Al detenerse en medio de la crisis, el huracán de sofocos siempre es inexpresivo.
Tan pronto como morir, el río se funde entre mis venas, y en lo oscuro se hallan penas que no sirven de mucho.
En descenso, un deseo; un extraño, un esclavo.
Exclama el letargo de mi tristeza, profundizando en mi pena.
Me agobia este sistema, nada de lo que siento es tomado en cuenta.
Cuando cierro los ojos, miles de sombras me persiguen.
No puedo verlas, pero sé que existen.
Y cuando esta vela se encienda, sabré que amar a veces es una condena.
El pasado no se interpondrá y el futuro no pasará.
Todo lo que queda del presente es el recuerdo hiriente, lo que más me agobia es recordarte a cada instante.
Mientras exista tu nombre, no habrá hombre que me haga olvidar.
Lo que me hiciste no tiene nombre, pero ahora solo queda recordar.
Y cuando me detengo en medio de la crisis, el huracán me sorprende.
Tiene tu nombre, y te recuerdo a cada instante.
Ahora llueve y no distingo mis lágrimas entre las gotas que caen.
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Editado: 19.12.2020