Letras a muertos.

Hola, Annie.

Tercer sobre.

19/08/15

Algunas veces solemos juzgar a las personas, sin darnos cuenta siquiera, que se pueden convertir en alguien especial en nuestra vida. Pero algunas veces también, juzgas bien a las personas que simplemente se van.

La primera vez que vi a Annie, caminando hacia mí, con sus cabellos danzando sobre ella, y sus manos con sus cartas, con flores, lo primero que sentí fue miedo, absolutamente. Pero no por ella, ni siquiera pensé en juzgarla, sentí miedo que ella lo hiciera.

¿Yo qué era? Solo un chico llorando por su abuelo, pero en ese entonces no lo entendía, y hui. Ahora mismo es una de las cosas que más me arrepiento en mi vida.

Ya debes de saber que llegué a obsesionarme con aquella chica de ojos claros, y que jamás me la volví a encontrar.

Pero, no he podido explicarle algo, y no creo que lo pueda hacer ahora que estoy lejos. Así que escucha con atención.

¿Recuerdas que hace unos días, te conté que Rick y los demás encontraron sus cartas? Cuando volvimos al colegio, me encontré con él de nuevo, y le dije que haría cualquier cosa que me pidiera para que los sentimientos de Annie se quedaran en secreto.

Obviamente no me iba a pedir abrazos, ¡Vamos! ¡Se trataba de Rick, el despreciable Rick!, lo primero que hizo, antes de siquiera pronunciar una palabra, fue mirarme con total desprecio e indiferencia, luego, luego su mirada pasó de mí a otra persona.

En ese momento no lo sabía, solo reconocí el indescriptible color de su pelo, y sus manos, tan pálidas y blancas como una hoja de papel. Me quedé totalmente petrificado de la sorpresa, ella estaba sacando unas cosas de su casillero, y se dio la vuelta. Me encontré en ese momento con los ojos más maravillosos y brillantes, más inocentes del mundo.

Me obligué a entrar en control e ir tras ella. Tal vez podría decirle un “Hola, he leído tus cartas, me he obsesionado con tu forma de ver la vida, me encantas, te he estado buscando por mucho tiempo” Y tal vez ella me sonreiría, y charlaríamos de camino a nuestros respectivos salones, tal vez al terminar la clases la invitaría a tomar algo de café, y ella aceptaría. Y nos conoceríamos, y dejaría de soñar con encontrarla por fin.

Dejé a Rick ahí plantado y caminé con firmeza hacía la chica de pecas, estaba a unos cuantos pasos de alargar mi mano y darle unas suaves palmaditas en el hombro y presentarme, hasta que Rick me cogió de la camisa y me volteó.

-¿A dónde vas?- preguntó casi en un susurro.

-¿Qué?

-¡Responde!- esta vez sujetó con más fuerza de mi camisa hasta llegar a lastimarme.

-No entiendo de qué hablas.- dije y me solté de sus frívolas manos.- y no me interesa, así que si me permites…

-Blake, llegas a dar un solo paso, y te juro que mañana mismo todos tendrán una copia de la carta en la puerta de sus casas.

Me detuve y vislumbré que Annie ya cruzaba el pasillo en dirección contraria. Una parte de mí decía que debía correr a por ella, debía de decirle lo que todo este tiempo me he guardado, pero otra parte, otra parte sabía que si le hacía caso a los impulsos, ella sufriría las consecuencias.

Volteé y miré fijamente los ojos de Rick, pude notar cierto toque de alegría mezquina, sonrío mostrando todos los dientes y se apresuró a decir.

-Así que Annie, ¡En verdad! La suelo ver casi siempre ¿sabes? no hay día en que no esté con una hoja y lápiz en mano. Y te gusta, si no, de otra manera no te importaría lo que hago o no sobre sus cartas.- yo me volví a petrificar y miré hacia otro lado.-Cameron, ya me has robado a Lia, ¿también me quieres robar a la pequeña y dulce Annie?- soltó una carcajada y negó con la cabeza.- No te le vas a acercar ¿De acuerdo?

-¿Por qué haría eso por ti? Si dices que tanto te gusta, jamás pensarías en hacerle daño.

-Oh, yo recuerdo que alguien vino a mí, diciendo que haría lo que fuera porque le devolviera la carta. Y tú sabes muy bien que sería capaz, de eso y más. Así que esta es mi condición: Jamás te le podrás acercar, fuera o dentro del instituto. Nunca le dirigirás la palabra, ni siquiera un simple “Hola” y mucho menos te le acercarás ni llamarás su atención. Será como si no existieras, o de lo contrario, Cameron, créeme que lo haré.

-¿Cómo sabrás que cumpliré con mi palabra?

-Se trata de Annie, y tú eres Cameron, la pequeña niña que corre en las praderas por la chica que le gusta. ¿O me equivoco?

Cogí a Rick por el cuello y su sonrisa no se desvaneció.

-¿Qué ganas haciendo esto?

-La pregunta, amigo, sería ¿qué ganas tú?

Se soltó y me dio un abrazo, cuando estuvo lo bastante cerca me susurró: Es una pena que ahora gane yo.

Me quedé ahí parado hasta que mis piernas se cansaron y la campana avisó que seguía la siguiente hora de clase. Al irme me crucé con Annie, que había dejado no sé qué cosa en su casillero, lo supe porque me quedé en una esquina viéndola de lejos. Ella rio y cogió un cuaderno pequeño. Su risa era tan melodiosa y pegajosa, que con solo escucharla te ríes tú.



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En el texto hay: cartas, amor y sufrimiento

Editado: 01.04.2018

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