Primer sobre.
15/08/15
¿Otra vez tú, eh?
Creía que con la nota de aviso ya te habría espantado, pero parece ser todo lo contrario.
Supongo que aun el paso de los años, y eso del siglo veintiuno, lo más importante sigue siendo la formalidad.
Mucho gusto, mi nombre es Cameron Blake. Un chico común y corriente, podríamos cruzarnos y aun así pasaría desapercibido – a pesar de mis rizos- No creo que mi vida fuera especial, en absoluto…
Yo sólo quería ser interesante por si alguien encontraba estas miserables cartas, y lo soy ¿no?
En fin, no todas las personas antes de irse escriben cartas del porqué de su partida y la esconden al lado de una tumba. La tumba de su abuelo.
Supongo que también me importaba que no me olvidaran. Seas quien seas debes de estar recordándome en este momento, entonces, mi meta estará cumplida.
¿La causa de mi ida? Aún no lo sé, ni siquiera estoy seguro de si lo haré.
En lo que quiero llegar haciendo estas cartas- ya parta hoy, o mañana, o dentro de diez años- es dejar una razón justificable de por qué me estoy muriendo por dentro. Y también, si alguien algún día las encuentra, dejar plasmados mis sentimientos, mis palabras. Es una manera de entender todo esto yo también, puesto que así como tú no debes entender nada, mi cabeza está hecha un lío también.
Quiero que mis pensamientos y palabras nunca desaparezcan de este cruel mundo. Ya sabes, dejar algo lo suficientemente impactante como para que ronde el resto del día en tu cabeza.
Creo que tengo que empezar desde el comienzo de todo.
Del día en que empecé a hablar con los muertos. No, hablar con ellos sería como si me respondieran… y realmente creo que no lo hacen.
Más bien, escribirles. Pero la razón de eso ya lo he dicho en otra carta que debe de estar en no sé dónde. Una chica, bueno sí… al leer sus pensamientos, creía que estaba hecha para mí, como si el único propósito de aquella chica fuera nacer para estar conmigo. Ya sabes, esas cursilerías.
No, espera. No siempre he sido así. Antes me encantaba el amor y el romance, todo eso que ahora mismo detesto, hasta pasaba tardes enteras escribiendo poesía, pero… hay algunas cosas que te cambian para siempre.
Ahora el amor es una bonita ilusión, y eso no significa que me hayan roto el corazón románticamente.
En fin, siguiendo con el tema. Yo seguía escribiéndole a mi abuelo, todos los días, solo que ya no el cementerio, pues si yo iba, la chica no iba. Y creía que el cementerio le pertenecía más a ella, ella tenía más derecho a él que yo.
Fue un día, en el que le iba a dejar una flor roja- como las que le gustan, si no equivoco a Annie- empecé a llorar, frenéticamente, al lado de él. Me arrodillé y le dejé la flor encima.
En ese momento no lo sabía, ni nunca entenderé como estaba allí, pero Rick se encontraba detrás mío, me estaba grabando con la cámara de su celular, y se reía, infinitas carcajadas llenas de malicias y odio. No estaba solo, a su lado aparecieron cinco amigos más. Yo simplemente me levanté y me sequé las lágrimas. No me avergonzaba que me vieran así, estaba llorando por mi abuelo, no le veía nada de malicia.
Pero entonces ellos empezaron a patear y escupir en su tumba. Empezaron a decirme obscenidades, y eso colmó la gota del vaso, porque a pesar de que no me gusta, ni sé pelear, todos tenemos nuestros límites.
Reuní aire y golpeé en la nariz a Rick, yo obviamente estaba en desventaja, ellos eran cinco. Empezaron a darme puños y patadas, finalmente caí al piso, me di un buen golpe en la cabeza y todo empezó a dar vueltas. Estaba mareado, con una sensación como si estuviera borracho. Aunque mis esfuerzos no sirvieron para nada, por más que intentara levantarme, no lograba hacer que el mundo dejara de dar vueltas.
¡Vaya ironía! (Ya vas a ver por qué)
Del piso levantaron algo, un sobre. Empezaron a leerla en voz alta, volviendo negro lo que alguna vez fue puro. Una carta de Annie.
Se reían de sus propios chistes que en verdad no tenían gracia.
-Esto nos va a dar muchas bromas.- dijo uno.
-¿Y si lo publicamos en el periódico del colegio? Apuesto a que podría estar en la sección de chistes.
-O de miedo.- completó otro.
-¿En serio crees que cuando por fin me pueda levantar, no voy a ir a buscarte?- le pregunté riéndome, porque si al menos algo podía hacer bien, era reír.
-Verás, Cameron. Lo que siento por ti, es algo… algo como nauseas, asco.
-¿Desprecio, antipatía, odio?
-¿Lo ves? No sé cómo puedes estar con alguien como Lia.
Así que era un problema del corazón. Bastante razonable, pensé.
-No sé por qué no querría estar conmigo. Lo complicado sería encontrar razones del por qué debería dejarme e irse contigo. Aunque, por supuesto, te lo ha debido de dejar en claro muchas veces, dime, ¿Cuántas te ha rechazado?