01/10/15
Hora: 18:20
Cementerio.
Jamás me he detenido a pensar en la muerte. Aquella condenada con una capucha negra que oculta su cara de los demás, siempre anda en profunda soledad y llega en el momento justo a darte un cálido beso y carga tu alma hasta el lugar que le corresponde. Anda caminando por el mundo, y cuando siente una llamada, un aviso de que tiene que hacer lo suyo, elige a la víctima que más débil vea.
Imagino que en sus tiempo libre debe de bailar en la profunda soledad de su cuarto. O debe sentirse eufórica al pelear con sus padres. Y cuando vea que una chica copia su majestuosa capucha color negro azabache le debe de dar ese beso tan característico suyo y la deja muy lejos de allí.
Pero no seamos tan crueles, a veces la muerte no es así. A veces ella está con nosotros, y ríe y se enamora, tal vez de un chico con bonitos ojos negros como el color de su alma, y sufre cuando se lo tiene que llevar. Y aunque ha luchado con los más malos y crueles personajes de este mundo, también se ha llevado algunas almas con cariño y recogimiento.
La muerte también sufre cuando el alma se niega a ir con ella. Se siente rechazada ¿Quién no querría estar con ella? Por eso algunas veces miente, prometiendo llevarlos a un mejor lugar, y ellos aceptan ciegamente.
También se encariña con algunos en el proceso, y decide llevárselos a un lugar muy lejos y majestuoso, tal vez al cementerio, y por segunda vez los vuelve a besar. Pero este beso no es el de la muerte, no, es el de una simple chica que está harta de ser temida, y necesita un poco de vida en su corazón.
Ésta vino en el lecho de muerte de mi padre, se sentó y esperó a que papá soltara los últimos suspiros de su larga y maravillosa vida, me vio acurrucada en un rincón de la habitación, acarició la cabeza de papá y luego, se acurrucó a mi lado. Yo seguí llorando, y de un momento a otro dejó al descubierto sus ojos oscuros ojos, como si estuvieran abiertos en la pupila dejando a la vista un vacío insanable, los miré fijamente y luego me sorprendí al ver que me mostraron un rastro de compasión. Intentó tocarme, pero sabía las consecuencias que ocurrirían si lo hacía, y yo solo era una pequeña niña.
Se alejó y vi cómo le daba un beso en la frente a mi papá, vi como lo cargo suavemente en sus brazos y con paso firme se fue de allí.
La odié durante años. Yo solo era una más, una entre las millones de personas que la culpaban de partidas.
La odiaba y culpaba cada vez que le escribía a alguien en el cementerio. Hasta que un frío y lluvioso día, la vi paseándose majestuosamente por entre sus viejos amigos, no miraba a ninguna tumba, solo miraba al frente, y seguía caminando con aquel paso fuerte y decidido con el que una vez se había llevado a mi padre.
Paseó por todo el cementerio, dio otra vuelta y se volvió a mí. En realidad no era hacía a mí, sino a la tumba de la que me encontraba al frente. Me fijé otra vez en sus ojos, seguían siendo del mismo color negro de la perdición. Pero estaban nublados por lágrimas, lagrimas tan puras y claras como el cielo mismo. Volteé la vista, y vi claramente por qué lloraba, en realidad, por quién lloraba. Ambas estábamos mirando la tumba de mi papá.
Luego posó su mirada en mí, y con la misma agilidad que le había visto al llegar se fue para nunca más regresar.
Ahí comprendí todo Cameron, el mundo sería hermoso si no murieran personas, pero entonces ya no existiría un mundo en el cual quedarnos.
Ya no hay vuelta atrás, ya ni tu abuelo ni tú están aquí, pero una vez escribiste que cuando te fueras iban a estar los dos juntos ¿así es?
Cameron de veras no entiendo por qué estoy pasando todo esto, por qué justamente a mí, sin embargo no me arrepiento de nada, si pudiera devolver el tiempo, haría todo exactamente como lo he hecho hasta ahora.
Piénsalo así, la muerte no es siempre la culpable de que nos dejen, hay personas que nos abandonan aun estando vivos, y actúan contigo como si estuvieras muerto.
Nosotros no tenemos en absoluto la culpa de nada, tú no tienes la culpa de nada de lo que ocurrió.
Tu abuelo fue especial, fue tu padre también, fue la razón de que fueras esa persona tan increíble, y siempre lo será, nada de lo que hiciste esa noche cambia algo de lo que ustedes tenían.
Ojalá pudiera decirte todo esto en persona, Cameron. Ojalá nunca te hubiera pasado nada malo, ojalá estuvieras sano y salvo, conmigo.
Te dejo un pequeño poema, que he escrito inspirada en mi papá, sobre la muerte:
“Te quiero pedir perdón, por alguna vez pensar
Que si tú me llevabas todos me iban a dejar de amar
¡Qué erróneo estaba! ¡Y qué ignorante era!
Pero déjame primero, recordarte mi tragedia.
No tenía más de treinta y una vida malgastada
Cuando viniste en medio de la noche y me llevaste,
Mientras yo dormía con mi amada.
Grité y supliqué, pero tú respondiste “lo siento, es lo que tiene que ser”.