JungKook.
No sabía cuánto tiempo había pasado observando a Anya dormir. Tenía un rostro tan pacifico, tan tranquilo y tierno, que pensé varias veces en desviar la mirada por temer parecer un acosador, pero no podía. Aun creía que todo lo que había pasado era un sueño, que en cualquier momento despertaría, que todo se desvanecería y volvería a esa horrible pesadilla que me había impuesto, y si eso sucedía, mi corazón se partiría en dos.
–Sigues observándome, Jeon JungKook –escuché su suave voz, observándola abriendo los ojos y dándome una pequeña sonrisa.
–Sólo estoy esperando.
–¿Qué cosa?
–Despertar de este sueño y volver a mi cruel realidad –confesé asustado.
–¿Por qué crees que es un sueño?
–Porque no parece real –Anya sonrió de manera dulce, se incorporó hasta quedar frente a mí, mirándome con fijeza a los ojos.
–Voy a demostrarte que es real –susurró sobre mis labios antes de besarme.
Le correspondí con la misma pasión que ella me daba, igualé sus movimientos e incluso creo que los hice más intensos. Quería llevarme el sabor de sus labios, quería volver a sentirla cerca de mí, quería creer que esto era real, y con esos besos fue inevitable no pensarlo.
»¿Ya estas convencido? –preguntó, mordiendo de manera ligera mi labio inferior.
–Muy convencido –respondí, tomándola de la cintura para volver a recostarnos en la cama.
–En ese caso, soy buena convenciendo.
–Claro que sí –confirmé con una sonrisa, acariciando su espalda con ternura. Casi enseguida borré esa expresión de mi rostro, sustituyéndola por una mueca triste –. Anya, lamento mucho lo que te hice…
–No JungKook, ambos cometimos errores e hicimos lo que creímos correcto en el momento –me interrumpió, alzando el rostro para mirarme–. Lamento haber enloquecido de ese modo y no preguntarte lo que te pasaba, me encerré en mi misma y no quise ver que te pasaba algo malo –se disculpó-
–Yo lamento haber tenido esos pensamientos negativos, esa sensación de culpa. Todo eso estaba consumiéndome sin darme cuenta, y al encerrarme en eso, no me di cuenta de que te estaba lastimando de la peor manera que pude imaginar.
–Fueron cosas que no supimos cómo manejar. Sí, esa chica actuó de la manera más inesperada posible, nos tomó por sorpresa e hizo que comenzáramos a tomar decisiones sin pensar demasiado.
–Sólo quería protegerte, mantenerte a salvo, por eso terminé contigo –confesé, acariciando su mejilla –. Creí que era la mejor manera de hacerlo, pero cada día era demasiado doloroso, no sabía cómo estar sin ti, pensé que en cualquier momento iba a quebrarme.
–Conozco la sensación, es algo que te quema por dentro, que te hace pensar que no puedes con el dolor. No iba a dejarte ir tan rápido, sólo esperaba a tener la mente menos llena de dolor para hablar contigo. No iba a dejarte ir sin una buena explicación, así que habríamos tenido esta conversación tarde o temprano.
–¿Hubieras ido a Corea por mí? –pregunté curioso.
–Hasta el fin del mundo, sin importar nada –contestó, haciéndome sonreír –. Lo bueno es que nos dimos cuenta de esos errores, ¿verdad?
–Así es.
–Bueno, aclarado eso y tratando de no sonar imprudente, ¿qué vamos a hacer ahora? Tienes que regresar sí o sí a hacer el Comeback, no puedes quedarte aquí para siempre.
–Pero podría hacerlo… –intenté decir.
–No, ni se te ocurra decirlo. No vamos a ser de esas parejas que entorpecen el sueño del otro, vamos a ser de esas parejas que se apoyan en todo a pesar de la distancia.
–Pero voy a extrañarte –me quejé, haciendo un puchero con los labios.
–Lo sé, yo a ti también, pero tengo fe en que podremos lograrlo. Sólo me queda un año para graduarme y comenzar a vivir mi vida. No digo que odié estar con mi mamá, pero ya será tiempo de que busqué mi propio camino.
–¿Y yo estoy dentro de esos planes? –pregunté.
–Claro que sí, pero todo depende de que tanto esfuerzo pongas en convencerme –insinuó, alzando las cejas de manera juguetona, haciéndome reír.
–Pensé que serías la primera en decir no a una relación a distancia –mencioné, mirándola con curiosidad.
–Es que ahora tengo la seguridad de que daré lo mejor de mí para cuidar esto que tenemos. No me voy a dar por vencida y no dejaré que nada nos separé, daré pelea para evitarlo –prometió.
–Si eso piensas hacer, te advierto que yo seré peor de luchador que tú.
–Competitivo hasta conmigo.
–Competir contigo me motiva.
–No lo dudo. Entonces, ¿estamos de acuerdo?
–Claro que sí, nena –respondí. Anya sonrió, alzándose un poco más para darme un beso ligero.
–Bien, vamos a organizarnos y confiar en que todo va a salir bien –murmuró, creo que más para ella misma que para mí, levantándose de la cama y saliendo de la habitación, divagando sobre cómo hacer un desayuno.