y los botes de basura para que hagan mucho ruido esperando llamar la atención de ellos; No funcionó la primera vez, en el segundo intento dejamos caer estantes y tubos de aluminio, de esos que cuando caen rebotan miles de veces molestando con su ruidosa melodía.
El ruido era inevitable y los infectados corrieron detrás del edificio para buscar que era lo que originaba el ruido.
Mientras ellos distraídos, nosotros bajábamos a toda velocidad por el interior del edificio.
En la planta baja nos reunimos con los demás, y cuando vimos que era seguro salir; escapamos sin ser vistos.
—En la avenida principal dejé un par de automóviles, tomemos los y manejemos al estadio.—
Pero cuando llegamos a la avenida, no había nada más que el auto en el que llegué y para colmo el volante estaba destruido.
—Seguramente fue Eliot.— comentó Chino.
—Si él tuviera un androide, seguro te daría problemas Neo.— comentó Zaris.
No tuvimos opción más que seguir a pie hasta el estadio.
El resto del camino fue fácil, ningún infectado cruzo con nosotros. Llegamos en 10 minutos.
Frente a frente del estadio, por fin habíamos llegado al refugio.
El estacionamiento estaba repleto de automóviles, parece que mucha gente vino a este lugar, obviamente.
Caminé entre los autos… y a lo lejos pude ver el auto plateado de mi madre, ese que tenia la calcomanía que decía: “¡PRECAUCIÓN, NIÑOS A BORDO!”.
Un par de lágrimas se escaparon de mis ojos, me acerqué al ver que el auto de mi madre estaba lleno de sangre con los vidrios rotos esparcidos por los asientos. No pude contenerme…
Zaris y los demás se acercaron lentamente hacia a mí.
—Lo siento.— dijo Chino.
Newton se acercó. —Ahora tenemos otras cosas en qué pensar, mientras sigamos con vida debemos aferrarnos a ella.—
Le agradecí y de todas maneras quise entrar al refugio, quería estar seguro.
—¿Ustedes no vendrán?—
Parece que aquí nos separamos.
—Un grupo pequeño era más efectivo, además no sabemos con quién nos tomaremos.— Zaris Previniéndose de cualquier manera.
Lo entiendo, tiene mucho sentido, hacen bien.
¿Debería ir con ellos y abandonar a Hunter? No, no puedo hacer eso…
—Tú decides Neo.— comentó Zaris.
—Creo que me quedaré… Hunter necesita algunas reparaciones extras.—
Se acercaron a despedirse de mí.
—No importa si las cosas no resultan como quieres, anticípate ante cualquier cosa.— me aconsejó Newton.
—Ojalá hubiese crecido con ese consejo toda mi vida.—
—También yo…— me respondió
—Señores, tenemos que irnos antes de que oscurezca, o nunca llegaremos a la frontera.— Comentó Zaris.
Me desearon suerte con la mirada y todos salieron corriendo.
—Hasta pronto chicos, buena suerte…—
Respiré hondo y me acerqué lentamente, pero no había nadie vigilando la entrada, entonces, ¿dónde estarán todos?, además no se oye ningún ruido o por lo menos no hay señales de que haya alguien en este lugar.
Busqué otra entrada y al encontrarla el corazón me dio un vuelco, estaba destrozada seguramente ya todos se habían ido de este lugar, tuve una sensación de vacío.
Al final del túnel veía la poca luz que el sol daba sobre el campo, y cuando salí a este no pude creer lo que estaba viendo… habían colocado cientos de contenedores de cargamento.
Preparé mi arma en caso de que sea necesario y me adentre.
Mientras tanto Hunter y Alisson habían llegado por la entrada norte al estadio.
La puerta de la entrada norte estaba abierta, Hunter la cerró para que los infectados no entrarán pero necesitaba asegurar la puerta.
—¡Sigue, yo te alcanzo!— le gritó Hunter.
Alisson salió al campo y encontró los mismos contenedores, adaptados con todas las necesidades básicas.
Pero no era seguro, lo presintió y justo a tiempo para toparse con un infectado vestido de militar para atacarla.
Estaba más que claro, los infectados destrozaron la última esperanza que tenían.