Letras a muertos.

No todo es tan malo.

Noveno sobre.

31/08/15

Ahora es el momento en que me golpeas o sales corriendo. Bien, puedes hacer ambas Cameron.

Es tu decisión si no quieres oír el resto de la historia, porque esto sólo es el comienzo.

Oh, te quedarás, muy bien. Antes de que sigamos, ¿te debería llamar hermano?

Entendí tu bufido como un no, tranquilo.

Sé que todo esto puede ser un poco difícil de digerir. Sólo intenta no ponerte tan pálido y escucha atentamente.

Pasó un tiempo, el suficiente como para que las cosas se encontraran bien en la vida de Esperanza y Matías, ya tenían juntos una casa que podían llamar hogar. A Esperanza le iba sorprendentemente bien en su trabajo de la gran empresa de Arturo, y Matías empezaría pronto el kínder.

Pero el pequeño, cada noche cuando su mamá lo arropaba bien en su cómoda y caliente cama y le daba un besito de buenas noches, notaba que Esperanza siempre lo hacía con melancolía en sus ojos.

¡Vamos! Sólo era un niño de cinco años, sus únicas preocupaciones deberían ser con quién jugaría escondidas ese día, no escuchar los desesperantes llantos de su mamá al salir de su cuarto.

Matías había crecido viendo a Arturo Blake en la puerta de su casa cada mes, con una gran sonrisa. Cada vez al pasar el tiempo, la edad empezaba a llevarse a Arturo, y Matías lo veía.

A veces, cuando jugaba en la sala de estar con sus pequeños carros de carrera, podía escuchar mencionar a su mamá preguntándole acerca de un nombre en especial. Jamás puso demasiada atención en ese tema.

-Ha entrado al kínder, un poco temprano, pero el niño posee increíbles habilidades. –Oía decir a Arturo.

Al pasar el tiempo, unos cuantos años, oía mencionar cosas cómo:

-Ha estado tomando clases de piano, es increíble. Dentro de un tiempo dará un recital.

-¿Crees que yo…?- preguntaba su madre.

-Oh, no, querida. Sabes muy bien lo que pasaría, sabes muy bien las condiciones de todo esto. Pero podría traerte un vídeo, si así quieres…

Cuando Matías cumplió los diez años, oyó mencionar algo muy peculiar.

-Esperanza, ha ocurrido un milagro, estoy tan emocionado. Mi hija, Cecily, ella y su esposo han podido concebir una niña, ¿lo puedes creer? Creíamos que era infértil pero…

En ese momento Arturo calló al ver a Matías con sus libros sentado en un rincón de la sala.

-¿Crees que podríamos hablar en privado?- Le susurró a Esperanza, ella asintió, y antes de cruzar el pasillo le dio unas palmaditas a su hijo.

¿Sabes? Todo esto era muy raro para Matías, pero nunca era de aquellos que se meten en cosas que no son de su incumbencia.

Espera, Cameron, dejaré de hablar de mí mismo en tercera persona, es escalofriante.

Bien, creo que tú ya tienes bastantes escalofríos de por sí. ¡Oh, no! Dios mío, dime que no te vas a desmayar porque no sé qué haría entonces.

Iré por un vaso con agua, quédate aquí, y no hagas nada loco mientras no estoy.

¿Cameron? ¿Te encuentras bien? Vamos, bebe.

Sé que me llamaras un despiadado sin corazón, pero necesito seguir contártelo. Todo debe estar siendo un torbellino en tu cabeza, por eso respira y escucha.

Esperanza, es decir, nuestra madre, sufrió mucho. Pero siempre estuvo al tanto de tu vida.

Arturo siempre llegaba diciendo detalles como que te fracturaste un brazo al caerte de un árbol, escribías poesía tan hermosa que le hacían saltar lágrimas, que eras un gran niño al haber dado tu plato de comida a una familia que lo necesitaba, que tocabas el piano tan perfectamente que sabía que ibas a ser un gran músico, sé que esto no es de mi incumbencia, pero por más que odie a Arturo, he de decir que él te amaba, como lo puede hacer un gran abuelo.

Mamá lloraba de alegría, y yo no entendía el por qué. No entendía quién era Arturo y mucho menos quien era el tal Cameron del que hablaban.

Había veces en que Arturo venía en compañía, Cecily, tu… ¿madre?

No puedo decir que fuera una mala persona, antes odiaba cuando luego de su visita mamá lloraba desconsoladamente, pero ahora entiendo que las dos te amaban, y no querían perderte, aunque una de ellas ya lo había hecho hace mucho tiempo.

También escuchaba casi todas las veces que venía Arturo, de que el nacimiento de Caroline fue un milagro. Y que tú querías mucho a tu pequeña y única hermana.

No creas que no es difícil para mí, siempre soñé con un hermano, con quién leer los mismos comics sentados en el piso, con quién jugar con los carros, a quién molestar, pero también darle mis consejos cuando los necesitara.

Tal vez por eso es que siento unos tantos celos de Caroline. Ella tuvo todo eso y más, pero todos esos momentos eran míos, Cameron. Tú eres mi hermano, y yo el tuyo.

Perdona, me he puesto un poco sentimental.

Fue entonces, cuando mamá enfermó del corazón, era de esperarse, esa y muchas más enfermedades. Cuando crecí me di cuenta que Esperanza no hacía lo correcto, fumaba, tomaba, y jamás salía de su oficina. Aunque, no podría juzgarla ahora mismo que tengo un cigarro en la mano, ¿verdad?



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En el texto hay: cartas, amor y sufrimiento

Editado: 01.04.2018

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